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perderlo para siempre de vista.<br />
Pseudo-Oralität<br />
Leitmotiv<br />
(Ungepflegtheit)<br />
Pseudo-Oralität<br />
(Selbstkorrektur)<br />
Pseudo-Oralität<br />
(Ausrufe + Fragen<br />
Pathetik)<br />
Erzählung als<br />
Hauptfigur<br />
Erzählerrolle<br />
Anspielung auf<br />
Settembrini (S.<br />
970)<br />
Perspektiv-<br />
Wechsel:<br />
a) Erzähler wendet<br />
sich an Castorp<br />
b) allwissender<br />
Erzähler weiß<br />
nicht, wie die<br />
Geschichte<br />
weitergeht<br />
Erzählung als<br />
Hauptfigur<br />
972 ¡He aquí a nuestro amigo! ¡He aquí a Hans Castorp! De muy lejos le<br />
hemos reconocido a causa de la barbita que se dejó crecer cuando<br />
se sentaba a la mesa de los rusos ordinarios.<br />
972 Ved cómo pisa la mano de un camarada caído; su bota claveteada la<br />
hunde en el suelo pantanoso. Sin embargo, es él.<br />
¿Cómo? ¡Canta!<br />
[...]<br />
Ha caído. No; se ha lanzado al suelo porque llega un perro infernal<br />
[...]<br />
973 ¡Oh, vergüenza en nuestra seguridad de sombras! ¡Partamos!<br />
¡No queremos contar eso! ¿Ha sido herido nuestro amigo? Por un<br />
instante ha creído estarlo. Un montón de tierra ha ido a chocar contra<br />
su pierna. Se levanta, titubea, avanza cojeando, con los pies pesados<br />
por el barro y canturreando inconscientemente:<br />
«Y sus ra-mas murmura-ban,<br />
como si me hablasen...»<br />
Y de este modo, bajo la lluvia del crepúsculo, le perdemos de vista.<br />
973/ ¡Adiós, Hans Castorp, hijo mimado de la vida! Tu historia ha<br />
terminado. Hemos acabado de contarla. No ha sido breve ni larga;<br />
4<br />
es una historia hermética. La hemos narrado por ella misma, no por<br />
amor a ti, pues tú eras sencillo. Pero en definitiva es tu historia.<br />
Puesto que la has vivido, debes sin duda tener la materia necesaria, y<br />
no renegamos de la simpatía pedagógica que durante esta historia<br />
hemos sentido hacia ti y que podía llevarnos a tomar<br />
delicadamente, con la punta del dedo, un ángulo de nuestros<br />
ojos, al pensar que ya jamás te volveremos a oír ni a ver.<br />
¡Adiós! ¡Vas a vivir o a caer! Tienes pocas perspectivas; esa danza<br />
terrible a la que te has visto arrastrado durará todavía unos cortos<br />
años criminales, y no queremos apostar muy alto que puedas<br />
escapar. Francamente, nos tiene sin cuidado dejar esta cuestión<br />
sin contestar. Las aventuras de la carne y del espíritu, que han<br />
elevado tu simplicidad, te han permitido vencer con el espíritu lo que<br />
no podrás sobrevivir con la carne. Hubo instantes en que surgió de ti<br />
un sueño de amor lleno de presentimientos —sueño que<br />
«gobernabas»—, fruto de la muerte y la lujuria del cuerpo. De esta<br />
fiesta mundial de la muerte, de este temible ardor febril que incendia<br />
el cielo lluvioso del crepúsculo, ¿se elevará algún día el amor?<br />
FINIS OPERIS<br />
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