Edición 2 | 2023
Dios le Puede Cambiar el Futuro
Dios le Puede Cambiar el Futuro
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El deporte le dio<br />
a Mike una buena<br />
forma de escape de<br />
su vida traumática.<br />
La foto es de su<br />
último año de<br />
secundaria y la<br />
de abajo es con el<br />
equipo de básquet<br />
de la Escuela<br />
Secundaria Kinston.<br />
defensa que estaba tratando de abusar sexualmente de mí,<br />
pero solo por gracia de Dios no lo maté ni lastimé a nadie.<br />
Lo bueno fue que en junior high entré en un equipo de<br />
fútbol. Siempre había hecho actividad física, pero nunca<br />
había participado en deportes organizados por mis obligaciones<br />
en el hogar. Me fue bien y el entrenador me dijo que,<br />
si me esforzaba, podría ir a la universidad con una beca de<br />
futbolista. Ese era un concepto extraño para mí; nunca se me<br />
había ocurrido la idea de que pudiera tener futuro.<br />
Me hizo sentir genial ser parte de un equipo organizado<br />
y ser bueno en algo, pero duró poco. Mamá me hizo la gloriosa<br />
promesa de vacaciones de verano, en las que terminé<br />
teniendo que ocuparme de mis hermanos un largo tiempo.<br />
Las prácticas de fútbol eran imposibles. La desprecié todavía<br />
un poco más.<br />
En undécimo grado me mudé a la casa de un pariente<br />
en Kinston, Carolina del Norte, y logré entrar al equipo de<br />
fútbol. Asombrosamente, pronto tuve el segundo puesto en<br />
el ranking de capturas del Estado. Pasé de ser nadie a ser<br />
alguien. Un mafioso del lugar me compró zapatos caros; las chicas me<br />
perseguían y me hablaba gente que ni conocía.<br />
Hice planes para ir a la universidad estatal de Carolina del Norte y<br />
me destaqué en el campamento de fútbol…pero mi confianza pronto<br />
se convirtió en humillación, porque mis calificaciones no alcanzaban.<br />
En cambio, fui a la universidad estatal de Fayetteville. Jugaba bien y<br />
me esforzaba mucho y el entrenador me dijo que tenía lo que hacía<br />
falta para llegar a profesional.<br />
No había pasado un mes en la universidad cuando mi novia me<br />
dijo que estaba embarazada. No lo tomé bien. Acababa de liberarme<br />
de tener que criar a mis hermanos ¿y ahora tenía que criar a otro<br />
niño? No, gracias.<br />
Me escapé. Dejé la universidad, le dije adiós al fútbol y volví a la<br />
casa de tía Sarah en Carolina del Sur. Necesitaba espacio para ver<br />
qué hacer y más droga para callar las voces desconcertantes que<br />
gritaban en mi cabeza.<br />
Conseguí un miserable trabajo de albañil que pagaba poquísimo.<br />
Todos los días, después del trabajo, mis compañeros se sentaban a<br />
perder el tiempo y fumar crack en pipa. ¿Este iba a ser mi futuro? No<br />
parecía muy distinto de mi infancia y odié más a mi mamá. Todavía<br />
seguía haciéndola responsable de mi vida arruinada.<br />
Sin duda el estilo de vida de mi mamá nos había afectado a mis<br />
hermanos y a mí. Pero…¿y las cosas que yo había hecho? Había usado<br />
pistolas y cuchillos y había vendido droga. Me había rebelado contra<br />
la autoridad y planeados robos. Había embarazado a mi novia y luego<br />
la abandoné y también abandoné un potencial futuro en el fútbol.<br />
Nada de eso fue culpa de mamá, pero mi corazón albergaba odio e<br />
incapacidad de perdonar.<br />
Hebreos 12:15 (NTV) dice: “Tengan cuidado de que no brote ninguna<br />
raíz venenosa de amargura, la cual los trastorne a ustedes y envenene<br />
a muchos”. Durante años había permitido que una raíz venenosa de<br />
amargura creciera sin control en mi corazón y mi mente y ahora estaba<br />
consumiendo el fruto.<br />
Pronto dejé mi trabajo de albañil para traficar drogas y trabajar<br />
como guardaespaldas. Hice $3.000 el primer día y eso me atrapó. Pero<br />
vender esas drogas a menudo me llenaba de culpa. Estaba destruyendo<br />
la vida de esos chicos con la mismísima droga que había destruido la<br />
de mi mamá. Empezó a pesarme mucho.<br />
Además, había mucha tensión entre los tipos que trabajaban para<br />
mi jefe y yo. Ellos habían estado con él durante más tiempo, pero yo<br />
me había convertido en su mano derecha.<br />
Llegué a tener tanto miedo de que alguien quisiera hacerme desaparecer<br />
que tuve un colapso nervioso. Estaba traficando en un bar y<br />
empecé a llorar sin parar. Fui al baño para recomponerme, pero no<br />
pude. Entonces llamé a mi abuela y le conté lo que estaba pasando.<br />
“Mike, tienes que ir a la iglesia y además ver a un profesional de la<br />
salud mental”. Era apenas la centésima vez que me lo decía. En cambio,<br />
decidí volver a Carolina del Norte. Mi abuela me seguía diciendo<br />
que buscara ayuda, pero yo no quería que un médico indagara en mi<br />
cabeza. Yo sabía que tenía problemas.<br />
Finalmente decidí que iría a la iglesia, caminaría hasta el altar y<br />
fingiría entregarle mi vida a Jesús. Tenía que ir solamente una vez y<br />
14s Número 02 / <strong>2023</strong> VICTORIOUSLIVINGMAGAZINE.COM