Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
Al cabo de unos minutos, me metí entre las filas de mesas. Al pasar vi que
no había escrito nada, le cubría la frente un velo de sudor. Me entraron ganas
de acariciarle el pelo. Me entraron ganas de sentarme a su lado y abrazarlo.
Pasé varias veces por delante de su mesa, pero en ningún momento alzó la
cabeza para mirarme. No me hallaba ya en su campo de visión.
Tal vez estaba enfadado por lo de la enfermera. Me expresaba que le
había traicionado, que ya no merecía su confianza.
Volví a mi sitio, en el escritorio. En el silencio, conseguí calmarme y fingí
ponerme a corregir deberes.
Cuando sonó el timbre, pedí a Rose que recogiera los controles. En el
momento en que alzó los de Théo y Mathis, se detuvo. Soltó una risa aguda,
de sorpresa o de connivencia, no sabría decirlo.
Miré salir a los alumnos, Théo caminaba con paso un poco más firme,
pero había algo que no encajaba, estaba segura, algo que se me escapaba.
Cuando se vació el aula, hojeé los controles hasta dar con el suyo. Se
había limitado a escribir su nombre en el margen. No había copiado el
enunciado de las preguntas, ni intentado contestar.
En cambio, había tratado de reproducir uno de los esquemas que les había
repartido en clase hacía unos días y que representaba el sistema digestivo. De
manera simple pero precisa, había trazado el contorno de un cuerpo humano,
de la cabeza a la cintura. En el interior de esa figura, a lápiz, había
reproducido la boca, el esófago, el estómago y el intestino, enrollado sobre sí
mismo como una serpiente. En el hueco del estómago, había dibujado algo, al
principio pensé que era una verdura, o una flor, el dibujo era confuso, tuve
que acercar la hoja a la cara y alejarla un poco para comprender que se trataba
de una calavera.
Página 38