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se centra en Cristo. Porque la doctrina que entrañan sus conferencias ha de verse bajo esa
luz de ambivalencias, de interrogantes personales, de ansias de sublimación que le
acucian a lo largo de sus correrías.
En Casiano se encuentran descritas todas las fases de la vida mística que describen
nuestros más modernos tratados de espiritualidad. Sólo que no se hallan sintetizadas ni
expuestas en un orden sistemático.
Distinguiendo bien los medios de adquirir la perfección de la perfección misma, no la
hace consistir Casiano ni en las austeridades ni en las obras de misericordia, ni siquiera
en los carismas o dones preternaturales, sino en la caridad que nos une a Dios[29].
Podría afirmarse que la espiritualidad del monje de Marsella, como la de todos los
autores antiguos, es, sobre todo, una espiritualidad de combate: es un ejercicio, un
ascetismo. Casiano quiere, no obstante, que la mortificación exterior sea siempre
moderada: «Valdría más tomar todos los días —dice— una comida razonable que ayunar
largamente y con exceso»[30].
En Casiano apunta ya la idea de las tres vías, purgativa, iluminativa y unitiva. Baste
citar, entre otros, el pasaje siguiente: «Cheremón nos dijo: hay tres cosas que alejan a los
hombres del vicio: el temor del infierno y de la ley, la esperanza y el deseo del cielo, el
atractivo del bien y el amor de la virtud»[31]. Y más claramente distingue en el trabajo
un doble aspecto: uno, negativo, que es la renuncia por la cual nos alejamos del mal, y
otro, positivo, que es la oración y la contemplación, por la cual practicamos el bien y nos
unimos a Dios.
Tomadas, pues, en su conjunto, las Colaciones constituyen un directorio completo y
de los más autorizados de la vida monástica o simplemente ascética.
Por lo demás, con su obra Casiano da a la vida monástica una nueva vigencia. El
monacato occidental le parecía desquiciado, lánguido. Por eso concibió el plan de
reformarlo. Para ello introduce las observancias del cenobitismo egipcio, mitigadas por
las de Palestina y Mesopotamia[32], e integra en la vida del cenobio —por una
transposición que representa el gran hallazgo de Casiano— lo esencial de la
anacoresis[33].
Digamos, en fin, que sus experiencias, las fuentes en que bebe el oro puro de su
doctrina, la índole y trascendencia de los temas y aun la forma documentada y sagaz en
que los pone de relieve, le colocan en la línea de los grandes autores espirituales. Por
eso, al mentar a Casiano —dice un esclarecido investigador de su doctrina— hemos
nombrado al gran maestro de la espiritualidad monástica en Occidente, al más leído de
los antiguos escritores ascéticos y a uno de los tres o cuatro Padres latinos que han
marcado con un cuño original la vida de la Iglesia[34].
Quiera el Señor bendecir esta nueva versión de sus obras, para que se difunda en
círculos cada vez más amplios el conocimiento de la antigua espiritualidad, y las almas
ansiosas de perfección encuentren en ellas pábulo de verdadera y sólida piedad.
DON LEÓN M.ª
y don PRÓSPERO M.ª SANSEGUNDO
Monjes benedictinos
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