Los niños: Una cosecha significativa ¡Evangelizar a los niños es un ...

decirse que Moisés se excediera en sus
acciones y que hiciera cosas que Dios
no le mandó a hacer, como por ejemplo
tomar las tablas que Él había hecho
y sobre las cuales había escrito con Su
dedo, y romperlas.
En el capítulo 34 de Éxodo encontramos
que Dios está preparado para
renovar otra vez el pacto con Moisés
y Su pueblo. Dios le dijo a Moisés que
subiera de nuevo al Sinaí, pero antes
de subir le dijo que: “[alisara] dos tablas
de piedra como las primeras...que quebraste”
(v. 1). Estas tablas debían estar
listas para la mañana siguiente cuando
él subiera al monte. No me imagino todas
las cosas que habrá pensado Moisés
mientras alisaba las piedras. No sé si
tendría los instrumentos adecuados para
hacerlo, pero el hecho es que tenía que
hacerlo. El verso 4 dice que: “Moisés alisó
dos tablas de piedra como las primeras”.
¿Qué lección podemos aprender de
esta situación? Muchas veces disfrazamos
nuestro mal genio y lo llamamos
“carácter fuerte”. Es muy fácil enojarnos,
herir, proferir palabras, dañar a las
personas; pero la verdad es que nos va a
costar. El reconstruir, sobretodo lo que
nosotros no hemos hecho, ya que es
obra de Dios, nos va a costar caro. Para
Dios fue fácil hacer las primeras tablas
de piedra y escribir en ellas, pero no
creo que le fue tan fácil a Moisés alisar
dos tablas nuevas, las cuales tenía que
presentar ante Dios al día siguiente por
la mañana. ¡Cuántas almas preciosas,
a quienes Cristo salvó, no le sirven al
Señor hoy día debido a que las hayamos
destruido por causa de nuestro mal
genio! Si bien es cierto que Dios nos da
nuevas oportunidades para resarcirnos
y aprender, lo triste es que hay muchas
personas que quedan marcadas por
nuestras acciones.
¿Qué pasa cuando volvemos a Dios?
Dios le dio una segunda oportunidad
a Moisés para que subiera de nuevo
a la cumbre del Sinaí. Moisés pasó otros
cuarenta días en la presencia de Dios.
Esta vez cuando descendió del monte, su
rostro estaba resplandeciendo, aunque
él no lo sabía. Esta vez, el pueblo no se
descarrió como la primera, y al ver el rostro
resplandeciente de Moisés: “Aarón y
todos los hijos de Israel...tuvieron miedo
de acercarse a él” (Éxodo 34:30). Quizás
no sabían qué esperar. Si la primera vez
Moisés bajó con tanta violencia, que
sería entonces que su rostro estaba resplandeciendo.
Lo cierto es que la actitud
de Moisés fue diferente, porque ahora él
estaba cambiado. Ahora Moisés llamó
a los líderes y al pueblo y les “habló” (v.
31). ¡Qué cuadro tan diferente! Creo
que estar en la presencia de Dios debe
servir para cambiar nuestro carácter de
manera que podamos saber cómo tratar
a los hijos de Dios.
Conclusión
Hubo otro incidente en la vida de
Moisés (Números 20) en el cual él demostró
su mal carácter. En las aguas de
Meriba (rencilla), el pueblo murmuró
porque quería agua. Dios le dijo a Moisés
que hablara a la peña, la cual daría
el preciado líquido. Su enojo era tal
que había llegado a su corazón, lo cual
lo indujo a llamar “rebeldes” al pueblo
de Dios. En su momento de ira, en lugar
de hablar a la peña como le dijo Dios,
la golpeó por dos ocasiones y al mismo
tiempo atrajo la atención del pueblo hacia
él y su hermano Aarón como si ellos
hubieran sido los proveedores del agua
en lugar de Dios. En Su misericordia,
Dios proveyó el agua de la roca; pero al
mismo tiempo sentenció a Moisés y a
Aarón a que no entrarían al pueblo a la
tierra de la promesa.
Creo que no debemos permitir que
nuestro mal carácter nos impida la entrada
a la nueva Jerusalén. Debemos
recordar que Dios no hace acepción
de personas y el hecho de que seamos
ministros no nos da licencia para ser
“rabiosos”. La Palabra de Dios dice que:
“el siervo del Señor no debe ser contencioso,
sino amable para con todos, apto para
enseñar, sufrido” (2 Timoteo 2:24). La
palabra manso quiere decir “poder bajo
control” y es representada por el acto de
domar a un potro salvaje. Toda esa fuerza
está bajo el control del hombre que
lo monta.
Nuestro carácter debe ser moldeado
por el de nuestro Señor Jesucristo. No
debemosolvidarquepodemoshacerdaño
a aquéllos por los cuales Cristo murió y
que al mismo tiempo nos podemos hacer
daño a nosotros mismos. No creo que
valga la pena que arriesguemos nuestra
entrada al cielo por nuestro mal carácter.
Sin duda que el ver la gloria de Dios nos
transformará a Su imagen y nos capacitará
para ministrar al pueblo de Dios, sufriendo
las pruebas y las dificultades; enfrentando
las situaciones difíciles, sin perder nuestra
salvación. Dios te bendiga.
_________________
¹ Norman Habel, “The Form and Significance of the
Call Narratives,” SAW 77 (1965): 297-323, citado
por Terence E. Fretheim, Jeremiah, Smyth & Helwys
Bible Commentary: Smyth & Helwys Publishing, Inc.:
Macon, GA, 2002, pág. 48.
² Swanson, James: Diccionario De Idiomas Bíblicos:
Griego (Nuevo Testamento). Edición electrónica.
Bellingham, WA: Logos Research Systems, Inc., 1997,
S. GGK4089.
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