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RockBottomMagazine.Num.03

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una banda-comuna, en la que convergen

músicos procedentes del bluegrass (el

propio García), del folk (Bob Weir), de la

música clásica de vanguardia (Phil Lesh),

del blues (Ron “Pigpen” McKernan), o

del jazz (Bill Kreutzman); una banda que

además y desde el principio, pretendía

fusionarse con su público, como puede

comprobarse en antiguas fi lmaciones

en directo en las que el escenario está

prácticamente a ras del suelo. Como

dice Dennis McNally en el documental,

se trataba de un grupo que “disolvía

sus egos en ácido”. Todos tienen voz

y voto, no hay nadie por encima de los

demás. Y sin embargo todo parece partir

y terminar en la complicada, y de nuevo,

contradictoria fi gura de Jerry García. Él

es, a su pesar, el líder indiscutible de la

banda, el “mesías” al que los deadheads

adoran, un papel del que García

siempre renegará por miedo al poder

y responsabilidad que eso conlleva, y

que le ocasionará no pocos problemas

de salud. Como puede apreciarse en la

película, García teme convertirse en un

líder fascista, que le dice a las masas

lo que tienen que hacer, pensar y decir,

cuando la realidad es que a él lo único

que le interesa es la música y la diversión.

Por otra parte, si hay una banda ajena al

establishment, que opera casi sin apoyo

de una discográfi ca, ajena al circuito

habitual de grandes estrellas y casi

siempre de manera anárquica, esa es

Grateful Dead. Resultan muy cómicas las

declaraciones de Joe Smith, entonces

presidente de Warner Bros. Records

explicando la imposibilidad de editar

singles de aquellas extrañas y largas

composiciones (como “St. Stephen” del

disco “Aoxomoxoa”) que retrasaban y

encarecían hasta el infi nito el presupuesto

de las grabaciones. Y sin embargo,

desde el primer momento empiezan a

surgir acólitos, roadies, miembros de la

comunidad que se unen a la causa de

manera espontánea. Y no nos olvidemos

de los fans, quienes con su práctica

de grabar cada concierto (permitida

por la banda) y compartirlo de manera

gratuita con el resto de fans, crean, sin

pretenderlo, la mejor estrategia posible de

promoción. No puedes perderte un show

de Grateful Dead porque sencillamente

ningún concierto es igual a otro. Todo es

un caos, pero todo funciona.

Además, al contrario de todas las bandas

de los sesenta y setenta, Grateful

Dead no cuidaba su imagen. No se

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