MOMENTOS 65
Bienvenidos a la nueva edición de la Revista Momentos, una bella publicación con los temas y personajes que apasionan a quienes aman lo mejor de la vida.
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Cómo reducir la contienda
Somos diferentes y, por lo tanto, tendremos dificultades para conciliar y estar de acuerdo. En esta
enseñanza aprenderemos cómo ser pacificadores para resolver y reconciliar las relaciones en un
mundo lleno de disputas y confrontaciones.
POR PASTOR RICK WARREN / FOTO PIXABAY
Santiago 3:18. “Y los que procuran la paz, sembrarán semillas
de paz y recogerán una cosecha de justicia”.
Jesús, en el Sermón del Monte, dijo: “Bienaventurados los
pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios”. Pacificar
no es evadir y tampoco apaciguar. Algunos dicen: “yo
mantengo la paz en mi matrimonio evadiendo las peleas, no
pateo el panal. Escondo mi inconformismo bajo el tapete, me
trago mi amargura, yo solo ignoro lo que me causa conflicto”.
Eso no es pacificar. Es cobardía y no mejora la situación.
Apaciguar es siempre desistir, que cada cual haga lo que
quiera. Tampoco es pacificar. Es una codependencia cuando
estás cediendo todo el tiempo.
Jesucristo no huía de un conflicto legítimo. Él sabía cómo
resolverlo, cómo lidiar de frente con la dificultad y cómo restaurar
una relación.
Estos son los 10 pasos bíblicos para resolver un conflicto:
1. BAJAR MI VOZ. Proverbios 15:1: “La respuesta amable
calma el enojo; la respuesta violenta lo excita más”. Entre más
subas tu tono de voz, más fuerte discute la otra persona y los
dos terminan gritando. En el nivel más alto de la mente está
el córtex del cerebro, allí está tu capacidad para hablar, armar
estrategia, planear, pensar y razonar. Cuando usas tu córtex
estás en capacidad de resolver el problema creativamente,
pero cuando sientes miedo o enojo te sales de tu córtex y
bajas a la parte más instintiva de tu cerebro y en ese punto
no piensas adecuadamente, empiezas a insultar y dices cosas
que luego lamentarás. Cada vez que estás en conflicto no estás
siendo listo y haces cosas tontas. Entre más levanto mi voz,
más reduzco mi inteligencia, porque cuando gritas no estás
en la parte racional y humana, estás en lo instintivo y visceral.
Neuronas espejo: Recibiré lo que sea que dé. El cerebro
funciona con las neuronas espejo que te dan la habilidad
de sentir lo que ves, por eso nos gusta ir al cine; frente a la
pantalla nos contagiamos de los sentimos que vemos. Si los
personajes están felices, tú también; si están tristes, tú sientes
ganas de llorar; si desean venganza, tú también.
REVISTA [54] MOMENTOS