Semana Santa 2000. - Fundación Germán Sánchez Ruipérez
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Pregón de <strong>Semana</strong> <strong>Santa</strong><br />
Peñaranda de Bracamonte<br />
Excelentísimas autoridades, Hermandades de Cofradías, señoras y señores:<br />
Cuando recibí la invitación para ser pregonero de la <strong>Semana</strong> <strong>Santa</strong> de éste, mi pueblo, una imagen me vino del recuerdo mientras aún mantenía la<br />
conversación telefónica con mi interlocutor. Era la imagen y las palabras pronunciadas a voz en cuello del alguacil –el señor Julio o el «Portu»–, que tras<br />
el sonar de la trompetilla, lanzaba el bando situados en una encrucijada de calles. Eran los pregoneros. Oficio antiguo y en otro tiempo cotidiano y<br />
familiar.<br />
Esta noche me siento entre vosotros como uno de aquellos pregoneros. Sin embargo, no es cualquier pregón el que yo os traigo. Mi tarea es la de<br />
anunciaros y pregonar buenas noticias, como aquel pregonero llamado Isaías se las anunciaba a su pueblo:<br />
Qué hermoso sobre los montes los pies del mensajero (pregonero) que anuncia la paz, que trae buenas noticias, que anuncia la salvación, que dice<br />
a Sión: «Ya reina tu Dios» (Is 52,7).<br />
Pablo, el apóstol y pregonero del Evangelio, de las Buenas Noticias de Dios, sentía la urgencia de pregonar la salvación traída por Cristo y recordaba<br />
las palabras anteriores del profeta:<br />
¿Cómo invocarán a aquel en quien han creído? ¿Cómo creerán en aquel a quien no han oído? ¿Cómo oirán sin que se les predique? ¿Y cómo pre -<br />
dicarán si no son enviados? Como dice la Escritura: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian el bien! (Rom 10,14-16).<br />
Y pregonero fue en definitiva el mismo Jesús, quien al comienzo de su vida pública se lanza por los caminos de Galilea y Judea con un pregón entre<br />
los labios. Así lo cuenta el evangelista San Marcos:<br />
Después que Juan fue entregado, marchó Jesús a Galilea; y pregonaba la Buena Noticia de Dios: El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está<br />
c e rca; convertíos y creed en la buena noticia (Mc 1,14).<br />
La mía es ahora tarea de pregonero, saberse situar en la escucha será vuestra tarea en este acto.<br />
Acogemos los mensajes siempre desde la propia situación, desde la experiencia personal donde confluye también lo vivido, los recuerdos... y todas<br />
las esperanzas. No todos estamos en la misma situación con respecto a Dios, al anuncio que esta tarde me trae aquí como pregonero, por ello quiero<br />
comenzar con un poema de José Hierro, donde la vivencia de la experiencia religiosa, a pesar de las distancias y de los alejamientos de esa presencia de<br />
cercanía de Dios, que a lo largo de la vida se va sucediendo, permanece, como permanece la infancia y los sueños, presente y constante en el corazón de<br />
cada mujer y de cada hombre, que ha sentido alguna vez la ternura de Dios. Y así vuelve una y otra vez Dios y nos llama reclamando nuestra atención y,<br />
a veces, nos resistimos, y otras consentimos y buscamos aquellas creencias con las que alguna vez fuimos felices.<br />
Yo sé bien que te acercas.<br />
(He oído a mi espalda rozar sordamente la yerba.<br />
Parece que rompes la luz a tu paso.)<br />
Yo sé bien que te acercas.<br />
Yo sé bien que tú entre todos solo podrías así demostrarnos<br />
que has vuelto.<br />
Acaso te estés preguntando<br />
por qué no te miro a los ojos. Acaso te creas<br />
que he muerto una noche en que tú todavía<br />
no habías dejado tu reino.<br />
Yo sé bien que te acercas.<br />
Debía salirte al encuentro,<br />
preguntarte si vienes cansado del largo camino...<br />
Pero yo estoy mirando en las aguas<br />
el cielo, ya roto, mi imagen, ya rota,<br />
y temo que tú, así, comprendas<br />
que es rotos como hay que mirarnos, huyendo en el tiempo,<br />
cayendo a otras manos que no son las nuestras,<br />
para ver la alegría madura y saber que el destino se cumple.<br />
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