Edicion 23 de julio de 2022
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EDICIÓN EXTRA Sábado 23 de Julio de 2022
LA TENACIDAD
DEL ARTISTA
Mauricio Vallejo Márquez
Escritor y editor Suplemento Tres Mil
De verdad que ser un artista en
El Salvador es una tarea titánica,
ya no se diga ser un buen
artista. Y el asunto parece no ser culpa
de la sociedad, aunque sí. Los diferentes
gobiernos que hemos tenido desde nuestra
confusa independencia acontecida
en 1821 poco o nada le ha interesado en
que los salvadoreños tengamos artistas
excelentes o sobresalientes. Perdón por
la sinceridad, pero es la verdad.
Claro que han existido excepciones que
terminan grabando con éxito sus nombres
en el mármol de la República, pero
no a base del apoyo inclaudicable de
alcaldías, el Estado o empresas privadas;
han llegado a sobresalir porque se
han fajado en ello. Se han entregado a
lecturas, prácticas, ensayos y se han autoexigido
hasta lograrlo y aun así no ha
bastado para lo propuesto sin lugar a dudas.
Porque definitivamente la excelencia
no es para los mediocres que habitan
un país como el nuestro y se dejan influir
por el “no se puede”, “es difícil”, “mejor
me quedo como estoy” y las innumerables
excusas.
El problema no sólo radica en los artistas,
también sucede en el resto de
profesiones donde la regla no es ser el
mejor, sino irla pasando. No se busca la
excelencia. Jamás me olvidaré una conversación
que tuve con mi buen amigo
Takahiro Kato, un japonés con corazón
salvadoreño, cuando me explicaba que
los japoneses no buscaron auxilio de
afuera para la terrible condición en que
quedó su país tras las bombas atómicas
arrojadas por Estados Unidos, se dijo
“la salvación del Japón es el japonés”. Y
ahí tienen, de la edad media a la tecnología
de punta y la excelencia. Sin duda
la nación del sol tendrá sus problemas
pero nadie va a negar que su disciplina
proviene de ese deseo de buscar la
excelencia. Mientras en El Salvador la
solución improvisada e ingeniosa trasciende
las décadas, el maquillaje provisional
y disfrazatorio se impone y el
que mienta más, se repita más y tenga
más apoyo es el que va a ganar y triunfar
en nuestro pandémico pulgarcito
con indefinido Estado de Excepción.
Cuando recorría las calles de Tlaxcala
en México me impresionó la cultura de
competencia para preparar guisos deliciosos.
Era un festín cada vez que iba a
comer quesadillas, tacos o tortas. Me encantaba
ver su dedicación y constancia,
mientras me apenaba ver que en mi patria
la gente se esforzaba más por aumentar
su ganancia económica sacrificando la
calidad de los materiales y la preparación
de cualquier plato típico que se le ocurra.
Nuestra gente es un claro ejemplo de lo
señalado por José Ingenieros en su libro
El hombre mediocre. Personas que no
cultivan su espíritu, su intelecto y mucho
menos su capacidad administrativo. El
salvadoreño se pliega a lo que dicen y se
divierte viendo fútbol, se distrae bailando
perreo y votando por el candidato que
la propaganda diga que es “más cool”
aunque su discurso no sea igual que sus
actos. Se aleja el salvadoreño de la historia,
del pensamiento crítico, del arte
y consecutivamente de la excelencia.
Triste, pero al parecer lo usual es vegetar
en la vida en nuestro pequeño territorio
que no se baña en el Océano Atlántico.
Lo bueno es que a pesar de la oscuridad
que nos sume, siempre hay personas
que logran sacar la cabeza del fango.
Existen individuos que se cultivan y
pueden pensar por sí mismos, gente
que por verdadera pasión monta obras
de teatro gracias a la solidaridad de los
amigos, artistas que a pesar de todas las
trabas sigue esforzándose para ser mejores
aun sabiendo que el Estado siempre
los usará para hacerse propaganda, porque
saben que sus actos son los que de
verdad hacen la historia y la alimentan
para construir nuestra identidad. Los
personajes políticos que no son genuinos
estadistas y no se sacrifican
auténticamente por el pueblo terminan
siendo vergüenza de las futuras
generaciones, pero los artistas independientemente
de sus conductas dejan
en su obra el legado inmortal que
nos da un verdadero faro para reconstruir
la sociedad con su ejemplo, y
esa tenacidad es la que necesitamos.
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Edición Extra | 23 de Julio de 2022 |