O egoísmo lógico e a sua superação - Centro de Filosofia

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José Luis Villacañas Berlanga
como animal. Nada que decir sobre esto. El hombre de su argumento está maduro
como ser natural. Darwin está más allá de inicio. Capacidad craneal y posibilidad
de comunicarse están suficientemente formadas. Esa complejidad cerebral suficiente
debe suponerse incluso para explicar el desarrollo de la misma, tal y como
hoy la conocemos. El caso probable, verosímil, postulado, es que esa complejidad
cerebral y comunicativa, por causas sencillas o catastróficas, o por ambas, hizo del
ser humano un animal improbable, desajustado. Kant, como es obvio, es germinal.
Mas supo que las catástrofes significan un motor evolutivo básico en tanto que
rompe las pautas de conducta enraizadas. El resto, después de las catástrofes, el
verdadero inicio lo realiza la mimesis. Expulsado de su hábitat paradisíaco, de su
jardín,12 rotas las pautas de conducta en la selva,13 al ser humano sólo le quedó la
mimesis de otros seres vivos. Roger Caillois puso de manifiesto en una vieja obra,
El Mito y el Hombre, que la mimesis es una manifestación universal de la vida.
Analizó en su capítulo “Mimetismo y psicastenia religiosa” centenares de publicaciones
biológicas y mostró que la mimesis, universal en toda manifestación de la
vida, aunque tiene efectos protectores, logrando camuflajes e indiferencias sorprendentes,
a veces genera una pulsión placentera per se que puede llevar al individuo
a la muerte. Puede que el origen de la mimesis esté en la protección y en la
supervivencia, pero el placer que despierta el poder de las metamorfosis puede
llevar a extremos de insistencia mimética que conduce al individuo a la muerte.
Sea como sea, Kant habló en Comienzo verosímil de la historia humana de
la mimesis como el mecanismo que rompe el cierre de la estructura instintiva del
ser humano y genera nuevas relaciones entre pulsiones y objetos. En la Crítica del
juicio, habló de catástrofes. Ambas tesis pueden ser puestas en relación. Una catástrofe
desplaza al hombre fuera del ambiente en que sus vínculos entre impulsos y
objetos eran estables. Este vacío catastrófico le lleva a imitar las relaciones con los
objetos de los demás animales. Así se produjo una apertura entre pulsiones, deseos,
sentimientos y objetos, lo que produjo una inadaptación quizás aumentada por el
mismo placer de la mimesis, por una mimesis indisciplinada, lujosa, caprichosa,
histérica, entregada a cadenas asociativas ocasionales, inestables, circunstanciales.
El hombre del inicio, el que deja de ser un animal cerrado, el que debemos suponer
para entender nuestra praxis, es un animal abierto, inverosímil, improbable, inquie-
12 Se realiza así la incorporación del trauma a la emergencia del ser humano. El trauma es el inicio, “ese
proceso fundamental de salida de algo que arropa, que envuelve, acogedor y también, justamente,
encubridor”. O. c. p. 24. Que Blumenberg está muy cerca de Kant lo demuestra su comentario: “No
subyace a esta manera de hablar teleología alguna; tan solo aprovecha lo que Kant admitía como
tolerable, hacer descriptible el proceso mediante su finalidad heurística”.
13 Casi comentando el texto de Kant, dice Blumenberg: “Los traumas de expulsión o salida que son
umbrales de dolor en la evolución orgánica”. El montante metafísico de estos problemas surge de la tesis
de que “trauma de separación y conceptos de realidad tienen algo que ver”. O. c. p. 26.