1. Intento de traducción. - MémoLengua - Free

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Hay espejo, ni toalla, ni jabón, ni agua (pienso en los lavabos de los terceras
españoles), sólo entonces es cuando surgen de todas partes los objetos
encantadores. Y ya tiene uno que renunciar, porque ¿cómo podría hacerse amar
el hombre-perro?
Aquella mañana, que era, me parece, el 8 de noviembre de 1925, rodaba
de Valencia, de cuya ciudad no he conservado más que un recuerdo algo
extraviado, hacia Barcelona. Tres días antes, en una ganadería de toros vecina
de Albacete, al capear un pequeño toro, había sido atropellado, pisoteado, y
había recibido una cornada a la altura de un omóplato. Recosido en Valencia,
en vez de hacerme curar allí tranquilamente, después de cuarenta y ocho horas
huía hacia Barcelona.
Soy presa de fantasmas que me dominan, me tiran desde una orilla hasta
la otra de este Mediterráneo alrededor del cual doy vueltas, y vueltas, como los
animales en sus jaulas, o como los ajusticiados fabulosos, en una carrera
sempiterna para reunirme con mi imaginación. Hasta qué punto he sido víctima
de mis impulsos, de mis arrebatos, de mi incapacidad a esperar, digámoslo todo
de una vez, de mi incapacidad a soportar –nescia tolerandi, dice Tácito, de una
emperatriz,– víctima de mí mismo en mi alma más honda así como del punto de
vista
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