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TERESA DE JESÚS - Ayuntamiento de Alba de Tormes

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Sólo las cuatro casas ricas <strong>de</strong> siempre, que formaban<br />

una táctica asociación gremial al margen <strong>de</strong> los sindicatos<br />

verticales, con un loable sentido <strong>de</strong> solidaridad vecinal,<br />

ejercían su personalizada beneficencia. La recién<br />

creada Auxilio Social, tan <strong>de</strong>nostada <strong>de</strong>spués, atendida<br />

por la jovialidad <strong>de</strong> un florido manojo <strong>de</strong> señoritas albenses,<br />

tapaba la carencia <strong>de</strong> no pocas bocas bajo el lema:<br />

“no hay nada más bello que servir”.<br />

Los inviernos eran temerosos,<br />

largos y tremendamente<br />

fríos. Las<br />

intensas nevadas y los<br />

ventarrones <strong>de</strong>rribaban<br />

cuanto hallaban a su paso.<br />

Rara era la noche que no<br />

se produjera un apagón<br />

<strong>de</strong>jando la Villa totalmente<br />

a oscuras. El <strong>Tormes</strong> candaba<br />

con un tomo <strong>de</strong> hielo,<br />

y contaban que, <strong>de</strong> Galisancho<br />

a Sieteiglesias, lo<br />

cruzaban con carros <strong>de</strong><br />

bueyes para ir a moler a<br />

Beleña. Es digno <strong>de</strong> resaltar<br />

que, entre aquel ambiente<br />

<strong>de</strong> escasez y<br />

penuria, hubiera alguien<br />

con ganas <strong>de</strong> reír y hacer<br />

reír, que siempre fue más<br />

difícil que hacer llorar. Los<br />

señores Tinito, Monjo y Portus,<br />

se hubieran hecho millonarios<br />

montando un espectáculo, mandando al paro a<br />

Casal, Garisa, Zori y hasta al mismísimo Búster Keaton.<br />

La señora Consuelo Machaquita, excelente persona,<br />

<strong>de</strong> gracia innata, a quien oí <strong>de</strong>cir, refiriéndose a las clases<br />

menesterosas, que al no tener los dos reales que costaba<br />

una entrada <strong>de</strong> gallinero para ver Nobleza Baturra,<br />

El Jardín <strong>de</strong> Alá, <strong>de</strong> la provocativa Marlene Dietrich, u otras<br />

por el estilo, cuyo proyector era accionado a mano por el<br />

señor Vivas, <strong>de</strong> espeso mostacho y, posteriormente, por<br />

los señores Cipria el taxista y Atilano <strong>de</strong> telégrafos; aquellas<br />

personas anónimas, <strong>de</strong> en<strong>de</strong>bles economías –repitoen<br />

las largas noche invernales, se <strong>de</strong>dicaban con verda<strong>de</strong>ro<br />

ahínco a la procreación, lo que, la “señá” Consuelo,<br />

p á gin a 1 9 1<br />

con peculiar gracejo, llamaba “el cine <strong>de</strong> los pobres”.<br />

Para todos ellos y los que cite <strong>de</strong>spués, mi más respetuoso<br />

y cariñoso recuerdo.<br />

Retomemos el hilo <strong>de</strong> la narración y centrémonos en la<br />

década <strong>de</strong> los cuarenta cuando imperaban los sucedáneos:<br />

la achicoria por el café, las algarrobas por las lentejas,<br />

el gasógeno por la gasolina,…; el aceite era <strong>de</strong> soja<br />

y la lecha agua chirle. Ante tal precariedad se inventó el<br />

racionamiento con su<br />

quevediana picaresca,<br />

creándose la Fiscalía <strong>de</strong><br />

Tasas para cortar los abusos.<br />

Su inspector un tal D.<br />

Valentín, chiquitajo, <strong>de</strong><br />

pelo liso “tirao patrás”,<br />

bigotín a lo Clark Gable,<br />

gastaba antiparras con<br />

cristales culo botellas. Se<br />

alojaba en la fonda para<br />

darse pisto y tenía muy<br />

mal “gerol”. Era el terror<br />

<strong>de</strong> los comerciantes <strong>de</strong> ultramarinos,<br />

aunque, sabiéndole<br />

camelar, se le<br />

podía convencer obsequiándole,<br />

bajo cuerda,<br />

con una lata <strong>de</strong> aceite,<br />

unos garbanzos <strong>de</strong> aquellos<br />

más duros que los<br />

pies <strong>de</strong> los Apóstoles, un<br />

par <strong>de</strong> kilos <strong>de</strong> azúcar<br />

blanco, u otras exquisiteces.<br />

Era todo un tipo <strong>de</strong> película, o, mejor, <strong>de</strong> comedia tragicómica.<br />

La mocedad, como siempre, andaba en otro rol. Los<br />

domingos, antes <strong>de</strong> ir al baile <strong>de</strong> Pilas a bailar al son <strong>de</strong><br />

un manubrio <strong>de</strong>safinado, salía al campo a apañar lo que<br />

hubiera: piñas, higos, bellotas, almendrucos, moras, etc.,<br />

y si no lo podían traer para casa, al menos, regresaban<br />

con la andorga bien llena. Se daban casos muy chuscos<br />

como el <strong>de</strong>l siguiente ripio:<br />

La Genara y la Cirila<br />

fueron juntas a bellotas,<br />

la Genara subió al árbol<br />

y tenía las bragas rotas.

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