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INESA-REVISTA

º2 EDICÓN

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Una variedad de peces”

La mirada del “Pañuelo Rojo

Alejandro E. Labastida

Instituto Estatal del Agua

03

_ Su profunda mirada parecía traspasar la roca

del Cañón del sumidero. Una y otra vez meneaba

su cabeza con gesto de disgusto, como desaprobando

como, negando, posiblemente, sentimientos

muy guardados.

_ La tercera vez que lo vimos sentado en su lancha,

sujetando una caña de pescar, mi amigo y

yo, intentamos saludarlo. Al abordarlo se mostró

amigable, como si estuviera acostumbrado

y dispuesto a platicar con nosotros. En seguida

de los saludos y presentaciones, comenzamos a

dejar salir nuestra curiosidad. Quizás nuestras

preguntas por obvias que parecieran, él las enriquecía

con detallada descripción de vivencias

sacadas de una realidad que permanecía fresca

en su memoria.

_ Bueno, si me ven “pescar”, no es tal, aquí

ya no hay peces; los hubo en abundancia hace

tiempo, cuando el agua no era turbia y había tramos

de río en que se podía mirar el fondo del río

hirviendo de peces. Como verán hoy todo eso se

acabó; así que no vengo a pescar, estoy aquí casi

a diario para recrearme un paraíso perdido.

_ A pesar de danto calor, vemos que siempre trae

en el cuello ese pañuelo. ¿Tiene algún significado?

_ Huy…muchísimo, es un épico fragmento de

la historia de Chiapas; de cuando este cañón

nos abrió sus brazos de roca para permitirnos

la gran hazaña de recorrerlo allá por el año de

1960. Eramos siete chiapanecos y un zacatecano

que partimos de qui de Cahuaré, el grupo se

llamaba “Pañuelo rojo”, como este que traigo.

_ A lo mejor no se lo quita ni para dormir; comentamos.

_ Jajajaja, bueno, no tanto así, pero nunca salgo

sin este pañuelo, y me siento muy orgulloso de

portarlo; cinco de mis amigos que ya partieron

(qepd), se lo llevaron puesto y lo mismo será

conmigo. Pediré que mis cenizas sean arrojadas

a estas aguas.

_ Al estar narrando hechos y lugares, sus ojos se le

ponían brillosos, se emocionaba tanto que hasta

nos sentíamos contagiados de su narración.

_ Fue muy aleccionadora la experiencia de esos

días y noches en comunión con la madre naturaleza;

con el despertar del canto de las aves,

el rumor del agua y el viento entre los árboles.

Todo el grupo maravillado, compartíamos el

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