Calvino - Sermones Sobre Job.pdf - Quechuas
Calvino - Sermones Sobre Job.pdf - Quechuas
Calvino - Sermones Sobre Job.pdf - Quechuas
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
cada dÌa. Por ejemplo, cuando somos afligidos nos vendr· a la imaginaciÛn esta pregunta,<br />
"øAcaso se acuerda Dios de nosotros?" No hay nadie que podrÌa afirmar que no concibe tales<br />
pensamientos; porque nuestra naturaleza es tan corrupta e inclinada al mal que es imposible<br />
que no tengamos semejantes temores. Ahora, ciertamente ya es pecaminoso cuando esto<br />
viene a nuestra mente, aunque pensemos, "Ahora quÈ? lo detesto, es una blasfemia pensar<br />
que Dios no tiene piedad de aquellos que lo invocan, que no quiere ayudar a aquellos que le<br />
buscan; es como si quisiÈramos negar que Èl sigue gobernando al mundo." Entonces, cuando<br />
tales cosas vengan a nuestra mente, ellas son pecado y nosotros deberÌamos llegar a la<br />
conclusiÛn de decir, "Ciertamente, SeÒor, quÈ criaturas pobres y llenas de vanidad somos, el<br />
poder concebir cosas tan monstruosas." Luego, est· el segundo grado, cuando el mal nos<br />
presiona, y el dolor es multiplicado, y llegamos a murmurar diciendo: "Ciertamente, øy si Dios<br />
pensara en mÌ, estarÌa yo languideciendo de esta manera? øNo se ocuparÌa en ayudarme?<br />
Pero no lo hace, se oculta; entonces pareciera que me ha abandonado." Es cuando disputamos<br />
asÌ en nuestro interior, y tenemos este temor preguntando si Dios cuida no de nosotros que<br />
debemos entender lo que se nos declara, y recibir sus promesas, y ser fundamentados en<br />
ellas, diciendo, " No, pase lo que pasare, aun asÌ tendrÈ confianza en mi Dios, y mi refugio en<br />
Èl." Pero aunque finalmente tengamos esta seguridad y constancia, no obstante, si antes de<br />
llegar a ella estamos llenos de perplejidad, este es un pecado mayor que el primero y ya somos<br />
culpables delante de Dios tanto por la duda como por la incredulidad, puesto que somos<br />
capaces de recibir semejante tentaciÛn. Luego existe el tercer grado, cuando somos derrotados<br />
totalmente, y no sabemos sino decir, "Oh, desgracia, el mal ha triunfado, y Dios ha demorado<br />
demasiado en extenderme su mano. AquÌ me veo a mÌ mismo, realmente desesperado."<br />
Cuando somos abrumados de tal manera que ya no podemos invocar a Dios, y cuando ya no<br />
sentimos que las promesas de Dios nos sostienen, haciÈndonos regocijar, ese es entonces el<br />
tercer grado del mal; como cuando se ha concebido a una criatura, ya no queda otra cosa que<br />
hacer, sino dar a luz, aquÌ tambiÈn no se necesita nada m·s sino consumar exteriormente el<br />
hecho. Ahora llegamos a esta declaraciÛn de <strong>Job</strong>: "He hecho" dice, "un pacto, o convenio con<br />
mis ojos." Hemos dicho que esto es una seÒal de gran perfecciÛn. øY por quÈ? Porque si una<br />
persona puede controlar su mirada, de manera de no concebir nada por el hecho de mirar esto<br />
o aquello, lo cual le podrÌa arrastrar al mal, y si demuestra tener autÈntica castidad y<br />
honestidad, uno tiene que decir que tal persona es casi tan libre de toda corrupciÛn como un<br />
·ngel. Ahora, no en vano hace <strong>Job</strong> esta afirmaciÛn. Reconozcamos entonces, que en este<br />
mundo el fue preservado como un ·ngel de Dios. Es cierto que por naturaleza no era tal; y<br />
tambiÈn, al decir que ha hecho un pacto, esto es posterior a los beneficios recibidos por causa<br />
del temor de Dios, de tal manera de haber puesto bajo su pie su mala concupiscencia, ganando<br />
esta victoria sobre el corazÛn, de manera que es capaz de mantenerse bajo control, y sujeto,<br />
diciendo: "No codiciarÈ el mal dese·ndolo y anhel·ndolo. Ninguna parte dentro de mÌ podr·<br />
querer ofender a Dios, en cambio estarÈ aquÌ, controlando tanto mis miradas y mi boca y mis<br />
oÌdos." Esto es entonces, cÛmo <strong>Job</strong> hizo este pacto. No es que tuviera tal perfecciÛn en su<br />
naturaleza; era un hombre sujeto a pasiones iguales a nosotros, y sin lugar a duda, tuvo<br />
muchas tentaciones. Pero se comportÛ de tal manera que se acostumbrÛ a andar en el temor<br />
de Dios hasta el punto de no concebir deseos malos. Entonces, tuvo un h·bito, como se lo<br />
llama, es decir, se sentÌa deudor a ello, de modo de no seguir mirando de un lado al otro<br />
invitando sobre sÌ tal o cual cosa. En resumen, vemos aquÌ que <strong>Job</strong> no solamente querÌa<br />
declarar que habÌa tratado de servir a Dios, sino que habÌa hecho tal esfuerzo que habÌa<br />
mordido y capturado todas las pasiones de su carne, el extremo de que ya no le costaba nada<br />
servir a Dios; porque no tenÌa las luchas que tenemos nosotros por causa de nuestra debilidad,<br />
e incluso por causa de la corrupciÛn que hay en nosotros. Ahora bien, notemos que esto no fue<br />
por poder propio; por sÌ mismo no podrÌa haber adquirido semejante perfecciÛn; fue necesario<br />
que Dios lo reformara de tal manera mediante su Santo EspÌritu que al final fue realmente<br />
separado de la clase com˙n de los hombres; porque no es sin causa que David presenta este