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Edición 2 | 2023

Dios le Puede Cambiar el Futuro

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VIDAS TRANSFORMADAS<br />

DECIDA<br />

cómo pensar<br />

POR SHERIDAN CORREA<br />

“LLEVAMOS CAUTIVO TODO pensamiento<br />

para que se someta a Cristo” (2 Corintios 10:5<br />

NVI).<br />

La transformación de nuestra vida parte de<br />

nuestra manera de pensar. Ahora lo sé, pero<br />

durante mucho tiempo mi mente estuvo plagada<br />

de pensamientos tóxicos que me aturdían<br />

y perseguían a diario. Me decían que era una<br />

perdedora sin remedio, un fracaso y una indeseable.<br />

Y yo los creía.<br />

Durante años esos pensamientos se<br />

sucedían sin control y exigían mi atención.<br />

Créame que mi cerebro era un lugar horripilante.<br />

Lamentablemente, yo creía que todo ese<br />

ruido era normal. Nadie me había hablado<br />

nunca sobre mi verdadera identidad en Cristo.<br />

Trataba de ahogar las voces y la vergüenza<br />

con drogas y otras cosas. Estaba tan desesperada<br />

por acallar la locura que intenté suicidarme<br />

varias veces. Con cada intento fallido, el caos<br />

en mi mente se volvía más ensordecedor.<br />

Durante treinta años luché contra la ansiedad<br />

y la depresión. Era una persona infeliz,<br />

con un diagnóstico de bipolaridad y una pila<br />

exasperante de medicamentos psiquiátricos.<br />

Pero entonces encontré a Jesús y Él me libró<br />

de mi caos mental y emocional.<br />

Aún recuerdo la calma repentina en mi mente<br />

cuando le entregué mi corazón. Fue como<br />

podía imaginar la tranquilidad de la primera<br />

mañana después de una guerra larga y cruel.<br />

Durante años había estado rodeada de caos y<br />

miedo y me gobernaba un enemigo perverso; y<br />

de pronto tenía paz y libertad. Podía respirar el<br />

aire fresco y apreciar la belleza del amanecer,<br />

el rocío que adornaba el campo, la niebla leve<br />

dispersa en el aire.<br />

Jesús había silenciado las voces atormentadoras<br />

que proferían infinitas palabras humillantes,<br />

odiosas y destructivas. Él había<br />

callado esas voces burlonas que me insultaban<br />

y mentían descaradamente sobre quién era.<br />

Y en la calma, pude oír la voz dulce de mi<br />

Padre celestial diciéndome que me amaba,<br />

me aceptaba y me necesitaba. A la luz de<br />

Su verdad, supe que no era un fracaso ni<br />

un desperdicio: era una persona valiosa.<br />

Paradójicamente, descubrí esta libertad<br />

mientras estaba encerrada en la cárcel.<br />

Jesús llevó Su luz de verdad y esperanza a<br />

ese lugar deprimente y aterrador y la hizo<br />

brillar en la oscuridad de mi mente. ¿Quién<br />

iba a pensar que Jesús iba a andar por lugares<br />

como ese, preparado y dispuesto a<br />

liberar a la gente?<br />

Eso fue hace seis años y todavía me estoy<br />

transformando según Su imagen. Es un proceso<br />

que continuará hasta que esté cara a<br />

cara con mi Salvador. El camino no es fácil.<br />

De hecho, a menudo parece una batalla.<br />

Satanás sabe que me perdió para<br />

siempre, pero todavía ataca mi mente<br />

recordándome mi pasado y diciéndome que<br />

soy un fracaso. Busca destruir la imagen<br />

que tengo de Dios en mi interior. Pero la<br />

Palabra de Dios y Su Espíritu Santo me enseñaron<br />

cómo pelear la guerra contra los<br />

pensamientos tóxicos.<br />

Romanos 12:2 dice que nos transformamos<br />

en personas nuevas mediante<br />

la renovación de nuestra mente. En qué<br />

enfocamos nuestra forma de pensar es<br />

crucial para la salud espiritual, emocional<br />

y mental. La Biblia está repleta de ejemplos<br />

sobre esta verdad. Allí encontramos lo que<br />

nos renueva.<br />

Es completamente inevitable: si queremos<br />

otra vida, debemos cambiar nuestra<br />

forma de pensar. La batalla se gana o se<br />

pierde en la mente.<br />

Necesitamos un arma especial para ganar<br />

la batalla: la verdad de Dios. Cuando<br />

exponemos nuestros pensamientos a la verdad<br />

de Dios, Su poder divino derriba fortalezas. Es<br />

como dinamita espiritual.<br />

2 Corintios 10:3–5 nos dice cómo alcanzar la<br />

victoria. “Pues aunque vivimos en el mundo, no<br />

libramos batallas como lo hace el mundo. Las<br />

armas con que luchamos no son del mundo,<br />

sino que tienen el poder divino para derri bar<br />

fortalezas. Destruimos argumentos y toda altivez<br />

que se levanta contra el conocimiento<br />

de Dios, y llevamos cautivo todo pensamiento<br />

para que se someta a Cristo” (NVI).<br />

Examinemos mejor este pasaje. Una fortaleza<br />

es un bastión con algo adentro. Nos puede<br />

proteger o puede ser nuestra cárcel. Nuestros<br />

pensamientos pueden funcionar como una<br />

cárcel que nos mantiene cautivos o ser el lugar<br />

donde nos sentimos seguros y amados.<br />

Por eso Satanás se esfuerza por distorsionar<br />

nuestro pensamiento con los comentarios<br />

negativos de los demás y las circunstancias<br />

difíciles. Hace insinuaciones que nos provocan<br />

vergüenza y culpa. Quiere que las palabras,<br />

experiencias y sentimientos afecten nuestro<br />

diálogo con nosotros mismos para que no consigamos<br />

nuestra verdadera identidad como<br />

vencedores en Cristo (Romanos 8:37).<br />

Pablo nos enseña que si ponemos nuestros<br />

pensamientos en cautiverio y los sometemos<br />

a la verdad de Dios, Satanás pierde la batalla.<br />

Yo lo veo como el juego “Captura la bandera”.<br />

Perseguimos nuestros pensamientos, los capturamos<br />

y los llevamos al territorio de Dios.<br />

Déjeme darle un ejemplo. Hace poco alguien<br />

me dijo que mis decisiones del pasado lo lastimaron<br />

mucho y que el dolor que sentía todavía<br />

afectaba otros aspectos de su vida.<br />

Saber que había herido a alguien que amo y<br />

que le había causado problemas me hizo perder<br />

de vista la verdad de Dios. Satanás empezó<br />

a decirme sus mentiras. “Eres un fracaso,<br />

24s Número 02 / <strong>2023</strong> VICTORIOUSLIVINGMAGAZINE.COM

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