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Calvino - Sermones Sobre Job.pdf - Quechuas

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conformarse a Dios. Pero, øquÈ de ello? El les manda advertencias por medio de las<br />

aflicciones que pone ante sus ojos en otras personas y, ciertamente, algunas veces se las hace<br />

sentir a ellos mismos; Èl condenar· su insubordinaciÛn, tanto m·s cuanto ellos siguen tan<br />

rebeldes y obstinados. Ahora, de nuestra parte, oremos a Dios que no permita que nos<br />

endurezcamos tanto, sino que tan pronto nos dÈ muestras de su ira, el EspÌritu Santo obre de<br />

tal modo en nosotros que la dureza de nuestro corazÛn sea atenuada, a efectos de dar lugar a<br />

su gracia, habiÈndonos recibido en su misericordia, seg˙n tenemos necesidad de ella, y seg˙n<br />

podemos percibirla, si no somos demasiado est˙pidos. Ahora, inclinÈmonos en humilde<br />

reverencia ante el rostro de nuestro Dios.<br />

***<br />

NOTAS DELTEXTO<br />

SERM”N NO. 3<br />

*SermÛn 21 en Calvini Opera, Corpus Reformatorum, V. 33, pp. 258-270.<br />

1. Amos 5:16-20.<br />

2. FrancÈs: benignement, benignamente.<br />

3. FrancÈs: douceur, dulzura.<br />

4. Oseas 6:1,2.<br />

5. FrancÈs: humainement, humanamente.<br />

6. FrancÈs: une esprit debonnaire.<br />

SERM”N N 4<br />

øCOMO SE JUSTIFICARA EL HOMBRE ANTE LOS OJOS DE DIOS?*<br />

"RespondiÛ <strong>Job</strong>, y dijo: Ciertamente yo sÈ que es asÌ; øY cÛmo se justificar· el hombre con<br />

Dios? Si quisiere contender con Èl, no le podr· responder a una cosa entre mil. El es sabio de<br />

corazÛn, y poderoso en fuerzas; øQuiÈn se endureciÛ contra Èl, y le fue bien? El arranca los<br />

montes con su furor, y no saben quiÈn los trastornÛ; Èl remueve la tierra de su lugar, y hace<br />

temblar sus columnas" (<strong>Job</strong> 9:1-6).<br />

Aunque los hombres fuesen obligados a confesar que Dios es justo y que no hay ning˙n<br />

defecto en Èl, sus pasiones son tan excesivas, 1 que cuando alguno es afligido no solamente se<br />

oir·n murmuraciones contra Dios con la voz en cuello. Aunque entretanto no dejen de ser<br />

atormentados tienen la impresiÛn de vengarse de alguna manera al desafiar asÌ a aquel con<br />

quien tienen que vÈrselas. Para nosotros es tanto m·s necesario haber meditado en la justicia<br />

de Dios, vista en perspectiva, 2 a efectos de que, al ser afligidos por Èl podamos permanecer<br />

suficientemente humildes y reconocer lo que Èl es: es decir, justo y sin culpa. 3 Sin embargo, no<br />

es suficiente confesar en general que en Dios sÛlo hay equidad. Porque anteriormente ya<br />

hemos visto que Bildad, sosteniendo el argumento de que Dios es justo hizo una aplicaciÛn<br />

pobre cuando terminÛ afirmando que Dios castiga a los hombres conforme a lo que se<br />

merecen. Ahora, (como ya lo hemos visto), esta no es una regla equitativa. A veces Dios<br />

guarda y sostiene a los malvados; a veces castiga a quienes ama trat·ndolos con una<br />

severidad mucho mayor que a aquellos que son totalmente incorregibles. Entonces, si<br />

queremos decir que Dios castiga a los hombres, a cada uno seg˙n su merecido, øcu·l serÌa el<br />

resultado? Todo aquel que intente apoyar la justicia de Dios por este medio procede con<br />

escasa sabidurÌa. Es entonces un vicio, cuando alguien quiere medir la justicia de Dios como<br />

diciendo: "No aflige a nadie excepto por causa de sus faltas; Dios tiene que devolver a cada

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