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HÉLÈNE
Nos ha convocado el director —nos, es decir, a todos los profesores de la
clase de quinto B— para volver a hablar de lo sucedido. El señor Nemours
podría haberse contentado con un careo entre Éliane Berthelot y yo, pero
habida cuenta de que el altercado atañía a Théo Lubin, sobre el que ya había
llamado yo la atención, ha preferido reunirnos a todos.
Ha hecho hincapié en recordar, ante el conjunto del profesorado, que mi
actitud había sido incalificable. En un colegio como el nuestro, semejante
proceder es inadmisible. Éliane Berthelot, que en un primer momento había
amenazado con denunciarme al rectorado, incluso a la policía municipal,
finalmente se ha echado atrás. Ha exigido disculpas, que yo he reiterado ante
el conjunto de nuestros colegas. Había que ver su pequeño rictus victorioso.
Por más que ello no justifique en absoluto mi actitud, he pedido que se
planteara el castigo que le había infligido a Théo: ¿es pertinente humillar a un
chico de trece años ordenándole que corra vestido con un pantalón rosa
Barbie, que le quedaba estrecho, ante todos sus compañeros? Éliane Berthelot
no veía para nada dónde estaba el problema. Más exactamente, no veía por
qué resultaba humillante… Según ella, los continuos olvidos de Théo no son
más que pura provocación. Quiere volverla tarumba, según su propia
expresión. Frédéric ha tomado la palabra para apoyarme, voz firme, pausada,
demostración velada de autoridad natural: podía haber otras explicaciones que
merecían ser estudiadas. Tanto más cuanto que Théo, últimamente, parecía
cansado, como desorientado, y solía refugiarse en la enfermería.
Éliane Berthelot ha acabado diciendo que no le gusta ese chico, que le
inspira incluso cierta antipatía. El director, visiblemente contrariado, le ha
señalado que nadie le pedía que quisiera a sus alumnos, sino que enseñe su
asignatura y muestre equidad.
Los demás no han intervenido. Cuando el señor Nemours les ha
preguntado su opinión, han coincidido en decir que no han observado nada
especial, como no sea que Théo Lubin es un alumno muy retraído, cuya
atención cuesta captar. Nada más. Éric Guibert ha mencionado que Théo se
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