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Trobairitz 2 - 2023 MAY

No es silenciar a otros para hacer oír nuestra voz: Es tener el espacio en nuestros oídos para escucharnos todos, para no acallar a nadie y, de esa manera, elegir a quienes queremos seguir oyendo. Cancelar las voces de otros autoriza a los otros a cancelar mi voz. https://www.instagram.com/trobairitzmagazine/

No es silenciar a otros para hacer oír nuestra voz:
Es tener el espacio
en nuestros oídos
para escucharnos todos,
para no acallar a nadie y,
de esa manera, elegir a quienes
queremos seguir oyendo.
Cancelar las voces de otros
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Andrea V. Luna

TIPS PARA ESCRITORES:

SOBRE LA PUNTUACIÓN EN LOS DIÁLOGOS ©

Alguien, alguna vez, me preguntó cómo se debían

presentar los diálogos en un cuento: era un alumno

que escribía muy bien y tenía ganas, justamente, de presentar

un trabajo suyo en un certamen literario local.

Recuerdo que en aquel momento le indiqué dos estilos,

los dos tradicionales: directo e indirecto; pero la verdad

es que hay por lo menos tres maneras más y cada una

de ellas responde a necesidades expresivas y estilísticas

bien diferenciadas.

En primer lugar, podemos incluir el diálogo en

el cuerpo del relato sin puntuación que lo diferencie de

lo que no lo es. Este modo, a simple vista, no parece

nada correcto, y esto suele ser cierto, salvo que el efecto

sea el de buscar la introspección en lo que se denomina

monólogo interior (un estilo bastante complejo por su

fraccionamiento, alteraciones de humor, disparidad de

criterios, inclusiones de textos externos, desorganización

y demás, que son propios del discurrir del razonamiento),

lo cual acentúa la confusión de ideas del personaje,

ya que lo que se busca es revelar sus pensamientos

a un nivel prediscursivo (esto es, antes de

que sean verbalizados) de modo tal que no parezcan

estar controlados por el autor y, también,

muestra al lector su intimidad más cruda. Este

estilo floreció en el resurgimiento de la novela

del siglo XX y fue cultivado con maestría por

Joyce en su Ulises.

Otro modo es distinguir el diálogo entrecomillándolo,

como lo ha hecho, por ejemplo, Alejo Carpentier.

Sin embargo, este estilo parece más apropiado

a la hora de incluir en la narración los pensamientos del

personaje: algo que debemos conocer como lectores,

pero que debe permanecer oculto de quienes lo rodean.

Usado con habilidad, puede dar resultados estremecedores

si, por ejemplo, el personaje se saliera del control

del autor y tramara algo diferente a lo que expresa

abiertamente. También es propio de la lengua inglesa.

Otra posibilidad que resulta llamativa es la

inclusión del diálogo con la forma habitual del género

dramático: anotando en cada entrada el nombre

del personaje. Suelo utilizarlo como un recurso

de vez única en narraciones muy extensas, cuando

la idea es dotar a la escena una sensación de

agilidad e inmediatez sin que sea nece-

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