Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
–Muy bien, estamos en la gloria –respondo tratando de que no se me note<br />
el nerviosismo.<br />
–Oria oria oria oria… –repite Juan.<br />
–¿Seguro? –pregunta Vanessa con incredulidad.<br />
–¿Cómo están ustedes? –les grito a mis usuarios.<br />
–Bieeeeeeen –responden a coro.<br />
–Ya lo oyes, estamos todos perfectamente.<br />
–Bueno, pues me alegro –responde la auxiliar–. No os preocupéis, que enseguida<br />
doy aviso.<br />
Y oigo sus pasos lentos, el repiqueteo de sus zuecos sobre el linóleo, y hasta<br />
puedo adivinar su contoneo mientras se aleja por el pasillo, tan tranquila.<br />
Aunque la claustrofobia me tiene ya al borde de la histeria, tengo que seguir<br />
disimulando a toda costa ante mis usuarios. No puedo ponerme a gritar para<br />
evitar que cunda el pánico. Ante todo debo dar muestras de normalidad y de<br />
entereza. Pero la idiota de afuera es incapaz de deducir que mi aparente normalidad<br />
es algo impostado y parece concluir: “Bueno... si tan bien estáis ahí<br />
adentro, no importa que sigáis encerrados un poco más”.<br />
De pronto una voz remota, enmarcada en un zumbido, se deja oír dentro de<br />
la cabina del ascensor.<br />
–Aquí central de alarmas: ¿qué es lo que ocurre?<br />
Aunque me sobresalto, la voz no es para mí un fenómeno desconocido, pues<br />
es frecuente que algún usuario haga sonar la alarma al apoyarse en ella.<br />
Repito otra vez la misma cantinela y de nuevo se me pide paciencia.<br />
Carmina ha comenzado a desabrocharse la blusa y tiene intención de seguir.<br />
54