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XXVII Concurso del CLAD sobre Reforma del Estado y Modernización de la Administración Pública
“La Innovación en la Gestión Pública”
Caracas, 2014
aunque sí promover la reflexión y discusión de nuevos acercamientos al proceso de mejora…
¿innovador? dentro del sector público; recalcando los alcances reales del concepto innovador. Ello
nos lleva irremediablemente a cuestionarnos el tipo de gestión pública que queremos como
sociedad, así como a plantear una disección del término innovación, para facilitar la comprensión de
los esfuerzos que en este sentido han dedicado gobiernos de la mayoría de los países
iberoamericanos, y si éstos han redundado en un fortalecimiento real, perceptible y duradero del
cumplimiento de sus funciones sociales.
En este camino habremos de cuestionar las causas subyacentes por las cuales desde hace
décadas ha sido percibido -más de las veces en forma totalmente injustificada- que el sector público,
prácticamente en todo el mundo, camina “vergonzantemente” por detrás del sector privado, en lo
que a transformar ideas en innovación se refiere. Y trataremos de vislumbrar si los esfuerzos por
invertir en dicha “innovación” son absolutamente necesarios para cumplir los fines sociales del
aparato público, en un contexto burocrático institucional.
Sin caer en la ciega exaltación de la publicitada efectividad empresarial, o en la condena
permanente a la laxitud burocrática, la gestión pública debe otra vez, pasar a debate respecto de sus
cimientos, las estructuras y procesos que le caracterizan, así como la administración del personal
que le da vida, no con otro fin sino el de encontrar mejores caminos, que puedan ser tomados en la
práctica para elevar el desarrollo social y humano de los habitantes, mediante un mejoramiento de la
gestión pública, visualizando si en este entramado tiene cabida el término “innovación”.
Analizaremos también algunos ejemplos de pretendidas innovaciones, como una manera de
visualizar sus alcances y detectar sus limitaciones, para finalmente proponer un modelo original,
que pueda ser capaz de generar innovación al interior de los gobiernos atendiendo sus motivaciones
más reales.
El presente ensayo se divide en cuatro secciones. La primera explora el concepto de
innovación desde el sector público, referenciando los orígenes del término y el ámbito original de
aplicación. En la segunda sección haremos apuntamientos sobre la necesidad de innovar, con las
debidas precauciones del tema. La tercera sección posiciona el binomio entre innovación y
gobierno; la cuarta desarrolla el concepto y el ethos burocrático, en el contexto de la necesidad por
innovar. La quinta sección busca posicionar una disyuntiva entre la innovación y la improvisación.
En la sexta sección, describimos algunos ejemplos de innovaciones institucionales y de gestión en
el ámbito Mexicano; y por último en la última sección proponemos un Modelo Trifásico de
Innovación Gubernamental.
2.- Innovar ¿o morir?
Apercibidos del riesgo por caer en la tentación de beber “vino viejo en botellas nuevas” tal
como lo advierten Jackson y Hood (1997), proponemos partir de una pregunta elemental a riesgo de
parecer inocentes: ¿Qué debemos entender por innovación? La intención no es otra que la de
sensibilizarnos respecto del alcance original del término, y distinguir su aplicación práctica desde la
perspectiva de su descubridor: Joseph Alois Schumpeter, economista Austríaco. Entonces habremos
de advertir la aplicación que se desarrolla en el campo del sector público, desde hace apenas
algunas décadas, con el advenimiento de la denominada New Public Management (NPM) y la
filosofía gerencialista en la función pública. Para ello es necesario escudriñar en el sentido
primordial del término que nos convoca.
Atengámonos primero a la definición etimológica del término. De acuerdo con el Diccionario
de la lengua española, la palabra “innovación” proviene del latín innovatio, -onis y significa la
creación o modificación de un producto, y “su introducción en el mercado”. De entrada, esta
definición estrictamente lingüística nos pone en perspectiva. ¿Debe entenderse entonces que
únicamente es innovación aquello que se introduce al mercado… al libre juego de oferta y demanda
de bienes y servicios?
Reforzando el alcance etimológico, desde la perspectiva de Drucker en su obra La
Innovación y el Empresariado Innovador (1997: 25-26), “el empresariado innovador ve el cambio
como una forma saludable. No necesariamente lleva el cambio él mismo. Pero (y esto es lo que
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