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CARLOS SANTOS: POESÍA Y TRANSPARENCIA
por David Sorbille
La poesía, más allá de su definición etimológica, es un estado del alma, por
el cual nos sensibilizamos ante la realidad externa, y los dictados de nuestro
espíritu.
En ese afán de transmitir una determinada experiencia, la libre vocación del poeta
es insuficiente para describir la totalidad de un tema, pero tiene la virtud de elaborar
sentimientos e imágenes que asombran por su contenido.
Es así, como la idea y la materia componen el verbo del poeta: es un destino de
palabras que se afirman a través de una voz propia y esencial.
Esa unidad entre lo real y lo íntimo, tiene en la figura de Carlos Santos, el
impulso y la grandeza de una poesía en plenitud estética e ideológica. Su manejo del
idioma, la claridad de sus conceptos, el hallazgo de una forma libre para expresar la
soledad recreada en pasión y búsqueda, en nostalgia y protesta, en cansancio y
música, conforma el canto de un poeta consagrado.
Carlos Santos, nació en la Ciudad de Buenos Aires el 13 de septiembre de 1933, y
aunque perteneciente a la generación poética del ’60, el desarrollo de su singular
lirismo sólo responde a una escuela que rescata el espacio histórico de los juglares.
Esa condición fue la que lo distinguió, además de la coherencia de sus convicciones,
desde su adhesión al Partido Comunista al que renunció, hasta padecer el ostracismo
y la exoneración de su trabajo bancario en los años de la dictadura militar de 1976.
Con la vuelta de la democracia en 1983, recuperó su trabajo del que finalmente se
jubiló en el Banco de la Provincia de Buenos Aires, así como fue asiduo visitante de
tertulias literarias y centros culturales que reconocieron la originalidad de su obra.
Adscrito a un fervoroso humanismo socialista, ha sido crítico de los gobiernos
burgueses y respetó con reservas, la experiencia peronista en los albores del ‘45.
Compañero de causas justas, mantuvo permanente interés por los derechos
humanos y sostuvo un militante antiimperialismo que difundió ampliamente.
Carlos Santos, fue contemporáneo del movimiento poético “El Pan Duro” en la
década del ‘50, pero no formó parte de ese grupo inspirado en Raúl González Tuñón;
por lo tanto, su itinerario no admite influencias visibles, sólo algunas improbables
cercanías.
En 1973 integra la lista del Movimiento de Escritores por la Liberación en la
SADE, junto a Humberto Constantini, Raúl Larra, Roberto Santoro, Armando Tejada
Gómez, Lubrano Zas y Héctor Negro, entre otros.