MOMENTOS 65
Bienvenidos a la nueva edición de la Revista Momentos, una bella publicación con los temas y personajes que apasionan a quienes aman lo mejor de la vida.
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ACADEMIA
plicado imaginar que pueda suponer cambios reales en Irán.
Implicaría que las víctimas mortales, más de 500, serían apenas
una cuota de sacrificio por la caída del régimen teocrático,
por lo que la lucha debe continuar. En la actualidad rige
un gobierno ultraconservador, y no es fácil que un Estado
que se ha caracterizado por la eliminación de toda disidencia,
por su fortalecimiento armamentístico 3 nuclear, por su
tradición e influencia en el mundo fundamentalista como un
jugador principal de la geopolítica global, pueda ser derribado
o ceder ante las protestas civiles.
No hay que olvidar, por lo que hace difícil lograr los derechos
de las mujeres, que en Irán existe un poder delegado
en grandes grupos que dominan sin piedad. No es como
en Occidente donde la consigna es derrocar al gobierno y
la sociedad se libera. En Irán hay que derrocar a la sociedad,
qué paradoja, a los cuatro o cinco grandes poderes que la
integran: la guardia revolucionaria, el ejército clerical de los
ulema, el gobierno del premier, la autoridad del ayatolá o
imán, el bazar que está presente en cada cuadra a lo largo
del territorio iraní, las milicias, entre muyahidines y yihadistas.
Lo más grave es que hay que derrocar la ideología esotérica
chiita que aliena al 98% de la población (el resto son los que
protestan). No es retórica, pues una buena parte de la sociedad
rechaza las manifestaciones y, hasta, de alguna manera,
aprueba los ahorcamientos de los jóvenes que protestaron
por la muerte de Mahsa Amini. Pero lo más doloroso es que
algunas familias de las víctimas ejecutadas piensan que haberse
alejado de su religión y de Alá es un pecado que había
que pagar. En Irán el poder y la fe son una misma cosa, y se
observa con devoción y sumisión.
Pensar en conceder alguna libertad a las mujeres, eliminando
los códigos de vestimenta, sería algo obvio. Hace más
de 100 años ocurrió en Occidente. Pero en Oriente y, específicamente,
en Irán, no. Allí sería toda una revolución, se caería
el régimen de los ayatolas. Pues es en el control del cuerpo
y en la conciencia de los iraníes, a través de las formas de la
ideología religiosa, donde se encuentra el poder de dominación
del Estado. De ahí que los gobiernos chiitas, como las
otras ideologías alienantes, hayan impedido el ingreso a la
modernidad, controlando las comunicaciones, las redes sociales
y las libertades individuales y colectivas. El régimen refirió
el aislamiento del mundo, la sociedad cerrada.
Una sociedad abierta al mundo a través de las libertades
ayuda a reducir la dependencia e irracionalidad de sus integrantes.
Podrían distinguir entre el mito y la realidad. Pensar
que la fantasía, la ilusión y la esperanza son alegorías de la
vida, no más que eso. Que lenguajear y emocionar enriquece
el florecimiento humano. Que el infortunio es un azar, no un
castigo ni una condena. Y que creer en dios es un acto de
libertad, como no creer. En un mundo abierto existe la duda,
el escepticismo, la negación como derecho, y nunca jamás la
sumisión. En la República islámica de Irán sólo hay una verdad
que cancela toda diversidad humana, de pensamiento,
obra y omisión: el chiismo. Este fanatismo tiene secuestrada
a la acción. Cuando la sociedad derribe el pecado caerá el
régimen y el velo.
1. Lonely planet, (2017).
2. Amnistía Internacional, (28 de mayo de 2019).
3. Álvaro Cordero (21 de octubre de 2022). France 24.
REVISTA [45] MOMENTOS