EL NARRATORIO ANTOLOGIA LITERARIA DIGITAL NRO 78 AGOSTO 2022
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T
odo apuntaba a una historia como cuento de hadas
que todo lo cubría con su magia. Ella debió
preverlo y entregar solo sexo sin compromiso como
el que se alquila o se oferta en internet; pero tuvo
que seguir los instintos y desobedecer flagrante las ideas del
cerebro. Echarse un polvo y no volver a verse, era la consigna
para la que se había preparado, cuando terminó de bañarse
aquella tarde. Se miró hermosa en el espejo y se supo plena. Al
medio día había intercambiado teléfonos después del tercer
café, acompañados de un ¿Cuándo nos vemos?, y un Pasaré a
tu casa esta noche; que preludia una relación de pertenencias y
desesperaciones por verse más seguido. La cacería termina
cuando las mujeres deciden ser presas para cazadores
experimentados, y aquel hombre lo era.
Había un inconveniente para aquella lujuria que se
dibujó en sus ojos, pero decidió ocultarlo y devolver el ¡Hola!
que leyó en los labios del hombre de barba desordenada, que le
miraba sin discreción desde la fila, en ese café donde fue a
relajarse mientras robaba minutos de su almuerzo, antes de
volver a la oficina. Qué podía significar aquel secretito de cuatro
años de edad que cuando salía se quedaba en casa mirando
televisión, jugando con su sobrina, antes de dormir bajo el
cuidado de su niñera: “Mami vendrá más tarde”. Qué escollo
podría ser su hijo para aquella noche de decisiones tomadas
bajo la regadera (Hoy quiero disfrutar un hombre que no sea
todo látex), para dejarse abordar por ese tipo entallado en
mezclilla. Su hijo no sería inconveniente para la travesura.
Haber tenido un hijo no se le notaba en ese cuerpo, todo
pasión, rebosándole la ropa; deseaba presentarse desnuda en
los espejos de algún techo, para la rapiña mirada de un hombre
que supiera aquilatar su entrega. Quería ser ensalivada, tener
unas manos rudas y ásperas que le apretaran la carne. Para
qué tanta lindura en los centímetros de piel, si no era tocada y
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