La Misa cara a Dios - coro san clemente i
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Capítulo I - EL SIMBOLISMO DE LA ORIENTACIÓN<br />
En una obra enciclopédica reciente, de la pluma de un conocido liturgista puede<br />
leerse esta sorprendente afirmación: "<strong>La</strong> Iglesia romana no aceptó mucho y ni<br />
siquiera comprendió la orientación". Y daba como prueba cierto sermón del<br />
Papa San León.<br />
Tal afirmación, muy evidentemente, quiere justificar la pasión actual por la misa<br />
<strong>cara</strong> al pueblo. <strong>La</strong>mentablemente, lo que se afirma es contrario a la verdad<br />
histórica. Tan bien "aceptó y comprendió la orientación" la Iglesia romana que<br />
hizo de ella rápidamente una regla general. En cuanto a San León, no sólo no la<br />
condenó, sino que es de aquellos que la purificaron de todo equívoco pagano.<br />
En este estudio quisiéramos hacer presente a quienes la hayan olvidado o la<br />
desconozcan esta hermosa tradición de la Iglesia universal: la oración versus<br />
ad Orientem.<br />
Quisiéramos recordar sus consecuencias sobre los ritos del altar, los gestos de la<br />
asamblea, la elección de los textos sagrados, finalmente, sobre el arreglo y la<br />
decoración de los lugares de culto.<br />
Desconcertados por la tendencia moderna a poner en duda sus pruebas, sin<br />
embargo incuestionables, o por lo menos a considerarlapermitida, quisiéramos<br />
mostrar cómo entró esta tradición y se mantuvo en el cristianismo más<br />
ortodoxo. Finalmente, a aquellos para quienes el encuentro del hombre con<br />
<strong>Dios</strong> es asunto de pura interioridad y debe prescindir de toda referencia<br />
exterior, les quisiéramos decir que la Escritura y la enseñanza de los Padres, los<br />
textos y los ritos litúrgicos están llenas de alusiones cósmicas. Tratando de<br />
desacralizar al universo, el humanismo moderno desconoce el alma humana,<br />
pues la priva del recurso a los símbolos, es decir de un paso esencial en su<br />
búsqueda de lo divino y para su acceso a él.<br />
Comencemos por algunas consideraciones históricas y litúrgicas.<br />
Sol Invictos<br />
¿Hubo al comienzo contaminación por el culto solar? ¿Se apolonizó el <strong>Dios</strong> de<br />
los cristianos? <strong>La</strong> cuestión merece ser planteada, a causa de la importancia<br />
considerable de ese culto en el imperio romano y de su revitalización bajo la<br />
forma del Mitracismo importado de Oriente en el memento del nacimiento de<br />
Cristo. Es sabido que persistió paralelamente al Cristianismo; que Constantino<br />
mismo, muy adicto a sus "ascendencias" de Apolo, se había hecho representar<br />
como dios sol sobre el foro de Constantinopla; y que Juliano el Apóstata puso de<br />
nuevo en vigor a Mitra a mediadas del siglo IV. Esto quizás explica, en el siglo<br />
siguiente, las reticencias de San LEÓN MAGNO, inquieto al ver que algunos<br />
cristianos rendían homenaje al sol naciente (converso corpore ad nascentem<br />
salem se reflectant et, curvatis cervicibus, in honoremsplendidi orbis, se<br />
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