Listín Diario 15-04-2024
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10 cm<br />
5 cm<br />
SANTO DOMINGO, RD. LUNES, <strong>15</strong> DE ABRIL DE <strong>2024</strong><br />
17<br />
La República<br />
4 cm<br />
3,5 cm<br />
Enfoque<br />
3 cm<br />
JULIO CURY<br />
Santo Domingo, RD<br />
El art. 53.3 de<br />
la Ley núm.<br />
137-11 sujeta<br />
la revisión<br />
constitucional<br />
de decisiones jurisdiccionales<br />
a la violación de<br />
al menos un derecho fundamental,<br />
condición que,<br />
aunque necesaria, es insuficiente<br />
para admitirla a<br />
trámite. El Tribunal Constitucional<br />
debe determinar<br />
si concurre un requisito<br />
adicional que el párrafo de<br />
esa norma exige: la especial<br />
trascendencia o relevancia<br />
constitucional.<br />
Este sintagma vago e indeterminado<br />
lo hicimos<br />
nuestro de la modificación<br />
que en España sufrió su<br />
LOTC en el 2007, la cual, a<br />
su vez, lo adoptó de la normativa<br />
alemana que más de<br />
una década antes había optado<br />
por abandonar la subjetivación<br />
del recurso en<br />
comento. La trascendencia<br />
especial es también requisito<br />
de admisibilidad de la revisión<br />
constitucional de sentencias<br />
de amparo, mas el<br />
art. 100 de la Ley núm. 137-<br />
11 que, para no faltar a la<br />
verdad, es un calco del art.<br />
50.1 b) del texto ibérico, al<br />
menos ofrece una directriz:<br />
“… se apreciará atendiendo<br />
su importancia para la<br />
interpretación, aplicación y<br />
general eficacia de la Constitución,<br />
o para la determinación<br />
del contenido,<br />
alcance y la concreta protección<br />
de los derechos fundamentales”.<br />
De todas formas, la textura<br />
abierta del predicado<br />
que me mueve a escribir le<br />
da al intérprete un amplísimo<br />
margen de apreciación,<br />
por lo que el supremo intérprete<br />
de nuestra Ley Sustantiva,<br />
interesado en concretar<br />
profuturo su alcance,<br />
empezó a bosquejarlo en<br />
su TC/0007/12. Poco después,<br />
en la TC/0012/12,<br />
ofreció un repertorio -no limitativo-<br />
de supuestos que<br />
lo acreditan.<br />
A decir verdad, no debimos<br />
injertar la especial relevancia<br />
en nuestra legislación<br />
tan temprano como<br />
en el 2011. Como sabemos,<br />
en España obedeció al propósito<br />
de aligerarle la carga<br />
laboral a su colegiado constitucional,<br />
por lo que estando<br />
nosotros huérfanos para entonces<br />
de jurisprudencia en<br />
la materia, resultaba ilógico<br />
taponar el cedazo de la revisión<br />
constitucional, salvo que<br />
el legislador tuviese a manos<br />
un barómetro o algún otro<br />
instrumento de precisión que<br />
le permitiera anticipar que<br />
entre nosotros ocurriría lo<br />
mismo.<br />
Haber objetivado la revisión<br />
constitucional sobre<br />
la base de experiencias de<br />
otras latitudes, sin saber quizás<br />
de dónde traía causa, fue<br />
una actitud intelectual poco<br />
plausible. Sea como fuere, lo<br />
cierto es que asumimos una<br />
redacción farragosa que presupone<br />
la inadmisibilidad,<br />
endosándole implícitamente<br />
al recurrente la carga de justificarla<br />
independientemente<br />
a la sustentación jurídica<br />
respecto del derecho fundamental<br />
que se alega vulnerado.<br />
Sospecho que el legislador<br />
no conocía el terreno<br />
que pisaba. En primer término,<br />
porque para renunciar a<br />
la dimensión subjetiva del recurso<br />
en mención en cuanto<br />
a las sentencias de amparo,<br />
los españoles tomaron en<br />
cuenta la posibilidad de recurrir<br />
en apelación y casación<br />
las sentencia dictadas, lo<br />
que además de no ser así entre<br />
nosotros, permite suponer<br />
allá -por la capacitación<br />
de sus juzgadores- la adecuada<br />
protección subjetiva de los<br />
derechos fundamentales.<br />
Y en segundo lugar, porque<br />
el art. 7.1 de nuestra Ley<br />
núm. 137-11 prevé que la jurisdicción<br />
constitucional “debe<br />
estar libre de obstáculos,<br />
impedimentos, formalismos<br />
o ritualismos que limiten irrazonablemente<br />
la accesibilidad<br />
y oportunidad de la justicia”.<br />
Este enunciado, mutatis<br />
mutandis, se reitera en el numeral<br />
9 del mismo precepto:<br />
“Los procesos y procedimientos<br />
constitucionales deben<br />
estar exentos de formalismos<br />
o rigores innecesarios que<br />
afecten la tutela judicial efectiva”.<br />
La paradoja no puede ser<br />
mayor, porque siendo la ley<br />
un tejido denso y entrecruzado<br />
que se vertebra de forma<br />
sistemática, la especial<br />
relevancia parece contrariar<br />
los principios previstos en las<br />
normas transcritas, considerando<br />
que la primera garantía<br />
que consagran los artículos<br />
69 constitucional y 25 de<br />
la CADH es la de acceder a la<br />
jurisdicción. Se trata, en efecto,<br />
del presupuesto indispen-<br />
La especial<br />
trascendencia<br />
constitucional<br />
sable para materializar los<br />
demás derechos fundamentales<br />
que, vale aclararlo, no<br />
se limita a “traspasar el umbral<br />
de la puerta de un tribunal,<br />
sino a que, una vez dentro,<br />
este cumpla la función<br />
para la que está instituido”,<br />
como enseña Díez Picazo Giménez<br />
con irreprochable corrección.<br />
Esa viabilidad es la que<br />
precisamente problematiza<br />
el concepto analizado, sin olvidar<br />
que es contrario al principio<br />
pro actione hacerlo por<br />
vía legislativa o a través de<br />
“la interpretación excesivamente<br />
rigurosa y formalista<br />
de las normas procesales”,<br />
conforme al TEDH en el caso<br />
Pérez de Rada Cavanilles vs<br />
España. Por fortuna, tanto el<br />
art. 53.3 como el art. 100 de<br />
la Ley núm. 137-11 han sido<br />
interpretados de manera<br />
flexible y finalista por el Tribunal<br />
Constitucional, que ha<br />
rehusado institucionalizar su<br />
discrecionalidad, desplazando<br />
el centro de gravedad del<br />
asunto desde la ley a los principios<br />
de razonabilidad y justicia.<br />
Y así, ha evitado que la<br />
especial trascendencia, utilizada<br />
en España y Alemania<br />
para acortar la oportunidad<br />
recursiva ante sus sedes constitucionales,<br />
restrinja la oportunidad<br />
de interponer el recurso.<br />
Reitero que el injerto del<br />
sintagma en cita fue aventurado,<br />
como también lo sería<br />
una redefinición de su alcance<br />
en atención a la arrogancia<br />
del positivismo, o lo que<br />
es lo mismo, a la literalidad<br />
de las normas que lo contemplan.<br />
No sin razón, el profesor<br />
chileno Carlos del Río Ferrett<br />
defiende la necesidad de<br />
aplicar los “mecanismos de<br />
admisibilidad con una interpretación<br />
favorable al acceso<br />
al medio de impugnación,<br />
debiendo hacer primar la voluntad<br />
de impugnación sobre<br />
exigencias técnicas o formales<br />
que embaracen su ejercicio”.<br />
Asimismo, en el caso Herrera<br />
Ulloa vs Costa Rica y,<br />
posteriormente, en Castillo<br />
Petruzzi y otros vs Perú,<br />
la Corte IDH expuso que “La<br />
posibilidad de recurrir el fallo<br />
debe ser accesible, sin requerir<br />
mayores complejidades<br />
que tornen ilusorio el<br />
derecho”, como indudablemente<br />
lo torna la especial<br />
trascendencia. Nuestra doctrina<br />
constitucional tampoco<br />
difiere: “[…] ante dudas<br />
fundadas sobre la observancia<br />
por parte del recurrente<br />
de un requisito objetivo de<br />
admisibilidad en particular,<br />
el Tribunal Constitucional<br />
debe presumir la sujeción<br />
del recurrente a dicho<br />
requisito para garantizar la<br />
efectividad de sus derechos<br />
fundamentales”.<br />
Y agrega: “Respecto a<br />
la aplicación de este principio<br />
en los procesos constitucionales,<br />
este colegiado<br />
concuerda con el<br />
criterio externado por la<br />
Corte Constitucional de Colombia,<br />
la cual… asentó el<br />
criterio que se transcribe<br />
a continuación: […] debe<br />
preferirse una decisión de<br />
fondo antes que una inhibitoria,<br />
de manera que se privilegie<br />
la efectividad de los<br />
derechos de participación<br />
ciudadana y de acceso al recurso<br />
judicial efectivo ante<br />
la Corte […] el rigor en<br />
el juicio que aplica la Corte<br />
al examinar la demanda<br />
no puede convertirse en un<br />
método de apreciación tan<br />
estricto que haga nugatorio<br />
el derecho relativo al recurso<br />
de revisión constitucional<br />
de decisión jurisdiccional”.<br />
La sobrecarga procesal<br />
es un problema que enfrentan<br />
todos los órganos jurisdiccionales,<br />
y es previsible<br />
que en una sociedad cada<br />
día más compleja e informada,<br />
los desencuentros<br />
aumenten progresivamente<br />
y degeneren en procesos.<br />
Sin embargo, la respuesta<br />
no debe ser la constricción<br />
del trámite de admisión a la<br />
justicia, y tanto menos a la<br />
constitucional, toda vez que<br />
ella es la que restablece, como<br />
con meridiana claridad<br />
señala Humberto Nogueira<br />
Alcalá, “el imperio del derecho<br />
afectado, preservando<br />
u otorgando fuerza normativa<br />
al derecho constitucional<br />
material, superando…<br />
los déficits de interpretación<br />
y ponderación de derecho<br />
o los déficits de procedimiento”.<br />
Nuestro Tribunal Constitucional<br />
cumpliría ineficazmente<br />
su función objetiva<br />
–defensa del texto supremo-<br />
y la subjetiva –protección<br />
de los derechos fundamentales-,<br />
si reprodujera el<br />
arbitrario patrón de selección<br />
de su versión anglosajona:<br />
el writ of certiorari.<br />
Del mismo modo que la<br />
demanda pública de servicios<br />
hospitalarios no puede<br />
desincentivarse reduciendo<br />
el personal médico o el suministro<br />
gratuito de medicamentos<br />
a los desheredados<br />
de la buena suerte, no<br />
puede desmotivarse a los<br />
ciudadanos a impugnar en<br />
revisión constitucional taponando<br />
el filtro de admisibilidad.<br />
Sucede lo mismo con el<br />
interés casacional, otro concepto<br />
importado con fines<br />
economicistas que se presta<br />
a interpretaciones excesivamente<br />
discrecionales, del<br />
cual la Ley núm. 2-23 apenas<br />
ofrece un catálogo de<br />
supuestos que presumen su<br />
contenido material. El remedio<br />
terminará siendo peor<br />
que la enfermedad, ya que,<br />
al obstruir la puerta principal<br />
de entrada a la SCJ, inmovilizará<br />
al derecho, como si<br />
acaso no fuese necesario encajarlo<br />
en la horma del modelo<br />
del contexto imperante<br />
al momento de aplicarlo.<br />
En definitiva, pienso<br />
que hasta que la sublevación<br />
contra los precedentes<br />
constitucionales no apareje<br />
sanción, la especial trascendencia<br />
debe seguirse interpretando<br />
, o si se prefiere, al<br />
modo lampedusiano: prescindiendo<br />
de la naturaleza<br />
objetiva de dicho requisito.<br />
Después de todo, el legislador<br />
sabio y omnicomprensivo<br />
es una falacia, amén de<br />
que la razón jurídica, en palabras<br />
de Alejandro Nieto,<br />
“controla el derecho, verifica<br />
si cumple con los objetivos<br />
previstos, si está adaptado a<br />
las circunstancias existentes”.<br />
Por desgracia, en el ámbito<br />
del Poder Judicial no se<br />
tutelan debidamente los derechos<br />
e intereses legítimos,<br />
por lo que el juicio de relevancia<br />
constitucional debe<br />
seguirse haciendo con la flexibilidad<br />
que se ha venido<br />
haciendo. De lo contrario, las<br />
funciones que, de modo principalísimo,<br />
el art. 184 de la<br />
Carta Sustantiva le asignó a<br />
la jurisdicción especializada<br />
que esa misma norma creó,<br />
devendrá en una quimera:<br />
“garantizar la supremacía<br />
de la Constitución, la defensa<br />
del orden constitucional y<br />
la protección de los derechos<br />
fundamentales”.