Parte 1 - Federación de Asociaciones de Profesores de Español

arios en ocuparse de los escritores españoles en el
exilio 1 , y que acuñó para Ayala la frase que mejor lo
ha definido: “una conciencia lúcida”.
De la tercera ocasión a que me voy a referir guardo
un penoso recuerdo. De nuevo Francisco Ayala
había venido a Granada para dar una conferencia en
la Madraza cuyo tema era “¿Para quién escribimos
nosotros?”, bastante ajustada a un texto previo ya
publicado anteriormente. Finalizada la conferencia,
que pronunció de pie como era costumbre en él,
varias personas se acercaron al estrado rodeándole
para pedirle la dedicatoria de un libro o saludarlo.
Yo también me acerqué a la mesa
y, dando por descontado que me
reconocería, le dije que ya había
concluido con lo de su expediente.
Y fue la palabra “expediente”,
sin ir acompañada del especificativo
“escolar”, con todas las
connotaciones policiales y represivas
que aquel término conlleva,
lo que provocó de repente su
alarma y puso un destello airado y desafiante en su
mirada. Por su memoria debieron pasar apresuradamente
escenas de la guerra, de huidas precipitadas,
fronteras, aduana, la vida hecha y deshecha tantas
veces… Pasado un instante, apenas una milésima de
segundo, me reconoció, y su rostro se relajó amigablemente.
Pero yo lo había asustado, claro que sí,
había despertado sus miedos atávicos, y nunca me
la perdonaré.
Mucho más agradable fue aquella vez, año
1984, en que invitado por la universidad granadina
para algún acto, me puse en contacto con él para que
nos hiciera una visita al Instituto y charlara un rato
con los alumnos de COU que aquel curso tenían una
de sus novelas en los programas de Literatura. La
visita fue íntima, como él la exigió y creo que debió
disfrutarla. Contempló la gran escalinata de mármol
que él no pudo ver terminada cuando estudiaba allí,
y buscó la ubicación de la “sala de señoritas”, donde
las escasas alumnas de entonces pasaban a solas los
recreos, con gran curiosidad y espionaje por parte de
los chicos, y ahora ya, naturalmente, convertida en
un aula más. Ante una copia de su, para mí, famoso
expediente, y las actas de curso correspondientes a
su promoción, las observaciones divertidas de Carolyn:
“Mira, Paco, el compañero que tenía una hermana
que te gustaba a ti”. “¿No es ese el profesor que
te tenía manía?”.
Salvo una segunda visita diez años más tarde al
Instituto, esta vez oficial, por la celebración de los
150 años de la fundación del Centro, la última vez
AMIGOS Y MAESTROS
Algunos momentos con Francisco Ayala
Creo sinceramente que
Francisco Ayala nos ha
abierto muchos caminos,
hasta este último de
vivir grata y dignamente
el paso del tiempo.
1 J.R.Marra López, Narrativa española fuera de España, Ediciones Guadarrama, Madrid 1963.
que lo vi en persona fue en marzo de 2006. Se celebraba
en esa fecha los cien años en la vida de Francisco
Ayala y algunos de los más importantes fastos
tuvieron lugar en nuestra ciudad. El más multitudinario
en el teatro Isabel la Católica con presencia
de autoridades civiles y académicas y lleno total de
público. Me acerqué a saludarlo al palco que ocupaba
entre amigos y familiares, su hija Nina lo acompañaba
también. Bastante más envejecido, su mirada
acuosa, aunque viva aún, me transmitió cierto desvalimiento.
Pensé que debía sentirse extraño por la
edad a todo aquel cónclave en el que él oficiaba como
hermano mayor. Probablemente
nuestros hijos y, con más seguridad,
nuestros nietos, verán
como un hecho común cumplir
cien años, pero hoy aún es
una rareza. ¿Echaría de menos a
sus coetáneos, todos bajo tierra
desde hace tiempo? ¿Se sentiría
traidor a ellos por haberlos
sobrevivido?. No estoy segura
de si me reconoció entre tantos saludos, aunque su
exquisita amabilidad se apresurara a afirmar que sí,
que cómo no.
Lo he seguido siempre a través de prensa o televisión,
donde lo vimos bajo una lluvia torrencial
acudir como invitado a la boda del príncipe Felipe.
Parece ser que asistía con regularidad a las sesiones
de la Academia, y que disfrutó hasta el final de la
compañía de los amigos. Creo sinceramente que
Francisco Ayala nos ha abierto muchos caminos,
hasta este último de vivir grata y dignamente el paso
del tiempo. n
Cartel del centenario
de Francisco Ayala.
El escritor en su
siglo.
Juan Vida
Fundación Francisco
Ayala.
Octubre-Diciembre 2009 Página 75