Versión pdf DM 316 - Misioneros de La Consolata

LA CONSOLATA
Reseña nuestra Señora La Consolata nuestra Señora La Consolata Reseña
CON LA CONSOLATA EN EL CORAZóN
En el año 906, aproximadamente, como consecuencia
de las guerras de los sarracenos (musulmanes provenientes
de Provenza, Francia) con el estado sabáudo
del Piamonte, fue destruida la abadía de la Novalesa.
Los monjes tuvieron que huir a la ciudad de Turín. Aquí
encontraron acogida en la Iglesia de San Andrés, Los
monjes llevaron consigo en su huida, además de sus tesoros
(la biblioteca el Cuerpo del Santo abad Valeríco y
los ornamentos para el sagrado culto), una profunda y
tierna devoción a la Virgen. Devoción llena de ternura
dirigida hacia Aquella que había conocido el dolor, pero
también la consolación de Dios; aquella que fue consolada
y que consuela, aquella hacia la cual el hombre
atribulado puede dirigirse con confianza, seguro de ser
escuchado.
Con la presencia y la labor de los monjes se afianzo,
en la iglesia de San Andrés esta devoción especial a la
Madre de Dios bajo el titulo de la "Beata Virgen de la
Consolación”. Más tarde, la palabra CONSOLACIÓN
fue trasformada en CONSOLATA (modificación, como
hemos ya recordado, debida a la lengua piamontesa, hablada
en Turín y alrededores). Tal devoción experimento
un impulso todavía mayor durante el tiempo en que
el monje Tomas de Silo fue responsable de la iglesia de
San Andrés hacia fines de 1200, no solo entre el pueblo
sencillo, sino también entre los nobles de la ciudad de
Turín. Una de las familias que eligieron a la Consolata
“Creería faltar a mi deber y a mi
especial afecto a la Santísima
Virgen si no aprovechase todas
las ocasiones para hablarles de
ella.” (Beato Allamano)
EL SANTUARIO DE LA CONSOLATA: UNA CASA
PARA TODOS
Santuario de la Consolata,
Turín, Italia, como se presentaba
en el tiempo del Allamano,
después de la restauración
promovida por él. La
fotografía data de 1904.
como su patrona, fue la de los Saboyas, que llegarían
luego a ser los reyes de Italia. De su amor y devoción
a la Consolata, los Saboyas dejaron en el Santuario de
la Virgen muchas huellas (ornamentos, vasos sagrados
para las celebraciones, colaboraciones varias para la
construcción y una estatua de plata para las procesiones).
Junto con estos recuerdos, están los innumerables
ex-votos de acción de gracias o de petición de personas
de toda clase y condición, que abarcan varios siglos.
Los benedictinos impulsaron mucho la devoción mariana
porque para ellos María siempre fue el ideal y el
modelo de la perfección religiosa y ascética. Para desarrollar
dicha devoción e invitar a seguir los ejemplos de
María, ya desde el año 1293 existía en Turín, precisamente
junto a la iglesia de San Andrés, una “Asociación
Benéfica”, que llevaba el nombre de la Virgen Consolata.
Siglos más tarde, en 1903, se fundará otra institución
llamada "Compañía de la Consolata".
A partir de 1300 en adelante se constata, a través de
los documentos históricos, como el culto a María bajo
la advocación de "Consolata", fue aumentando constantemente.
Signo de ello, fueron los continuos arreglos,
restauraciones y amplia-
ciones hechas en la iglesia a ella
dedicada.
Cuando en 1563 el estado sábaudo
(que comprendía todo
el Piamonte y parte del sur de
Francia) cambia su capital de
Chambery (Francia) a Turín, la
Iglesia de la Consolata se transformó
en el templo elegido por los duques de Saboya
que tomaron a la Consolata como patrona especial de
la familia y de su estado. Como ejemplo recordaremos
que en 1641 la reina Cristina consagro públicamente
a la Consolata a toda la familia real. Con motivo de
esta devoción muchas fueron las colaboraciones aportadas
por ellos y otras familias nobles para las mejorías
y arreglos del santuario. Sin embargo, el milagro de las
grandes restauraciones de la Consolata está en el hecho
de que la mayor parte de los gastos, los fueron pagando
miles y miles de ofrendas minúsculas de gente sencilla
(se repitió aquí también, como en muchos otros lugares,
el milagro recordado por Jesús en el Evangelio: “Les
aseguro que esta pobre viuda ha dado más que nadie”.
(Lc. 21,3).
En medio de las revoluciones y guerras entre los estados
que se sucedían en esa época y a las que no fue
ajeno el estado del Piamonte, los documentos recuerdan
que siempre los Saboyas, pedían la protección de la
Consolata para poder seguir subsistiendo. ¡Un pequeño
estado presionado constantemente por Francia, España
y Alemania que querían agregarlo a sus dominios!
“La devoción a María no es solo
prenda de predestinación, lo es
también de santificación.”
(Beato Allamano)
El exterior del santuario
de Consolata, como
lo es actualmente.
Un hecho particular que renovó el fervor de la ciudad
hacia la Consolata fue la liberación, por su intercesión,
de la gran epidemia de peste ocurrida en el año 1630 y
que produjo miles de víctimas en los alrededores.
El 29 de septiembre de 1706,
recordando el séptimo centenario
de la primera capilla
construida, según la tradición
popular, por Arduino y en agradecimiento
por la liberación de
Turín de los ejércitos franceses,
la Consolata fue proclamada,
por las autoridades civiles y religiosas
"PATRONA DE LA CIUDAD DE TURÍN"
En 1796, otra guerra enfrentó a los franceses con
el reino de los sabáudos (que gobernaban en ese momento
el Piamonte, Sicilia y Cerdeña) que se habían
aliado a los austriacos. En esa oportunidad ganaron los
franceses y el nuevo gobierno impuesto por Napoleón,
confiscó la estatua de plata de la Consolata que se utilizaba
para las procesiones, regalada en 1716 por los
Saboyas. La estatua confiscada fue fundida para hacer
monedas. Terminada la dominación y echados los franceses
y vueltos los Saboyas a Turín, el rey Carlos Félix
y su esposa María Cristina regalaron, al santuario de la
Consolata otra estatua, también de plata, que fue robada
en 1853 y nunca más fue encontrada.
La devoción a la Consolata experimento nuevo impulso
y fervor cuando la Virgen, escuchando las oraciones
de sus fieles, manifestó su protección, liberándolos
de otra gran epidemia de cólera, en 1835. Para
conmemorar este hecho, la misma Municipalidad de
la ciudad de Turín, restauró y embelleció mas el Santuario
de la Consolata y construyó, en la plaza al lado
del santuario una columna conmemorativa (1836) e
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