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Redes-y-complejidad2

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Carlos Reynoso – <strong>Redes</strong> sociales y complejidad<br />

lación de un requisito formal que la mirada tal vez perciba, que la imaginación puede que<br />

intuya, pero que el modelo de grafos ha tornado cristalino e inapelable.<br />

En mi crítica del esquema lévi-straussiano, aplicando implícitamente teoría de grafos y<br />

lógica bastarda, yo he encontrado que el modelo del avunculado lisa y llanamente no funciona<br />

como se esperaría que lo hiciese (cf. Reynoso 2008: 309-340). Reprochando a Radcliffe-Brown<br />

su metodología por cuanto ésta “aísla arbitrariamente ciertos elementos de<br />

una estructura global, que debe ser tratada como tal”, Lévi-Strauss opera como si entre<br />

cuatro términos existiesen cuatro relaciones, cuando en realidad hay seis (doce, si es que<br />

no son simétricas) o muchas más, por cuanto nunca hay verosímilmente un solo rubro de<br />

relaciones entre dos personas cualesquiera. Una “estructura global” como la que él refiere<br />

implica lo que técnicamente se llama un grafo completo; los grafos de esta clase (en este<br />

caso un 4-clique o K4) poseen exactamente una arista entre cualquier par de vértices y<br />

exhiben además numerosas y bien definidas cualidades estructurales, ninguna de las cuales<br />

se explota en su análisis a pesar de su palpable relevancia (Harary 1969: 16, 20, 21,<br />

43, 49, 77, 78, 84, 91, 98, etc.; Ore 1974; Wilson 1996; McKee y Morris 1999; West<br />

2001; Rosen 2007: 601; Jackson 2008; Hsu y Lin 2009: 3, 36, 44, 120, etc.). Lévi-Strauss<br />

también aísla entonces un número parecido de elementos; resulta extraño, por eso, que la<br />

estuctura global sea tratada, a los fines de la refutación del modelo browniano, como si<br />

estuviera dada en la realidad o como si hubiera una marca formal, susceptible de consenso<br />

a través de las teorías, que distinguiera entre las simplificaciones que son arbitrarias y las<br />

que no lo son.<br />

Por otro lado, Lévi-Strauss alega haber hallado una constante universal: la relación entre<br />

tío materno y sobrino es a la relación entre hermano y hermana, dice, como la relación entre<br />

padre e hijo es a la relación entre marido y mujer. De manera tal que conociendo un<br />

par [cualquiera] de relaciones, sería posible siempre deducir el otro par (Lévi-Strauss<br />

1973: 41). No hace falta ser experto en teoría de grafos para darse cuenta que esta afirmación<br />

no se sostiene. Si se observa con detenimiento la figura 4.3, se observará que en el<br />

caso trobriandés la relación tío/sobrino es negativa y la de padre e hijo es positiva; en el<br />

caso Sivai también. Pero las otras dos relaciones difieren: entre los trobriandeses es ‘– +’,<br />

entre los Sivai ‘+ –’. Aun en un inventario tan pequeño y por más que se admita que el<br />

número de signos positivos y negativos es una constante, no es verdad que conociendo un<br />

par de relaciones se puede deducir el otro. Cierto es que el argumento está envuelto en<br />

una espesa retórica; pero me sigue sorprendiendo que en sesenta años nadie (ni siquiera<br />

los estudiosos que elaboraron el modelo del avunculado en términos de grafos y álgebras)<br />

haya podido percibir este error, argucia o ambigüedad (White 1963; Courrège 1965; Boyd<br />

1969; Ballonoff 1974; Kemeny, Snell y Thompson 1974; Hage 1976).<br />

Más allá de las críticas que se le puedan hacer al modelo por razones etnográficas, desde<br />

el punto de vista de la teoría de grafos es evidente que las “relaciones entre los términos”<br />

postuladas por Lévi-Strauss son de orden recíproco y potencialmente asimétrico y demandan<br />

por ende un multigrafo cíclico signado, el cual impone, a su vez, una doble valoración<br />

de las actitudes entre dos nodos cualesquiera (a menos que la simetría actitudinal de<br />

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