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punto me veo obligado a hacer un inciso, porque a lo largo de mi vida profesional<br />
he visto muchas últimas voluntades harto más caprichosas que las de<br />
la señora Zumaya, pero jamás me había topado con una cláusula de tan fácil<br />
cumplimiento, expresada con la vehemencia con que su tía me rogó –quizá<br />
sea este un adjetivo que haga justicia a su estado emocional– que me encargara<br />
de transmitirle su voluntad de que lo primero que haga usted tras su llegada<br />
a la finca, sea proceder a la lectura del citado documento. Esta segunda<br />
cláusula, que como habrá podido comprobar, no figura en el testamento de<br />
su tía, me fue comunicada por ella mediante llamada telefónica a mi despacho,<br />
quince días antes de su fallecimiento. Por tanto, aunque no sea materia<br />
legalmente exigible, le ruego que satisfaga usted su voluntad, y mi empeño<br />
en hacer todo cuanto esté en mis manos para propiciarla.”<br />
El testamento, dejando de lado los muchos detalles meramente formales, de<br />
ardua lectura, podría resumirse con suma sencillez, porque Elisa había testado<br />
a mi favor, legándome el terreno, la casa y todo su contenido, a condición<br />
de que no procediese a la venta o remate de esos bienes, sin haber pasado allí<br />
cuando menos dos días con sus noches.<br />
Tía Elisa tenía sus rarezas, sin duda alguna, aunque esta pequeña intriga post<br />
mórtem no fuera ciertamente la mayor. Por lo pronto, se había esfumado del<br />
horizonte familiar en muchas ocasiones y durante largas temporadas, y estas<br />
desapariciones, siempre según la malsana óptica de mi madre, no hacían sino<br />
confirmar su malvada excentricidad, ya que acusaba a Elisa de sumirle deliberadamente<br />
en la inquietud, con la intención de socavar su salud, seriamente<br />
minada por problemas cardíacos. Supongo que los lazos de sangre pueden<br />
abrirse paso a través de lo irreconciliable, y dar pábulo a la paradoja de un<br />
amor fraternal que tan pronto es ensalzado o mitigado por la ausencia, como<br />
puede ser arropado o aniquilado por la cercanía, según soplen los vientos. Entre<br />
ambas hermanas existía un abismo insalvable, excavado pacientemente<br />
por mi madre desde que, siendo tan solo unas niñas, tomaron conciencia de<br />
los opuestos que representaban con precisión paradigmática. La belleza, el<br />
talento y la alegría de la pequeña Elisa no hacían más que subrayar el carácter<br />
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