20.04.2023 Views

Edición 2 | 2023

Dios le Puede Cambiar el Futuro

Dios le Puede Cambiar el Futuro

SHOW MORE
SHOW LESS
  • No tags were found...

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

El deporte le dio<br />

a Mike una buena<br />

forma de escape de<br />

su vida traumática.<br />

La foto es de su<br />

último año de<br />

secundaria y la<br />

de abajo es con el<br />

equipo de básquet<br />

de la Escuela<br />

Secundaria Kinston.<br />

defensa que estaba tratando de abusar sexualmente de mí,<br />

pero solo por gracia de Dios no lo maté ni lastimé a nadie.<br />

Lo bueno fue que en junior high entré en un equipo de<br />

fútbol. Siempre había hecho actividad física, pero nunca<br />

había participado en deportes organizados por mis obligaciones<br />

en el hogar. Me fue bien y el entrenador me dijo que,<br />

si me esforzaba, podría ir a la universidad con una beca de<br />

futbolista. Ese era un concepto extraño para mí; nunca se me<br />

había ocurrido la idea de que pudiera tener futuro.<br />

Me hizo sentir genial ser parte de un equipo organizado<br />

y ser bueno en algo, pero duró poco. Mamá me hizo la gloriosa<br />

promesa de vacaciones de verano, en las que terminé<br />

teniendo que ocuparme de mis hermanos un largo tiempo.<br />

Las prácticas de fútbol eran imposibles. La desprecié todavía<br />

un poco más.<br />

En undécimo grado me mudé a la casa de un pariente<br />

en Kinston, Carolina del Norte, y logré entrar al equipo de<br />

fútbol. Asombrosamente, pronto tuve el segundo puesto en<br />

el ranking de capturas del Estado. Pasé de ser nadie a ser<br />

alguien. Un mafioso del lugar me compró zapatos caros; las chicas me<br />

perseguían y me hablaba gente que ni conocía.<br />

Hice planes para ir a la universidad estatal de Carolina del Norte y<br />

me destaqué en el campamento de fútbol…pero mi confianza pronto<br />

se convirtió en humillación, porque mis calificaciones no alcanzaban.<br />

En cambio, fui a la universidad estatal de Fayetteville. Jugaba bien y<br />

me esforzaba mucho y el entrenador me dijo que tenía lo que hacía<br />

falta para llegar a profesional.<br />

No había pasado un mes en la universidad cuando mi novia me<br />

dijo que estaba embarazada. No lo tomé bien. Acababa de liberarme<br />

de tener que criar a mis hermanos ¿y ahora tenía que criar a otro<br />

niño? No, gracias.<br />

Me escapé. Dejé la universidad, le dije adiós al fútbol y volví a la<br />

casa de tía Sarah en Carolina del Sur. Necesitaba espacio para ver<br />

qué hacer y más droga para callar las voces desconcertantes que<br />

gritaban en mi cabeza.<br />

Conseguí un miserable trabajo de albañil que pagaba poquísimo.<br />

Todos los días, después del trabajo, mis compañeros se sentaban a<br />

perder el tiempo y fumar crack en pipa. ¿Este iba a ser mi futuro? No<br />

parecía muy distinto de mi infancia y odié más a mi mamá. Todavía<br />

seguía haciéndola responsable de mi vida arruinada.<br />

Sin duda el estilo de vida de mi mamá nos había afectado a mis<br />

hermanos y a mí. Pero…¿y las cosas que yo había hecho? Había usado<br />

pistolas y cuchillos y había vendido droga. Me había rebelado contra<br />

la autoridad y planeados robos. Había embarazado a mi novia y luego<br />

la abandoné y también abandoné un potencial futuro en el fútbol.<br />

Nada de eso fue culpa de mamá, pero mi corazón albergaba odio e<br />

incapacidad de perdonar.<br />

Hebreos 12:15 (NTV) dice: “Tengan cuidado de que no brote ninguna<br />

raíz venenosa de amargura, la cual los trastorne a ustedes y envenene<br />

a muchos”. Durante años había permitido que una raíz venenosa de<br />

amargura creciera sin control en mi corazón y mi mente y ahora estaba<br />

consumiendo el fruto.<br />

Pronto dejé mi trabajo de albañil para traficar drogas y trabajar<br />

como guardaespaldas. Hice $3.000 el primer día y eso me atrapó. Pero<br />

vender esas drogas a menudo me llenaba de culpa. Estaba destruyendo<br />

la vida de esos chicos con la mismísima droga que había destruido la<br />

de mi mamá. Empezó a pesarme mucho.<br />

Además, había mucha tensión entre los tipos que trabajaban para<br />

mi jefe y yo. Ellos habían estado con él durante más tiempo, pero yo<br />

me había convertido en su mano derecha.<br />

Llegué a tener tanto miedo de que alguien quisiera hacerme desaparecer<br />

que tuve un colapso nervioso. Estaba traficando en un bar y<br />

empecé a llorar sin parar. Fui al baño para recomponerme, pero no<br />

pude. Entonces llamé a mi abuela y le conté lo que estaba pasando.<br />

“Mike, tienes que ir a la iglesia y además ver a un profesional de la<br />

salud mental”. Era apenas la centésima vez que me lo decía. En cambio,<br />

decidí volver a Carolina del Norte. Mi abuela me seguía diciendo<br />

que buscara ayuda, pero yo no quería que un médico indagara en mi<br />

cabeza. Yo sabía que tenía problemas.<br />

Finalmente decidí que iría a la iglesia, caminaría hasta el altar y<br />

fingiría entregarle mi vida a Jesús. Tenía que ir solamente una vez y<br />

14s Número 02 / <strong>2023</strong> VICTORIOUSLIVINGMAGAZINE.COM

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!