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LA DOCTRINA: DOBLE FIN EN LA ASCENSIÓN ESPIRITUAL

Casiano concibe dos fines en la búsqueda y posesión de Dios: el inmediato o σκοπóς y el

mediato o τελος. El inmediato es lo que él llama «la pureza de corazón». Implica la

purificación total del espíritu y el desprendimiento completo de todas las cosas. Este fin

inmediato tiene su valor sólo en razón del τελος, fin último o «reino de Dios», que es la

vida eterna poseída en el cielo[14].

A estos dos fines —próximo y supremo— corresponden dos aspectos o grados de vida

espiritual: la πράξις, πρακτική scientia o vita actualis, que es sinónimo de «vida

ascética», y la θεωρία, θεωρετιχη, scientia o vita theoretica, que es lo mismo que «vida

contemplativa».

Para alcanzar el fin próximo o «pureza de corazón», que es caridad[15], santidad[16],

el monje renuncia a todo y abraza una vida de total consagración a Dios. El conjunto de

estas renuncias y prácticas religiosas constituyen la vita actualis o practica, o sea, el

ascetismo monástico[17]. El conocimiento de los vicios y el modo de curarlos, y el de

las virtudes y manera de adquirirlas, son los dos jalones de esta scientia preliminar de

ascesis.

Esta ciencia le lleva como de la mano a la vita theoretica o contemplación, que le

pone en posesión del fin último de su vida: el reino de Dios[18]. Por la ascesis, pues,

camina el monje hacia la unión con Cristo; por la «ciencia práctica», a la «ciencia

teorética»; por el ascetismo, a la contemplación, que es, para Casiano, la realización

incipiente del quehacer eterno del cielo.

Ahora bien, para vivir la vita actualis y la vita contemplativa es de capital importancia

la «discreción»[19]. Esta virtud distingue lo que favorece el bien, lo que fomenta el mal,

lo que viene del hombre y lo que procede del demonio[20]. Además, para obrar el bien

precisa de continuo la gracia de Dios. Es este un aspecto en que Casiano insiste

enérgicamente. Pero, por desgracia, yerra en un punto notable. Al contrario de san

Agustín, cree Casiano que para salvaguardar la libertad de la voluntad se debe admitir en

el libre albedrío un mínimum de iniciativa personal del todo independiente. Este desliz

fue parte para que se le considerara como fautor del semipelagianismo. No obstante, en

hecho de verdad, Casiano no es quien inventó esta teoría. Los orígenes de tal doctrina se

remontan más allá en la historia de la teología y de la ascesis. Orígenes y san Juan

Crisóstomo, entre otros, trazaron ya inconscientemente los primeros esbozos doctrinales

de la misma[21].

LA CONTEMPLACIÓN

La ascesis no es el fin de la vida espiritual; nos suministra solamente los medios para

llegar a la contemplación.

De ella, en cuanto constituye la esencia de la vida eremítica, trata Casiano en la

Colación IX: la oración pura, las formas de la plegaria, el sentido del Pater Noster, la

oración ígnea, constituyen para él el más alto grado de oración. La compunción y el don

de lágrimas son las señales por las cuales sabemos que hemos sido oídos. Por otra parte,

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