La Misa cara a Dios - coro san clemente i
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Estos textos son indispensables para situar la posición, de San Agustín. Él tenía<br />
que hacer frente por una parte a las aberraciones de los maniqueos, y por otra,<br />
a1 culto pagano del sol. En su Ciudad de <strong>Dios</strong> (XIX, 23) denuncia un eventual<br />
contrasentido: en nisi Domino soli, se trata de Dominus solus (sólo el Señor), y<br />
nodominus Sol (el dios Sol) [15].<br />
En conclusión, San AGUSTÍN pone en guardia a los fieles contra ciertas<br />
actitudes: "No dirijas tus miradas hacia las montañas, no alces los ojos hacia<br />
la luna, el sol o las estrellas... Purifica solamente la cámara de tu corazón".<br />
(Tratado sobre el Evangelio de San Juan, P.L. 35, 1487).<br />
No por eso deja de ser menos sensible al auténtico simbolismo de la luz. Así se<br />
expresa en su Sermón 190, para el día de Navidad: "El día de su nacimiento es<br />
el emblema misterioso de la luz que El viene a esparcir... Debiendo disminuir a<br />
medida que creciera la fe esa infidelidad que se había abatido sobre el mundo<br />
entero como una noche espesa, es por tal razón que en el día del nacimiento de<br />
Jesucristo la noche comienza a decrecer y 1a luz a crecer. Que ese día,<br />
hermanos, sea pues para nosotros un día solemne. Celebrémoslo, no como los<br />
infieles en atención al sol, sino en consideración de Aquél que creó al sol<br />
mismo... ¿Acaso no domina Él hoy a ese sol al que rinden honores divinos los<br />
ciegos que no sabrían contemplar al verdadero Sol de justicia?"<br />
Desgarrado entre por una parte el riesgo de ver a los cristianos extraviarse en el<br />
retorno al mito pagano del sol o en la herejía maniquea, y por otra parte, ese<br />
sentido profundo y ese gusto del símbolo que son uno de los rasgos<br />
<strong>cara</strong>cterísticos de su espíritu, San AGUSTÍN se ve evidentemente obligado a<br />
adoptar la actitud de sabiduría y de prudencia que tales circunstancias le<br />
imponen. Se lo percibe muy bien en su comentario al Sermón de la montaña,<br />
según San Mateo:<br />
• Invita a los fieles a buscar a <strong>Dios</strong> antes en espíritu que en un cuerpo<br />
celeste: magis eum quaerant in anima quam in corpore etiam caelesti.<br />
• Los cielos en los que habita nuestro Padre son ante todo los "corazones<br />
de los justos", donde "<strong>Dios</strong> reside como en su templo": in cordibus<br />
iustorum . . . tanquam in templo suo <strong>san</strong>cto.<br />
Ello, a propósito del Pater noster, qui es in coelis.<br />
Pero no por esto deja de escribir, y lo siguiente es muy importante: "Es para<br />
expresar este pensamiento que, cuando oramos, nos damos vuelta hacia el<br />
oriente unde coelum surgit. No que <strong>Dios</strong> habite allí y haya abandonado las<br />
otras partes del mundo, Él que está presente en todas partes... Sino que el<br />
espíritu se ve así invitado a dirigirse hacia lo que hay de más perfecto, ya que<br />
el cuerpo, que es terrestre, se dirige hacia la sustancia más eminente, que es el<br />
cielo" [16].<br />
Y sigue un comentario sobre Cristo, luz del mundo.<br />
Este ad orientem convertimur se junta con el conversí ad Dominum del<br />
segundo sermón en honor de San Cipriano y con todas las fórmulas semejantes<br />
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