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Ir al libro

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ío, en una gran parte de su trayecto le llaman de Moctezuma.<br />

Algunos audaces <strong>al</strong>udían a una población notable: Santa Ana de<br />

Tamaulipas, en donde los comerciantes adquirían chapapote.<br />

Que no cause admiración lo reducido y vago de las ideas<br />

geográficas. Hace medio siglo, pocos fueron los maestros que<br />

por vocación se dedicaban a trabajos escolares; los métodos de<br />

enseñanza eran deficientes y escasos los <strong>libro</strong>s.<br />

Al río de que vengo tratando afluye un pequeño arroyo de aguas<br />

crist<strong>al</strong>inas y en cuyas márgenes crecen álamos de hojas plateadas.<br />

Volvió a trabajar nuestra imaginación en esta vez, aguzada por las<br />

consejas y supersticiones populares. ¿Cómo era el nacimiento del<br />

arroyo? No debía estar lejos del pueblo. Creíamos en la existencia<br />

de una gruta fantástica de la cu<strong>al</strong> brotaban las aguas y poblada de<br />

brujas. Era necesario ver ese lugar misterioso; y una tarde, antes<br />

de principiar las clases, <strong>al</strong>gunos condiscípulos organizamos una<br />

expedición clandestina y abandonamos la escuela.<br />

No fue h<strong>al</strong>agador el resultado. El principio del viaje se hizo sin<br />

mayores dificultades; más después, las márgenes que parecían<br />

terreno firme, se convirtieron en pantanos en donde nos<br />

atascábamos; las orillas del arroyo quedaban imprecisas y las<br />

ciénegas y los charc<strong>al</strong>es más extensos.<br />

A gran prisa declinaba la tarde, y necesitábamos regresar a<br />

nuestros hogares antes de que en ellos hubiera inquietud por<br />

nuestro retardo. La expedición fue un fracaso rotundo: no llegamos<br />

a conocer la fantástica gruta habitada por brujas, de donde mana el<br />

arroyo; llegamos tarde <strong>al</strong> pueblo; el estado lastimoso de nuestros<br />

trajes desgarrados y cubiertos de barro, y nuestras manos y<br />

caras llenas de espinas y ortigas, denunciaban claramente que no<br />

habíamos concurrido a nuestras labores.<br />

Quedó sin solución el problema. ¿En dónde nacen el arroyo y<br />

el río? . . .<br />

1936<br />

127<br />

GUILLERMO M. GONZÁLEZ

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