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RAUL GOMEZ JATTIN.pdf - Fundación Cultura Vallenata

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afirma Bibiana Vélez— sentí que el amor ya no le interesaba. Antes sí, se enamoraba,<br />

pero ahora me parecía que había dejado a un lado eso o había reprimido sus<br />

impulsos, o estaba en otras cosas. No sé. Vivía repitiéndome: Bibiana, como decía<br />

Stendhal, el amor es una enfermedad; ¡lo importante es la amistad!‖.<br />

En una ocasión se presentó en un recital en Medellín vestido totalmente de rojo, hasta<br />

las sandalias, y sin libro alguno, y además sin los lentes que necesitaba para leer.<br />

Había lleno total en el auditorio y el público lo aclamaba. ―¿Por cuál canción quieren<br />

que comience?‖, preguntó con total seriedad, refiriéndose a las canciones de Joan<br />

Manuel Serrat al que idolatraba. Cuando le dijeron que lo que tenía que hacer era leer<br />

sus poemas, se probó varios lentes que le prestó el público, despreció los que le<br />

parecían muy comunes y se quedó con uno de esos que parecen de gato. También<br />

un libro suyo tuvo que proceder del público.<br />

Su lectura conmovió. La gente lo aplaudió con euforia. Al ver que Raúl se ponía de pie<br />

para irse, el dueño del libro se lo pidió amablemente. Raúl se lo metió bajo el brazo y<br />

le dijo: ―¡Pero si lo escribí yo!‖, y acto seguido se marchó.<br />

El escritor inglés Gerald Martin relata así otra de sus intervenciones en público: ―En el<br />

Centro de Convenciones de la ciudad de Cartagena, durante el Festival Internacional<br />

de Poesía de 1991, tres mil personas ovacionaron por varios minutos a un poeta más<br />

bien desconocido que casi descalzo y con la voz un poco cansada leyó sus poemas.<br />

Nadie como ese personaje desgarbado logró conmover así a la multitud‖. ―La lectura<br />

de Raúl fue una especie de ceremonia sagrada‖, asegura el poeta y editor Mauricio<br />

Contreras. ―Cuando él descendió —escribe Ricardo Vélez— todos se pusieron de pie<br />

para saludarlo, y él, sin darse cuenta, dejó al presidente Gaviria con la mano<br />

extendida. Era un poeta de masas‖.<br />

Aunque Raúl completó su proceso de autodestrucción: drogadicto, loco, mendigo y<br />

finalmente muerto trágicamente, su poesía siguió un proceso más elevado y sutil.<br />

Trascendió, se libró de las ataduras que le imponen a los perturbados. ―Mi poesía es<br />

metafísica‖, decía él mismo. Por eso su voz lírica podía descender a los niveles más<br />

ordinarios y conservar su equilibrio, su lucidez y su belleza:<br />

―La cocinera hace de todo / Se levanta la falda/ y lo trepa a uno a su pubis / Te pone<br />

las manos/ en las nalgas y te culea en esa ciénaga insondable/ de su torpe lujuria de

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