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TERESA DE JESÚS - Ayuntamiento de Alba de Tormes

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niendo <strong>de</strong> viaje con una compañera suya, habiendo logrado<br />

<strong>de</strong>l Señor que vinieran los ángeles a guiarla hasta<br />

llegar a una fuente, que hay junto al camino, don<strong>de</strong> apagó<br />

su sed. En la catedral <strong>de</strong> Salamanca hay un cuadro a la<br />

/ entrada <strong>de</strong> la sacristía, que conserva la tradición <strong>de</strong> este<br />

suceso” (pp. 197-198).<br />

Pensando en los peregrinos teresianos, notamos que<br />

las referencias están muy bien escogidas y <strong>de</strong>scritas, pero<br />

en el caso <strong>de</strong> la fuente el sentido crítico <strong>de</strong> Don Vicente,<br />

como ocurrió tantas veces en sus investigaciones tan meritorias,<br />

no ha ido más allá <strong>de</strong> la tradición popular que se<br />

había <strong>de</strong>terminado y fijado <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el mismo siglo XIX, no<br />

muchos años antes. Con todo, las noticias que da son preciosas<br />

para cerciorarnos <strong>de</strong> eso que <strong>de</strong>cíamos antes, que<br />

fueron las peregrinaciones masivas que entonces se pusieron<br />

<strong>de</strong> moda, las que hicieron <strong>de</strong> este paraje como un<br />

lugar santo teresiano que bien merecía una parada por<br />

parte <strong>de</strong> los caminantes antes <strong>de</strong> llegar a la villa ducal.<br />

No hace alusión a la reciente construcción <strong>de</strong>l monumento<br />

para a<strong>de</strong>centar la fuente, que ya llevaba algunos años.<br />

Pero no tardando mucho, siempre en torno al 1882 se<br />

edita un Salamanca un álbum <strong>de</strong> fotos por la Imprenta <strong>de</strong><br />

Núñez (“Album Recuerdo <strong>de</strong> Santa Teresa <strong>de</strong> Jesús”) que<br />

muestra la fotografía <strong>de</strong>l paraje con este epígrafe: Fuente<br />

<strong>de</strong> Sta Teresa en la Carretera <strong>de</strong> <strong>Alba</strong> <strong>de</strong> <strong>Tormes</strong>.<br />

Ninguna referencia posterior a la fuente hallamos en<br />

la Guía <strong>de</strong>l Peregrino (Madrid 1904) <strong>de</strong>l Padre jesuita Isidro<br />

Hidalgo, ni en el álbum <strong>de</strong> T. Rodríguez Rubio y C.<br />

Gómez Gutiérrez, Recuerdos y bellezas <strong>de</strong> <strong>Alba</strong> <strong>de</strong> <strong>Tormes</strong><br />

(Sevilla 1922). Mientras que la cartilla excursionista nº 8<br />

<strong>de</strong>dicada a <strong>Alba</strong> <strong>de</strong> <strong>Tormes</strong> por Elías Tormo (Madrid 1932),<br />

como se <strong>de</strong>tiene sólo en la dimensión artística, hace apenas<br />

una referencia <strong>de</strong> paso, diciendo: Después <strong>de</strong> cosa <strong>de</strong><br />

unos 14 kilómetros <strong>de</strong>s<strong>de</strong> Salamanca, el punto más pintoresco<br />

lo marca (a <strong>de</strong>recha) la Fuente <strong>de</strong> Santa Teresa<br />

en la alquería “<strong>de</strong> los Perales”, don<strong>de</strong> se pue<strong>de</strong> hacer alto<br />

unos momentos para contemplar el paisaje” (pp. 2-3).<br />

4. Pero el recuerdo se complica todavía más. A lo que<br />

pudiéramos llamar el núcleo fundamental <strong>de</strong> la tradición<br />

(pérdida <strong>de</strong> la Santa en estos parajes, escena <strong>de</strong> los ángeles,<br />

encuentro <strong>de</strong>l camino y <strong>de</strong> la fuente…), vendrá a<br />

añadirse, no tardando mucho, otra leyenda que se erige en<br />

explicación alternativa, la <strong>de</strong> la cruz <strong>de</strong>l rayo, es <strong>de</strong>cir, un<br />

milagro <strong>de</strong> santa Teresa a favor <strong>de</strong>l mismísimo III Duque<br />

<strong>de</strong> <strong>Alba</strong>, leyenda que organiza por vez primera Antonio<br />

p á gin a 2 4 1<br />

García Maceira en su libro Leyendas salmantinas (1887 y<br />

1890) y que publicaría <strong>de</strong> nuevo en un artículo <strong>de</strong> la Basílica<br />

Teresiana 3 (1899) 39-43: La cruz <strong>de</strong>l rayo.<br />

Se imagina al Gran Duque durante una visita a los<br />

Con<strong>de</strong>s <strong>de</strong> Monterrey en Salamanca en una tar<strong>de</strong> <strong>de</strong><br />

agosto con amenaza <strong>de</strong> temporal tormentoso, por lo que<br />

éste acelera el camino <strong>de</strong> retorno a su villa:<br />

“No hay cosa más mudable que el tiempo en esta estación.<br />

El aire barrerá las nubes, y <strong>de</strong> todos modos nuestras<br />

mulas necesitan poco rato para ponernos en casa.<br />

Breves momentos <strong>de</strong>spués, el Duque <strong>de</strong> <strong>Alba</strong> y su<br />

criado cruzaban el puente sobre el <strong>Tormes</strong>, cuando ya <strong>de</strong>nsas<br />

nubes pardas cerraban el horizonte hacia los altos <strong>de</strong><br />

Montalvo.<br />

Al llegar al espeso monte <strong>de</strong> los Perales la tormenta<br />

era <strong>de</strong>shecha. El pedrisco saltaba en los surcos y se<br />

amontonaba en los barrancos, y una manga formidable <strong>de</strong><br />

agua, azotada por furioso huracán, obligaba al Gran<br />

Duque y a su criado a guarecerse al pie <strong>de</strong> una corpulenta<br />

encina.<br />

Los relámpagos se hacían más vivos y los truenos<br />

más temerosos, <strong>de</strong> tal suerte, que el aguerrido capitán,

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