EL NARRATORIO ANTOLOGIA LITERARIA DIGITAL NRO 78 AGOSTO 2022
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levantarás y jamás podremos disfrutar el uno del otro; y
ninguno de los tres lograremos dormir. Vete con él y déjame en
paz”.
Sabías de mi hijo. Lo dormiré y volveré contigo.
Has arruinado el momento, duérmelo y mañana
buscaremos alguna solución.
¿Arruiné el momento?
No pensarás culpar al bebo, ¿verdad? , y el hombre
cerró la puerta.
La mujer se metió a la cama con su bebo, lo apretó a su
pecho, y mientras disfrutaba su respiración calmada, podía
sentir bajo la tela de la bata sus rozados pezones aun
ensalivados por su hombre, ese hombre escondido en su
guarida, odiándola. Se acariciaba los pies, el uno con ayuda del
otro, tratando de darse consuelo para entender el cambio en su
pareja, cómo era posible que no entendiera que el niño tiene
miedo de estar solo. El insomnio daba vueltas a la casa, y no
fue sino en la luz creciente del amanecer colándose por las
ventanas que ella saltó hacia la recámara para reparar el daño
con el sexo matutino que sabía que su hombre disfrutaba. Pero
él se había vestido, castigándola, y gritaba que algo hiciera para
el desayuno. Ella tendría que ser paciente para ser de nuevo
acariciada al caer la noche, para ser de nuevo penetrada por
aquel toro que le hacía doblarse de rodillas.
Comeré en el trabajo , y salió dando un portazo,
dejando el desayuno y la angustia servidos en la mesa.
El día pasó amargo apenas, porque los juegos constantes
del niño la entretenían y le hacían olvidar de a poco el mal
humor de su pareja. Podía entretenerse en cuánta cosa pudiera
realizar para la casa: arreglar las cortinas, barrer, acomodar los
libros de su novio, recuperar un pequeño espacio para los
juguetes de su hijo, lavar la ropa, cocinar siempre los platos
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