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Edición 2 | 2023

Dios le Puede Cambiar el Futuro

Dios le Puede Cambiar el Futuro

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En Carolina del Norte continué<br />

yendo a la iglesia. Le entregué mi<br />

vida al Señor; Dios era mi mejor<br />

amigo. Compartía todo con Él.<br />

Mis tíos se ocupaban bien de<br />

mi hermano y de mí. Pero incluso<br />

en un hogar con familiares,<br />

seguía sintiéndome una extraña.<br />

Pensaba que era una carga.<br />

“Nadie te quiere, Simone. Eres<br />

rara”. Ese asunto me rondaba la<br />

cabeza todo el tiempo. Satanás<br />

me había convencido de que no<br />

encajaba en ningún lado.<br />

Me sentía desconectada de la<br />

gente y suponía que quienes me<br />

rodeaban apenas soportaban mi<br />

presencia. Satanás usaba cada rechazo,<br />

especialmente por parte<br />

de mis pares de la iglesia, para<br />

reforzar la idea de que yo era una<br />

paria, que no tenía nada valioso<br />

para decir ni para ofrecerle a este<br />

mundo.<br />

Casi toda mi adolescencia entraba<br />

y salía de depresiones. No<br />

se hablaba de la salud mental<br />

como en la actualidad, así que<br />

no sabía cómo manejar esos momentos<br />

oscuros.<br />

Mi instinto de supervivencia<br />

me llevaba a aislarme. Año tras<br />

año me dibujaba una sonrisa en la<br />

cara y repetía las cosas rutinarias<br />

de la vida. Escondía mis heridas<br />

y no le contaba a nadie lo que<br />

sentía. De todos modos ¿quién<br />

iba a querer escucharme?<br />

No sabía que esas situaciones<br />

de mi infancia—separarme de mi<br />

mamá y mis hermanos, crecer<br />

sin padre, que me llevaran de un<br />

lugar a otro y ver cosas despreciables<br />

en el sistema de acogida—<br />

habían provocado heridas que<br />

necesitaban atención. Tampoco<br />

sabía que Dios quería sanar mi<br />

corazón destrozado.<br />

En 2013 terminé la escuela secundaria<br />

y empecé a estu diar en<br />

la Universidad Campbell. Quería<br />

ser asistente social y ayudar a<br />

niños del sistema de acogida,<br />

como la Sra. Edna nos había ayudado<br />

a Simon y a mí.<br />

Al año siguiente me pasé a la<br />

Universidad de Carolina del Este,<br />

donde me gradué con una licenciatura<br />

en artes y una maestría<br />

en asistencia social. Obtuve mi<br />

licencia como asistente social<br />

clínica y comencé a trabajar con<br />

niños en situación crítica.<br />

Pero no estaba preparada<br />

para lo que le haría a mi corazón<br />

el brindar servicios de intervención.<br />

Ver a los niños apartados<br />

de sus hogares y trasladados<br />

permanentemente por el sistema<br />

me puso inesperadamente en un<br />

choque de frente con mi pasado.<br />

Las heridas y los sentimientos<br />

que había reprimido durante<br />

años salieron a la superficie.<br />

Intenté soslayar esos sentimientos<br />

oscuros como siempre<br />

lo había hecho, pero el peso del<br />

dolor me abatió.<br />

Tuve un colapso nervioso y<br />

debí dejar mi trabajo. Pero fue lo<br />

mejor que me pudo haber pasado,<br />

porque por fin me di cuenta de<br />

que necesi taba ayuda.<br />

Tuve el apoyo de mi esposo<br />

y empecé a ver a una consejera<br />

cristiana para enfrentar las huellas<br />

de mi pasado. Tres años más<br />

tarde conocí a la Srta. Renee, una<br />

formidable mujer piadosa y le<br />

pedí que fuera mi mentora.<br />

Ella me ayudó a lidiar con mi<br />

dolor. Juntas logramos descifrar<br />

por qué me sentía tan indeseable,<br />

SÉ LO QUE VALGO A LOS OJOS<br />

DE DIOS Y, SEGÚN LA BIBLIA,<br />

NO PUEDO HACER NADA QUE<br />

LO HAGA PENSAR DISTINTO.<br />

Der.: De niña,<br />

Simone escondía su<br />

dolor detrás de una<br />

enorme sonrisa.<br />

Últ. der.: Simone<br />

y su hermano<br />

Simon crecieron<br />

juntos gracias a<br />

la generosidad de<br />

familiares.<br />

poca cosa, ansiosa y deprimida.<br />

También me ayudó a descubrir<br />

la verdad sobre la forma en que<br />

Dios me ve. Ese fue un punto de<br />

inflexión.<br />

Resulta que Dios está especialmente<br />

cerca de los que tienen<br />

quebrantado el corazón y el<br />

espíritu abatido (Salmo 34:18).<br />

David, en el Salmo 68:5–6, nos<br />

dice que Dios es el padre de los<br />

huérfanos, defensor de las viudas,<br />

que les da un hogar a los desamparados<br />

y libertad a los cautivos.<br />

Dios conocía cada decepción<br />

que yo había sufrido y le importaba<br />

cuánto me había afectado cada<br />

una. Él envió a Su Hijo Jesús a<br />

curar mis heridas y a liberarme<br />

de las consecuencias de mi pecado<br />

y del pecado del mundo (ver<br />

Isaías 53:4–6). Él lo sana a usted<br />

del mismo modo.<br />

Dios nunca quiso que experimentara<br />

situaciones dolorosas,<br />

como crecer sin padre ni tener<br />

una madre con problemas mentales.<br />

Esos fueron deseos de<br />

Satanás. El propósito de Satanás<br />

ha sido siempre destruir me y<br />

provocar que me viera a mí misma<br />

a través del lente enga ñoso de<br />

que “no soy nada”. Pero Satanás<br />

es mentiroso (Juan 8:44).<br />

Con el tiempo, descubrí y<br />

acepté mi identidad como hija del<br />

Rey. Sé lo que valgo a los ojos de<br />

Dios y, según la Biblia, no puedo<br />

hacer nada que lo haga pensar<br />

distinto. Que me acepte como<br />

parte de Su familia no depende<br />

de mi desempeño.<br />

No hay cantidad de logros<br />

mundanos, diplomas ni títulos<br />

que pueda hacerme más<br />

valiosa, porque Dios me ha valorado<br />

desde el día en que nací.<br />

Soy la hija de Dios para siempre.<br />

Él me eligió y me adoptó como<br />

parte de Su familia y todo lo<br />

que es de mi Padreahora es<br />

mío (Efesios 1:5–8).<br />

VICTORIOUSLIVINGMAGAZINE.COM<br />

Número 02 / <strong>2023</strong><br />

27s

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