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XXVII Concurso del CLAD sobre Reforma del Estado y Modernización de la Administración Pública
“La Innovación en la Gestión Pública”
Caracas, 2014
3.- Innovación y gobierno
Desde inicios de los años 80 del siglo XX, tanto el sector privado como el público en el
mundo occidental han experimentado presiones externas nunca antes vistas en el pasado reciente.
La llamada "globalización", resultado de una auténtica revolución en la forma de conducir los
asuntos económicos, impulsada por el arribo de la tecnología informática y de comunicaciones, ha
promovido un profundo cambio en los procesos de producción de bienes y servicios.
Desde la década pasada, una cantidad considerable de estudios se han realizado en el
contexto de la cuestión, sobre si las economía occidentales están comenzando a generar formas
enteramente nuevas de organización de la producción (a diferencia de lo que agudamente observó
Schumacher en la década de los 70, con su obra “Small is Beautiful”). Sin embargo ha habido pocos
esfuerzos para tratar de comprender cómo estas nuevas formas de producción afectan la
organización y la administración general del llamado sector público o administración pública.
Lo anterior también es analizado bajo la óptica de un cambio en la forma de evolución
capitalista, fenómeno que se interpreta como el ocaso del llamado "fordismo" o modo de
producción para la satisfacción de necesidades masivas, para el gran consumo. La expresión
socioeconómica del llamado "post fordismo" implica la llegada de conceptos ahora vinculados con
la denominada era "post-burocrática", postura administrativa cuya esencia está relacionada con un
profundo incremento de la flexibilidad de aquellos organismos sociales, que aparentemente no
tendrían libertad de movimiento alguno bajo el cobijo de la burocracia.
Desde la perspectiva de Clegg (1990) somos testigos de la emergencia de un tipo de
organización caracterizada por ser flexible, acomodaticia a nichos de mercados, y empleadora de
una fuerza de trabajo multihábil. Todo lo anterior sujeto a redes de información de alta velocidad:
en apariencia un caldo de cultivo extraordinario para la innovación en la institución gubernamental.
Para contextualizar correctamente la potencial necesidad de mejoras institucionales y
burocráticas, conviene precisar su área práctica de influencia, la cual no solamente se circunscribe a
la gestión pública sino también a las políticas públicas. Tal como lo advierte Waissbluth (2002), la
frontera entre ambos conceptos es difusa, pero finalmente podemos referirnos a la política pública
como el qué hacer y a la gestión pública, como el cómo hacerlo. Y así como podemos realizar esta
distinción, también enfatizamos que no debemos perder de vista que las organizaciones, con sus
sistemas de gestión (estructuras y procesos) y sus políticas públicas, pertenecen a la institución
gubernamental desde una óptica estructuralista y funcional.
Si bien, nuestra época se caracteriza por innovaciones casi diarias en el ámbito de la
tecnología y las formas de comunicación, el binomio innovación y gobierno es problemático. No
resulta sencillo aplicar la dinámica innovadora a una institución como ésta, pese a lo que muchos
neogerencialistas pudieran afirma. Los hechos lo confirman. Independientemente del sustrato
burocrático que subyace a todas las organizaciones gubernamentales (en el mejor de los casos),
pareciera que las políticas públicas en este sentido, no se encuentran bien definidas a nivel
supranacional y nacional, en el caso de México.
Al consultar algunos documentos rectores en la materia de gestión pública en el caso
latinoamericano, encontramos el documento denominado Una Nueva Gestión Pública para América
Latina, editado por el CLAD (1998), en el cual no se menciona la innovación como elemento
necesario o acompañante de los esfuerzos de reforma del estado; damos por sentado que la
multicitada Reforma del Estado, la Reforma Gerencial así como el énfasis en la evaluación del
desempeño burocrático etc., revisten el carácter de innovaciones, pero esta presunción es adelantar
mucho dado que explícitamente no hay ninguna mención sobre la importancia de la innovación en
la gestión pública en este documento.
Otro ejemplo, es la Carta Iberoamericana de la Función Pública aprobada por la V
Conferencia Iberoamericana de Ministros de Administración Pública y Reforma del Estado (2003).
Resulta curioso constatar que este marco de referencia genérico y no vinculatorio, menciona la
innovación en las políticas y prácticas de la gestión de las personas, así como la necesidad por “la
superación de las visiones burocráticas sobre las Administraciones Públicas… y su sustitución por
enfoques orientados a la producción de resultados, la innovación…”. Sin embargo, no se posiciona
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