EL NARRATORIO ANTOLOGIA LITERARIA DIGITAL NRO 78 AGOSTO 2022
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
breve instante ella desapareció, se esfumó.
Mi recorrido continúo y en un momento de cansancio me
senté a tomar una soda en un lugar con mesas a la calle.
Mientras bebía observé las fotos que había tomado, busqué
especialmente la de la chica oriental. Sí, ahí estaba, aunque…
para mi sorpresa, descubrí que estaba en todas mis tomas, una
y otra vez, sí, ya mirando a través de los cristales del metro
bus, o asomada desde una ventana del edificio de la tienda
Versalles, era ella la vendedora de flores en el crucero y que
casi atropellan cuando disparé. ¡Qué curioso! Pero quién era
ella, ¿por qué estaba en mis fotos? Asustado, comencé a sudar
y limpié mi sudor con una servilleta, mientras discretamente
observé a mi alrededor. En ese momento sonó mi celular, era
Miriam, ya habían terminado de comprar el vestido de novia,
pregunté la dirección y observé que era la misma calle en donde
yo me encontraba. Estoy aquí, le dije y cruce la calle, buscando
la tienda.
Varios aparadores adornaban la entrada, el primero era
la boutique de novias, después un aparador de artículos para
caballero y el más pequeño, una tienda de sombreros. Con mi
cámara en mano tomé fotos sin buscar la estética, únicamente
quería perpetuar esas imágenes a través de mis ojos. Algo raro
me sucedió, un frenesí se apoderó de mi instinto y busqué los
rostros de los maniquís, no salía de mi asombro, todos,
absolutamente todos los rostros eran idénticos a la chica
oriental. Miriam me encontró embelesado con un maniquí de
tamaño natural que por suerte no estaba vestido, mostraba su
desnudez andrógina y el rostro con una expresión de
inconmensurable paz.
―¡Ramón! ―Me gritó molesta, al parecer llevaba minutos
llamándome y no le hice caso.
―¿Qué miras tanto? —y señaló al maniquí desnudo.
Esa tarde, toda vez que dejé a Miriam y a sus padres en
44