26 Año III - Nº 34 - Marzo | March | Marsch - 2009
FUERTEVENTURA MAGAZINE <strong>hoy</strong> <strong>hoy</strong> ARTE Y CULTURA / ART & CULTURE / KUNST UND KULTUR Tindaya, el sueño eterno de Eduardo Chillida FMHOY - Silvia Comeche Todo empezó con un sueño que Eduardo Chillida (San Sebastián 1924-2002) quiso contar en voz alta: «Hace años tuve una intuición que, sinceramente, creí utópica. Dentro de una montaña crear un espacio interior que pudiera ofrecerse a los hombres de todas las razas y colores, una gran escultura para la tolerancia». Tiempo después, el Gobierno de Canarias le brindó la posibilidad de ver cumplido su sueño. Corría el año 1994 cuando la montaña mágica de Tindaya se convirtió, para el escultor vasco, en la oportunidad que había estado esperando para realizar su proyecto más ambicioso: el Monumento a la Tolerancia. TINDAYA: MONTAÑA SAGRADA, YACIMIENTO ARQUEOLÓGICO Y MINERO La montaña de Tindaya, ubicada en el municipio de La Oliva en Fuerteventura, ha estado siempre envuelta por un halo de magia y misticismo. Se trata de un lugar de culto para los antiguos aborígenes majoreros en el que se han hallado más de 200 grabados rupestres podomorfos. Declarada Bien de Interés Cultural, Punto de Interés Geológico y Monumento Natural, Tindaya cuenta con un importante yacimiento minero basado en la extracción de una piedra volcánica: la traquita. Cuando en un primer momento se planteó la posibilidad de horadar la montaña para construir el Monumento a la Tolerancia, se hizo como un plan de protección. La intención original era dejar a un lado la explotación minera y potenciar el aspecto cultural, turístico y ecológico de Tindaya a través de una escultura gran- diosa, de la obra cumbre de un escultor internacional de primer nivel como Eduardo Chillida. Chillida concibió este monumento como un espacio inspirado en un verso de Jorge Guillén, «lo profundo es el aire», a partir del cual quiso buscar la esencia del espíritu en el interior de la montaña. Su obsesión, sólo equiparable a la que giró en torno a la creación del Peine del Viento, era crear un cubo (50m x 50m x 50m) horadado en la montaña con dos tragaluces que simbolizaran el Sol y la Luna. Un espacio que, como el propio artista explicó «no sería visible desde el exterior, pero que una vez en su interior, e iluminado por la luz del sol, evocaría la esencia misma de la humanidad». UN LARGO CAMINO AÚN SIN FINAL Sin embargo, desde que el arquitecto canario José Miguel Fernández Aceytuno le comunicó al artista donostiarra la posibilidad de culminar su obra en la FOTO: Ayuntamiento de La Oliva isla de Fuerteventura, en el camino se cruzaron numerosas polémicas de índole ecológica, política e incluso judicial. Hoy, 15 años más tarde, la utopía sigue en el aire. Ni Eduardo Chillida, ni José Miguel Fernández Aceytuno, ni José Antonio Fernández Ordóñez, ingeniero y amigo del escultor donostiarra, pudieron ver su proyecto finalizado. Los tres murieron entre el año 2000 y el 2005. Ahora, cuatro años después, parece que vuelve a verse la luz al final del túnel. Lorenzo Fernández Ordóñez, a la cabeza de la Fundación Guadiana, ha recogido las líneas maestras de su padre y del propio Chillida para convertir el proyecto Tindaya, al fin, en una realidad. TINDAYA EN FITUR Recientemente, Tindaya volvió a ser uno de los pla- FOTO: Gobierno de Canarias 27 27 tos fuertes del stand de Canarias en la Feria Internacional de Turismo de Madrid (Fitur). No en vano, y pese a continuar siendo un proyecto, el Monumento a la Tolerancia constituiría un elemento clave para el futuro del panorama turístico y cultural de Fuerteventura y de Canarias. La consejera insular de Turismo, Águeda Montelongo, aseguró que el Proyecto Tindaya «marcará un antes y un después para la isla, para el mundo cultural y para la actividad turística en Canarias». El presidente del Cabildo de Fuerteventura, Mario Cabrera, va un paso más allá y destaca el valor que dicha obra supondría «para el mundo del arte en general». Tras demostrar la viabilidad técnica de la idea escultórica con un amplio estudio geológico de la montaña, y si logran atarse los cabos sueltos de una obra faraónica, el Monumento a la Tolerancia podría ser una realidad en un plazo de cuatro años. La materialización de la escultura en lo más profundo de la montaña sagrada sería la culminación de un sueño utópico. Una utopía que surgió en una noche de insomnio de la brillante imaginación del desaparecido Eduardo Chillida.