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Adviento-Navidad

Cuaderno-ADVIENTO-NAVIDAD-2015-2016

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Para la PARROQUIA<br />

San Lucas,<br />

el Evangelio de la Misericordia<br />

Uno de los nombres con los que se conoce el Evangelio de<br />

S. Lucas es el de Evangelio de la misericordia. El nombre<br />

resulta más que adecuado, entre otras cosas, porque el<br />

tema de la misericordia aparece prácticamente desde sus<br />

primeros compases: En el encuentro con su pariente Isabel<br />

en las montañas de Judea, María canta al Dios que<br />

se acuerda “de la misericordia” (Lc 1,54), la cual “llega a<br />

sus fieles de generación en generación” (1,50); Zacarías,<br />

el esposo de Isabel, bendecirá a Dios tras el nacimiento<br />

del hijo bendecirá a Dios y cantará su entrañable misericordia,<br />

considerándola como la explicación última de la<br />

visita salvadora del sol que nace de lo alto (1,78), es decir,<br />

del nacimiento de Jesucristo.<br />

En esa misma línea recoge S. Lucas en el capítulo 15 de<br />

su evangelio una serie de tres parábolas que son conocidas<br />

como parábolas de la misericordia; la importancia<br />

de las mismas en el conjunto del evangelio la acentúa el<br />

hecho de que se hallan incluidas en el camino de Jesús<br />

hacia Jerusalén (9,51-19,29), ocasión en la que el tercer<br />

evangelista concentra significativamente buena parte de<br />

la enseñanza del Profeta de Nazaret. Una parte irrenunciable<br />

de ese mensaje es la misericordia.<br />

La ocasión para<br />

las Parábolas de la Misericordia<br />

A subrayar la importancia de este componente esencial<br />

del mensaje de Jesús contribuye la circunstancia en la<br />

que Jesús contó esas tres parábolas y además las motivó:<br />

las críticas de los fariseos y escribas a Jesús por aceptar<br />

que “todos los publicanos y pecadores” se acercaran a<br />

él para “escucharle” (15,1-2). Las críticas habían resonado<br />

ya casi al comienzo del evangelio, cuando Jesús aceptó<br />

la invitación de Leví a participar en un banquete, en<br />

el que, además del anfitrión, se sentó a la mesa con el<br />

Maestro un gran número de publicanos y otras personas<br />

(5,29-32), seguramente no muy bien vistas por los que se<br />

consideraban justos y despreciaban a los demás (cf. 18,9).<br />

En aquella ocasión Jesús había afrontado las críticas con<br />

dos conocidas sentencias, envuelta la primera en una<br />

metáfora y pronunciaba la otra en lenguaje claro y directo:<br />

“No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No<br />

he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores a que<br />

se conviertan” (5,31-32). También este contexto lejano es<br />

importante para captar mejor la enseñanza de Jesús: en<br />

él y a través de él Dios anuncia el año de gracia, visita a<br />

su pueblo y actúa su misericordia entrañable en favor de<br />

sus fieles (cf. 4,18-19; 7,11-17).<br />

Cáliz de la Misericordia<br />

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