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Ilya Repin – “No le esperaban” (1884-1888, óleo sobre lienzo, 160 x 167 cm, Galería Tetriakov,
Moscú)
¡No, no le esperaban! ¡Claro, que no!
¡¡No, no le esperaban!! ¡¡Claro, que no!! Le aguardaban a esas alturas del
año. A su hijo Sergei le obligaron a alistarse en el ejército del zar Nicolás II de Rusia
cuando solo tenía diecinueve años. Él no quería, no deseaba combatr con quién
estaba tranizando, despedazando a su país, pero la invasión alemana del mismo
pudo más que sus intenciones.
Hasta necesariamente alistarse Sergei vivía
relativamente bien en la casa de sus padres y hermanas. Había tenido una
infancia feliz, pues su familia pertenecía a una burguesía acomodada de la
ciudad de Plasov. Ella no era ni mucho menos fiel a los dictados del zar y de la
zarina de todas las Rusias.
Cuando se inició e implantó la revolución de los
bolcheviques, que tuvo su culminación en el asalto al Palacio de Invierno en San
Petesburgo , en casa de los Meleviev respiraron, se aliviaron y se pusieron por
qué no decirlo muy contentos por un lado, pero por otro sentían una gran
angustia y desasosiego, ya que no sabían absolutamente nada de Sergei. Las
últimas cartas de él las habían tenido en la Nochebuena de 1917. En las mismas
decía que se encontraba muy bien y que creía que las insistentes noticias sobre la
inminente conclusión de la guerra ruso-alemana era muy veraces. Así fue, el 3 de
marzo de 1918 en la ciudad bielorrusa de Brest-Listowsk los representantes del