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78 Sábado. 8 de marzo de 2014 • LA RAZÓN<br />
Gente del sábado<br />
LA RAZÓN<br />
&más<br />
SU SALTO A LA FAMA<br />
«Cuando me dieron<br />
el Premio Nacional<br />
de Pintura “Blanco<br />
y Negro”. Entonces<br />
me dedicaron<br />
seis minutos en<br />
el telediario de TVE, algo que hoy<br />
sería impensable».<br />
HACIENDO MEMORIA<br />
MOMENTO FELIZ<br />
«El día que me casé:<br />
di con una compañera<br />
estupenda que siempre<br />
me ha animado y ha<br />
aguantado los malos<br />
momentos. Llevamos<br />
45 años juntos. También<br />
fui muy feliz con el nacimiento de mis hijos».<br />
MOMENTO TRISTE<br />
«La muerte de mi<br />
madre cuando yo<br />
aún tenía 15 años.<br />
Y tenía 18 cuando<br />
se fue mi padre. Fuimos 17 hermanos,<br />
pero sólo conocí a diez; los otros<br />
siete murieron al poco de nacer. Ahora sólo<br />
quedamos cinco».<br />
Sobreviviré<br />
primero es la panadería;<br />
aprende a<br />
hacer pan y luego<br />
pinta lo que quieras;<br />
«LLo<br />
el pan es lo seguro»,<br />
le decía su padre. Evaristo aprendió a<br />
hacer pan y además lo repartía por el<br />
pueblo, canasta al hombro. Llegó a<br />
Madrid con 19 años y 300 pesetas en el<br />
bolsillo en un camión de verduras que le<br />
dejó en el mercado de Legazpi, y de allí<br />
fue andando hasta el museo del Prado,<br />
como un peregrino, a descubrir la luz de<br />
Velázquez.<br />
–A los diez años montó su primer estudio<br />
en el desván de su casa de Vélez-<br />
Málaga.<br />
–Sí, mi primer caballete fue una tabla de<br />
panadero sobre dos taburetes. Mi padre<br />
me daba algo de dinero por repartir el pan<br />
y en vez de irme a la feria me compraba<br />
pinturas.<br />
–Nunca quiso ser otra cosa...<br />
–Nunca. A los siete años me tiraba horas<br />
copiando las portadas de «El guerrero del<br />
antifaz». Mi primera obra al óleo fue una<br />
calle de Benamocarra, un pueblo a unos<br />
8 kilómetros del mío. Me daba vergüenza<br />
pintar en mi pueblo. Entonces ser pintor<br />
no estaba bien visto, te consideraban un<br />
raro, casi un loco. Así que me iba donde<br />
no me conocían.<br />
–A los 19 años llega a la Escuela Superior<br />
de Bellas Artes, pero la abandona al<br />
año...<br />
–Ya conocía el alfabeto del arte. Yo veía los<br />
olivos de color violeta y los profesores<br />
querían que fuesen verdes. No les gustaban<br />
mis olivos violetas. Así que me fui<br />
para no acabar pintando los olivos como<br />
ellos los veían.<br />
No quiso que lo uniformaran, así que<br />
trabajó de panadero, en una empresa de<br />
serigrafía e hizo copias en el Prado, «pero<br />
no era buen copista, porque quería reinventar<br />
cada cuadro que veía». Sobre la<br />
cabecera de su cama cuelga una copia de<br />
Las Meninas de Velázquez, a modo de<br />
santo laico que le da paz y buenos sueños.<br />
La pintura de Evaristo siempre ha visitado<br />
más su mundo onírico que la realidad.<br />
«Nunca he querido dejar de ser niño<br />
pintando», me dice como quien revela un<br />
secreto, la base de la pirámide de su<br />
obra.<br />
–Como un Peter Pan...<br />
–Sí, quizá sea el Peter Pan de la pintura.<br />
Mi mujer me dice a menudo: eres igual<br />
que tus nietos. Más que ir al País de Nunca<br />
Jamás, me hubiera gustado nacer en el<br />
Evaristo Guerra / PINTOR<br />
«Quizá sea el Peter Pan<br />
de la pintura»<br />
Me daba<br />
vergüenza<br />
pintar en<br />
mi pueblo;<br />
estaba mal<br />
visto»<br />
Siglo de Oro y pintar como El Greco. Es<br />
mi pintor.<br />
–En el 79 le dedican una calle en su pueblo<br />
y expone en la galería Biosca su<br />
«Homenaje a España»...<br />
–Me había recorrido durante cuatro años<br />
todas las provincias de España<br />
para pintar sus capitales.<br />
Una larga aventura de autobuses,<br />
trenes, fondas, peripecias<br />
económicas...Vi lo distinta<br />
que es España.<br />
–¿Podría exponer ahora esos<br />
cuadros en Cataluña o el País<br />
Vasco?<br />
–Con el título de «Homenaje<br />
a España», creo que no.<br />
No le ha tentado el abstracto, «pero<br />
cada día me gusta más Picasso, porque<br />
destruía genialmente lo que sabía hacer<br />
muy bien, que era pintar y dibujar». Ha<br />
dedicado doce años a pintar los 1.150<br />
metros cuadrados de la ermita de su pue-<br />
blo, la de la Virgen de los Remedios.<br />
–Habrá acabado casi santo...<br />
–Ni más santo ni más bueno. Hice la primera<br />
comunión con un traje prestado, de<br />
mi primo, en esa ermita. Fui el único niño<br />
de Vélez-Malaga que la hizo allí. El paisaje<br />
que la rodea fue mi inspiración.<br />
Así que en 1995 me dije: voy<br />
a meter todo este entorno ahí<br />
dentro, en la ermita. Y eso hice.<br />
No pinté santos ni vírgenes ni<br />
cristos, sólo gente del pueblo<br />
entre los paisajes: el canastero, el<br />
panadero, la churrera...<br />
Está hasta él, Evaristo, con la<br />
canasta del reparto del pan. Lo<br />
ha hecho gratis: «Quizá sea mi<br />
gran obra». Dice José Luis Garci que en sus<br />
pinturas flota la bondad, y Evaristo me<br />
dice que pinta para dar felicidad a la gente,<br />
así de sencillo. «Uno crea y luego los escritores<br />
le descubren cosas que no sabía».<br />
–En su felicitación de Navidad de este año<br />
exclama: «¡Cómo pasa el tiempo!». ¿Le<br />
aterra lo rápido que se nos escapa la<br />
vida?<br />
–Me inquieta, porque uno ve que la vida<br />
se va. No sé por qué, pero cada año dura<br />
menos. Y a mi me entran las prisas por<br />
hacer cosas, más cosas.<br />
La Reina Sofía inaugurará la ermita<br />
quizá este verano. El mayor fan de Evaristo<br />
fue Agustín Rodríguez Sahagún, que<br />
llegó a comprarle 42 obras. Ante el espejo<br />
se ve bien, «aunque tengo menos pelo,<br />
más kilos y la barba cada vez más blanca.<br />
No tengo miedo a la muerte; soy aficionado<br />
a la siesta, me imagino que será como<br />
una siesta muy larga». Tiene mujer, tres<br />
hijos y cinco nietos. Ha ganado lo suficiente<br />
para un buen vivir. Pinta todos los días.<br />
«¿El futuro? No sé, quizá desaparezcan los<br />
pinceles y se haga todo por ordenador.<br />
Pero yo no soltaré los pinceles».<br />
Alberto R. Roldán<br />
AMILIBIA