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08 Capitulo III.pdf - Conexion Fondo de Emancipacion

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Contenido<br />

Capítulo <strong>III</strong>. Enfoque teórico-conceptual ............................................................... 55<br />

Po<strong>de</strong>r originario: mitos, or<strong>de</strong>n y <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>n ........................................................ 58<br />

Diferencia sexual, construcción <strong>de</strong> subjetivida<strong>de</strong>s y feminismo ...................... 64<br />

Práctica y crítica discursivas ................................................................................ 71<br />

Contenido


Capítulo <strong>III</strong><br />

Enfoque teórico-conceptual<br />

En este capítulo quiero referirme a aquellos elementos teórico-conceptuales que<br />

se han constituido en la brújula que orienta mi revisión y relectura <strong>de</strong> la mitología<br />

fundante andina, con el fin <strong>de</strong> encontrar en ella, y en los universos simbólicos a<br />

los que hace referencia, pistas que permitan verlos como vehículos <strong>de</strong> mensajes y<br />

referentes <strong>de</strong> sistemas <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r cuyos valores, presupuestos, comportamientos e<br />

imaginarios colectivos se hayan construido alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> la diferencia sexual.<br />

Trazar un cuadro <strong>de</strong> análisis alusivo a un momento fundante y al modo en que<br />

las potencialida<strong>de</strong>s humanas se imbrican para darle curso, asentando y validando<br />

un or<strong>de</strong>n social con características específicas, obliga a <strong>de</strong>limitar previamente la<br />

perspectiva teórica mediante la cual se preten<strong>de</strong> aprehen<strong>de</strong>r el mismo, y requiere<br />

tener coherencia con el diseño y los objetivos <strong>de</strong> investigación.<br />

Esta selección <strong>de</strong> conceptos interpretativos centrales con las que examinar las<br />

fuentes documentales alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> las cuales gira esta investigación asume como<br />

i<strong>de</strong>a fuerza el supuesto <strong>de</strong> que el or<strong>de</strong>n social heredado, y que prevalece hoy en<br />

día en Bolivia, trae aparejado el patriarcado como forma organizativa. Son<strong>de</strong>ar sus<br />

bases requerirá entonces i<strong>de</strong>ntificar en qué espacios subjetivos y simbólicos se inscribe<br />

y cuáles son los resortes discursivos que hacen factible su pervivencia y que,<br />

una vez i<strong>de</strong>ntificados, se pue<strong>de</strong>n poner en jaque para <strong>de</strong>bilitarlos.<br />

De ahí que, para encarar el trabajo analítico, aquí se asuma como paradigma<br />

básico para abordar los mitos <strong>de</strong> origen un concepto <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r enmarcado en los<br />

Enfoque teórico-conceptual<br />

55


El origen y el or<strong>de</strong>n. Po<strong>de</strong>r simbólico y diferencia sexual en un mito fundante andino<br />

56<br />

parámetros postestructuralistas, que lo pintan como un fenómeno complejo y relacional.<br />

En ese sentido, la noción <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r a la cual recurriré es la que propone la antropología<br />

política en la línea <strong>de</strong>sarrollada por Georges Balandier (1993 y 1998), <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

la cual se apunta, en primer lugar, a afirmar la existencia un po<strong>de</strong>r primordial o <strong>de</strong><br />

origen, inserto en los mitos a través <strong>de</strong> las i<strong>de</strong>as <strong>de</strong> or<strong>de</strong>n y <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>n que éstos<br />

prescriben. Esta perspectiva también es consi<strong>de</strong>rada por Pierre Clastres (1979) en<br />

su crítica sobre la necesaria evolución <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r hacia la estatalidad.<br />

Como se señalaba antes, esta visión da cuenta <strong>de</strong> las premisas que el postestructuralismo<br />

ha planteado sobre el tema, en la medida en que al <strong>de</strong>finir el campo<br />

social como un producto histórico muestra que el po<strong>de</strong>r que en él se genera no es<br />

estático, sino más bien dinámico, en tanto crea y recrea modos <strong>de</strong> relacionamiento<br />

que marcan asimismo interpretaciones <strong>de</strong>l mundo. Pero que <strong>de</strong>finen y a<strong>de</strong>más van<br />

recreando, sustituyendo y <strong>de</strong>construyendo mo<strong>de</strong>los arquetípicos, roles, jerarquías,<br />

imaginarios, dinámicas <strong>de</strong> control y prescripción <strong>de</strong> valores sociales que hacen a un<br />

sistema <strong>de</strong> género.<br />

Explicar tales interpretaciones y la visión <strong>de</strong> sociedad que posicionan requiere a<br />

la vez <strong>de</strong> una teoría general que <strong>de</strong>staque cómo se maneja dicho po<strong>de</strong>r y cuáles son<br />

sus premisas para pre<strong>de</strong>finir imaginarios que <strong>de</strong>signen qué lugares y qué funciones<br />

son propias <strong>de</strong> hombres y mujeres, así como las características <strong>de</strong> sus relaciones.<br />

Entonces, si los mitos son una forma discursiva <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r, es preciso restituirlos<br />

como elementos <strong>de</strong> análisis bajo la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> que poseen suficiente impacto para mol<strong>de</strong>ar<br />

la realidad, puesto que sus metáforas <strong>de</strong>finen el lugar y el peso diferenciados<br />

que se les reconoce a las figuras femeninas y masculinas <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el universo simbólico<br />

que, se perciba o no, impacta <strong>de</strong> un modo u otro en la construcción <strong>de</strong> lo social.<br />

Consi<strong>de</strong>rando lo anterior, creo importante emplear la Teoría <strong>de</strong> la Diferencia<br />

Sexual <strong>de</strong>sarrollada por Rosi Braidotti (2004 y 1994) como perspectiva general <strong>de</strong><br />

análisis, no solo porque la misma, al ser tributaria <strong>de</strong>l postestructuralismo y al ajustarse<br />

a la <strong>de</strong>finición <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r propuesta por Balandier, refuerza la investigación cohesionándola,<br />

sino porque la enriquece en la medida en que intenta historizar un<br />

concepto clave sobre el cual se ha construido lo político-social: la diferencia sexual.<br />

Mediante su posicionamiento, Braidotti apunta a <strong>de</strong>stacar que centrarse en dicha<br />

diferencia coadyuva a <strong>de</strong>sestabilizar el supuesto <strong>de</strong> que, <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> las diversas<br />

socieda<strong>de</strong>s, hombres y mujeres construyen sus i<strong>de</strong>ntida<strong>de</strong>s y su sentido <strong>de</strong> la me-


moria, <strong>de</strong> la emancipación y <strong>de</strong>l tiempo <strong>de</strong> manera similar o simétrica. Más bien,<br />

cuando se exploran los modos en que se <strong>de</strong>scribe a las mujeres como una “otredad”,<br />

queda al <strong>de</strong>scubierto que ocurre todo lo contrario, pues sale a la luz que lo<br />

que entra en juego es el ejercicio <strong>de</strong> una relación <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>sequilibrada, <strong>de</strong>n la<br />

que son los sujetos masculinos —y no los femeninos— los que <strong>de</strong>finen cuáles son<br />

las características y los límites <strong>de</strong> la praxis <strong>de</strong> estas “otreda<strong>de</strong>s”. Y, en función a<br />

ello, cómo <strong>de</strong>bería or<strong>de</strong>narse la realidad, enfatizando siempre en la separación <strong>de</strong><br />

lo discursivo y la práctica social.<br />

Así, la riqueza potencial <strong>de</strong> emplear la Teoría <strong>de</strong> la Diferencia Sexual en una interpretación<br />

crítica <strong>de</strong> los mitos <strong>de</strong> origen y su trascen<strong>de</strong>ncia en los imaginarios colectivos<br />

radica en que la misma presenta dicha diferencia como el cimiento <strong>de</strong> un proyecto<br />

libertario, en la medida en que cuestiona aquellas imágenes que fijan las características<br />

<strong>de</strong> la subjetividad femenina, confinándolas al terreno <strong>de</strong> lo simbólico, presentado<br />

como un espacio aparte, poco trascen<strong>de</strong>nte y no constitutivo <strong>de</strong> lo material.<br />

Interpelar esas representaciones como productos discursivos históricos, examinando<br />

si <strong>de</strong> ellas pue<strong>de</strong>n extraerse visiones alternativas <strong>de</strong> los sujetos que no<br />

incluyan la opresión como referente vinculador, pero revalorando el papel <strong>de</strong> lo<br />

simbólico al conectar los procesos <strong>de</strong> construcción imaginaria y narrativa con los<br />

modos prácticos en que se articula el po<strong>de</strong>r, es la contribución que brinda esta teoría<br />

al momento <strong>de</strong> pensar un horizonte <strong>de</strong> emancipación feminista aplicable a los<br />

contextos en que se trabaja la <strong>de</strong>scolonización y la <strong>de</strong>spatriarcalización.<br />

Finalmente, y consi<strong>de</strong>rando el paradigma y la teoría general seleccionados para<br />

esta investigación, quiero proponer como teoría sustantiva o lente <strong>de</strong> abordaje concreto<br />

<strong>de</strong> las fuentes a revisar el análisis feminista crítico <strong>de</strong>l discurso, que <strong>de</strong>staca a<br />

este último como un elemento <strong>de</strong> las prácticas sociales y que juega un importante<br />

papel en la aceptación <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r como vínculo.<br />

Analizar con qué elementos <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r se asocia lo femenino en el mito fundante<br />

abordado, cuáles son los roles esenciales asignados a las figuras simbólicas en función<br />

<strong>de</strong> su sexo, qué iniciativas toman en el periplo <strong>de</strong> la refundación social, cómo<br />

se expresa o se omite su voz en la elaboración <strong>de</strong> un arquetipo <strong>de</strong> género y qué<br />

estrategias emplean diosas o heroínas para concretar sus propósitos cuando aparecen<br />

en los relatos son recursos <strong>de</strong> análisis discursivo que ayudan a compren<strong>de</strong>r el<br />

modo en que, al concretarse y transmitirse una i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> or<strong>de</strong>n, se acepta el establecimiento<br />

<strong>de</strong> jerarquías y omisiones como forma <strong>de</strong> relacionamiento legítimo y poco<br />

cuestionado.<br />

Enfoque teórico-conceptual<br />

57


El origen y el or<strong>de</strong>n. Po<strong>de</strong>r simbólico y diferencia sexual en un mito fundante andino<br />

58<br />

Po<strong>de</strong>r originario: mitos, or<strong>de</strong>n y <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>n<br />

Es casi un lugar común sostener, siguiendo a uno <strong>de</strong> los pioneros <strong>de</strong>l postestructuralismo<br />

y crítico <strong>de</strong> la mo<strong>de</strong>rnidad más conocido, Michel Foucault 14 , que el po<strong>de</strong>r<br />

no tiene como única instancia <strong>de</strong> expresión el ámbito estatal ni que su ejercicio se<br />

limita a la capacidad <strong>de</strong> influir unilateralmente en el comportamiento <strong>de</strong> sujetos y<br />

sujetas sociales, incluso coaccionándolos, para que respondan a las expectativas <strong>de</strong><br />

quienes ostentan el monopolio <strong>de</strong> la fuerza pública.<br />

En esta perspectiva, trascen<strong>de</strong>r una concepción clásica <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r ha conducido<br />

a posicionar otra <strong>de</strong>finición, que lo <strong>de</strong>scribe como relación <strong>de</strong> fuerzas y campo creativo<br />

que se insertan en el Estado como estructura, pero que también aparecen fuera<br />

<strong>de</strong>l mismo y se dispersan en todas las esferas <strong>de</strong> lo social.<br />

Como forma vinculante <strong>de</strong> acción, el Po<strong>de</strong>r con mayúscula juega sobre las volunta<strong>de</strong>s<br />

pero sin superar los marcos <strong>de</strong> una lógica <strong>de</strong> guerra y oposiciones binarias,<br />

sobre todo porque para imponerse combina un conjunto <strong>de</strong> tácticas, estrategias y<br />

técnicas que adoptan una multiplicidad <strong>de</strong> formas como la represión, la inducción,<br />

la seducción, la manipulación, la validación o la prohibición, entre otras.<br />

Como campo creativo, el po<strong>de</strong>r cuenta a<strong>de</strong>más con recursos que le permiten<br />

acomodarse y reacomodarse, reproducirse, organizar y <strong>de</strong>sorganizar estructuras y<br />

esquemas e inventar nuevas formas <strong>de</strong> acción sobre las conductas, adaptándose a<br />

lo que cada contexto sociocultural y político problematiza como asunto básico en<br />

un <strong>de</strong>terminado periodo histórico.<br />

Así, acción y creación, en tanto instrumentos <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r, no solo <strong>de</strong>marcan sus<br />

condiciones <strong>de</strong> existencia, sino que producen sus efectos, entre los cuales están<br />

la cristalización <strong>de</strong> sistemas <strong>de</strong> diferencias (sexual, étnica, <strong>de</strong> clase, generacional)<br />

sobre los que se erige una i<strong>de</strong>ología; <strong>de</strong> estructuras institucionales que socializan<br />

sus fines (familia, escuela, partido, movimiento); y <strong>de</strong> modos <strong>de</strong> discurso y manejo<br />

<strong>de</strong> símbolos (mitos, creencias populares, representaciones, leyes) que lo validan y<br />

refuerzan legitimándolo en los imaginarios colectivos.<br />

Sin embargo, hay que <strong>de</strong>stacar aquí que dicha acción y creación no se dan <strong>de</strong><br />

manera tal que quedan fuera <strong>de</strong> su campo elementos como el conflicto y la confrontación,<br />

pues una característica clave <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r es que éste también genera resistencias.<br />

Cuando las mismas se instalan, imponen o negocian, provocan a su vez la <strong>de</strong>fi-<br />

14 Véase Foucault 1979 y 1989.


nición <strong>de</strong> un nuevo diagrama <strong>de</strong> fuerzas que rediseña las pautas <strong>de</strong>l or<strong>de</strong>namiento<br />

sociopolítico. Pero también <strong>de</strong>jan claro que, en tanto prácticas y estrategias <strong>de</strong> lucha,<br />

las resistencias muestran que el po<strong>de</strong>r como dominio genera interacciones diferenciadas<br />

entre quienes se involucran en él. Sobre todo, porque los recursos que<br />

<strong>de</strong>ja a disposición, los grados <strong>de</strong> su ejercicio y sus modalida<strong>de</strong>s no son accesibles o<br />

alcanzables en la misma medida por todos los sujetos sociales.<br />

Ahora bien, si, como acabamos <strong>de</strong> ver, para la corriente post-estructuralista<br />

el po<strong>de</strong>r es un elemento omnipresente, casi sistémico, en el que ejercicio, acción,<br />

creación y resistencia son las palabras clave que lo <strong>de</strong>terminan, existe un quinto elemento<br />

sin el cual el mismo no podría instalarse <strong>de</strong> manera estable, continua o permanente.<br />

Éste es la recreación, en tanto actividad o conjunto <strong>de</strong> prácticas simbólico-discursivas<br />

que aseguran el posicionamiento <strong>de</strong> un imaginario social. Imaginario<br />

que, como señalara Cornelius Castoriadis (1975), en tanto conjunto <strong>de</strong> representaciones<br />

posee igual peso que lo material en la plasmación <strong>de</strong> las instituciones sobre<br />

las que se erige el or<strong>de</strong>n social y en la explicación <strong>de</strong>l cambio como discontinuidad<br />

que <strong>de</strong>safía los cánones <strong>de</strong> reglamentación que cimientan ese or<strong>de</strong>n.<br />

Pero aunque la recreación <strong>de</strong> imaginarios da cuenta <strong>de</strong> que el po<strong>de</strong>r como dominio<br />

no aspira a ser algo efímero, sino que más bien apunta a perpetuarse, naturalizar<br />

sus dinámicas y legitimarse mediante un proceso <strong>de</strong> instalación <strong>de</strong> símbolos<br />

y socialización <strong>de</strong> un repertorio <strong>de</strong> significados establecidos justamente <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

el propio po<strong>de</strong>r, tal recreación pue<strong>de</strong> aplicarse también por quienes interpelan la<br />

variante coercitiva, unívoca e impositiva <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r como relación <strong>de</strong> fuerza. Estos<br />

también pue<strong>de</strong>n emplear el lenguaje y el discurso como recursos para examinar los<br />

alcances <strong>de</strong> la internalización <strong>de</strong> normas, rutinas y creencias que pautan los límites<br />

<strong>de</strong>l relacionamiento social, político, económico y cultural y les confieren un carácter<br />

separador, dicotómico o jerárquico.<br />

Así pues, el anterior panorama conduce a ver el po<strong>de</strong>r también como un fenómeno<br />

productivo, que combina acciones, creaciones, resistencias y recreaciones<br />

que le dan dinamismo y que contribuyen a constituir nuestras subjetivida<strong>de</strong>s individuales<br />

y sociales. La elaboración <strong>de</strong> representaciones y significados, entonces, es la<br />

herramienta básica <strong>de</strong> la que se vale el po<strong>de</strong>r para filtrarse en los imaginarios como<br />

un hábito, jugada que permite ocultar —y, por tanto, <strong>de</strong>jar sin cuestionar— el modo<br />

en que se instaura su hegemonía. Pero es también un instrumento para resistirlo y,<br />

por en<strong>de</strong>, transformarlo.<br />

Indudablemente, indagar <strong>de</strong> dón<strong>de</strong> proviene una i<strong>de</strong>a <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r que anida en<br />

la construcción <strong>de</strong> un sistema <strong>de</strong> diferencias y, en consecuencia, prescribe <strong>de</strong>termi-<br />

Enfoque teórico-conceptual<br />

59


El origen y el or<strong>de</strong>n. Po<strong>de</strong>r simbólico y diferencia sexual en un mito fundante andino<br />

60<br />

nadas formas <strong>de</strong> organización y relacionamiento, invita a consi<strong>de</strong>rar como parte importante<br />

<strong>de</strong> su análisis no solo a las acciones sino también a los discursos que, tras<br />

bambalinas, van forjando un tipo <strong>de</strong> política. En ella, el acceso al po<strong>de</strong>r no pue<strong>de</strong><br />

interpretarse únicamente como un modo <strong>de</strong> ocupar espacios institucionales <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

don<strong>de</strong> aplicar la propia voluntad, sino también como el posicionamiento <strong>de</strong> símbolos<br />

e imágenes culturales y narrativas que aseguran su permanencia.<br />

Esta inter<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> lo político con lo discursivo y la construcción simbólica<br />

termina mostrando que el po<strong>de</strong>r requiere conectar los espacios en los que se<br />

producen imágenes, memoria, saberes y verda<strong>de</strong>s con aquellos <strong>de</strong>s<strong>de</strong> don<strong>de</strong> se<br />

aplica el control y la dominación, justamente porque es esta combinación “la que<br />

confiere a la sociedad los medios <strong>de</strong> afirmar su cohesión interna y expresar su personalidad,<br />

así como los medios para situarse o protegerse frente a lo que le es extraño”<br />

(Balandier 1993).<br />

En esa línea, cabe señalar que lo simbólico proporciona a la política un mo<strong>de</strong>lo y<br />

un lenguaje <strong>de</strong> interacción que intenta explicar qué se entien<strong>de</strong> por or<strong>de</strong>n y qué pue<strong>de</strong><br />

leerse como amenaza <strong>de</strong> <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>n. Ambos, mo<strong>de</strong>lo y lenguaje, se nutren <strong>de</strong> representaciones<br />

que correspon<strong>de</strong>n a una realidad social y a un momento o tiempo histórico<br />

<strong>de</strong>terminado. Pero, para sustentarse, también pue<strong>de</strong>n recurrir a i<strong>de</strong>ales o arquetipos<br />

presentados en construcciones narrativas como los mitos, que prece<strong>de</strong>rían e incluso<br />

estarían fuera <strong>de</strong> esa temporalidad porque se refieren al origen <strong>de</strong> las cosas.<br />

Ahora bien, la relación entre po<strong>de</strong>r político y mito como categoría discursiva<br />

que funda un sistema <strong>de</strong> creencias ancestral posee ciertas características: en primer<br />

lugar, insta a afirmar, como lo hace Balandier, que existe un tipo <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r político<br />

que prece<strong>de</strong> a todos los <strong>de</strong>más y que es el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> estar en el origen. A partir <strong>de</strong>l<br />

análisis <strong>de</strong>l mito, se pue<strong>de</strong> entonces reconstruir las pautas que dan sentido a este<br />

po<strong>de</strong>r originario en tanto el mismo no solo es la fuerza constitutiva <strong>de</strong> lo social primigenio,<br />

sino que es a la vez la fuente <strong>de</strong> don<strong>de</strong> brota la enunciación <strong>de</strong> la ley y el<br />

mol<strong>de</strong> inicial <strong>de</strong>l cual sustraer referentes organizativos.<br />

En segundo lugar, en la medida en que los mitos hablan <strong>de</strong> la relación humana<br />

con las fuerzas o potencias naturales y <strong>de</strong> la manera en que los sujetos establecen<br />

sus vínculos mutuos, entra en juego la <strong>de</strong>limitación <strong>de</strong> un po<strong>de</strong>r que exige fundar<br />

lo social para contraponerlo a lo natural. Es <strong>de</strong>cir, se posiciona la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> que la categoría<br />

<strong>de</strong> lo social admite erigirse sobre parámetros simbólicos y no biológicos o<br />

naturales, <strong>de</strong>splazando a estos últimos <strong>de</strong> la escena o convirtiéndolos en ámbitos<br />

sobre los cuales ejercer control.


En tercer lugar, si cuando hablamos <strong>de</strong> mitos <strong>de</strong> origen se presupone que éstos<br />

<strong>de</strong>finen, como se argumentaba líneas arriba, las normas o leyes <strong>de</strong> organización<br />

social, al hacerlo terminan creando a la vez un mo<strong>de</strong>lo <strong>de</strong> sociedad que pue<strong>de</strong> ser<br />

tradicional, mo<strong>de</strong>rno, abierto, cerrado, comunitario, patriarcal, basado en el parentesco,<br />

etc.<br />

Las tres características arriba mencionadas, que hacen referencia a las relaciones<br />

y los prototipos <strong>de</strong> una sociedad <strong>de</strong>scrita como el espacio base <strong>de</strong> i<strong>de</strong>ntificación<br />

común y <strong>de</strong> arraigo <strong>de</strong> lo político, no <strong>de</strong>scriben sino el po<strong>de</strong>r en tanto herramienta<br />

conjuradora <strong>de</strong>l or<strong>de</strong>n como principio y exorcizante <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>n como amenaza<br />

<strong>de</strong> incongruencia y <strong>de</strong>sunión.<br />

Otra vez, siguiendo a Balandier, al examinar los mitos en función al po<strong>de</strong>r, queda<br />

claro que éste se vale <strong>de</strong> arquetipos, rituales y prescripciones simbólicas para echar<br />

raíces, instalando como puntos <strong>de</strong> referencia la asunción <strong>de</strong> jerarquías, el reparto <strong>de</strong>sigual<br />

<strong>de</strong> las capacida<strong>de</strong>s humanas y la estratificación social, que <strong>de</strong>limita asimismo<br />

qué tipo <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r y en qué grado conviene emplearse. Cada uno <strong>de</strong> estos aspectos,<br />

junto con la competencia, se cimentan como instrumentos para respon<strong>de</strong>r a los <strong>de</strong>safíos<br />

internos y externos que dan cuenta <strong>de</strong> si peligra o no el or<strong>de</strong>n constituido.<br />

Según esta visión, el po<strong>de</strong>r como imposición es la garantía <strong>de</strong>l or<strong>de</strong>n y es a la<br />

vez “el resultado <strong>de</strong> la necesidad <strong>de</strong> luchar contra la entropía, que amenaza a la<br />

sociedad con el <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>n, respondiendo a una necesidad interna, pero también a<br />

una externa cuando ve que otras socieda<strong>de</strong>s pue<strong>de</strong>n hacer peligrar su soberanía y<br />

seguridad […] exaltando para enfrentarse a ello su unidad y sus rasgos distintivos”<br />

(Balandier 1993: 122).<br />

Sin embargo, así como veíamos que las dinámicas <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r no pue<strong>de</strong>n <strong>de</strong>jar <strong>de</strong><br />

lado la aparición <strong>de</strong> resistencias, el or<strong>de</strong>n como categoría relacional y organizativa<br />

tampoco pue<strong>de</strong> resguardarse <strong>de</strong>l todo y evitar la aparición <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>n.<br />

De hecho, dado que el or<strong>de</strong>n impone escalas clasificatorias para <strong>de</strong>limitar qué<br />

entra en su terreno y qué queda excluido <strong>de</strong>l mismo, indirectamente genera un espacio<br />

marginal <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el cual pue<strong>de</strong> cuestionarse sus supuestos y el modo en que se<br />

articula. Ello hace posible que vaya surgiendo la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> un nuevo or<strong>de</strong>n que sustituya<br />

al anterior y erradique sus premisas discursivas para posicionar otras.<br />

En ese sentido, plantear otras representaciones y lenguajes simbólicos con el<br />

fin <strong>de</strong> suscitar actos <strong>de</strong> ruptura, quebranto y transgresión <strong>de</strong> las leyes, normas y costumbres<br />

sacralizadas es una manera radical y subversiva <strong>de</strong> transitar <strong>de</strong> un or<strong>de</strong>n a<br />

Enfoque teórico-conceptual<br />

61


El origen y el or<strong>de</strong>n. Po<strong>de</strong>r simbólico y diferencia sexual en un mito fundante andino<br />

62<br />

otro, generando en el proceso una suerte <strong>de</strong> incertidumbre inicial que se preten<strong>de</strong><br />

superar, ya que, no olvi<strong>de</strong>mos, la finalidad perseguida no es instalar un caos, sino<br />

sustituir unas bases <strong>de</strong> relacionamiento sociopolítico por otras.<br />

En el camino, transgredir pue<strong>de</strong> incluir métodos violentos que llevan a compren<strong>de</strong>r<br />

el po<strong>de</strong>r nuevamente <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su veta impositiva y coercitiva. Sin embargo,<br />

la tentativa <strong>de</strong> sacudir un or<strong>de</strong>n pre<strong>de</strong>finido no necesariamente requiere <strong>de</strong> una<br />

dosis <strong>de</strong> agresividad. Desgastar un sistema organizativo es también una cuestión <strong>de</strong><br />

manejo <strong>de</strong> astucia, en tanto la misma es una expresión <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r que, sin cuestionar<br />

directamente las reglas, códigos <strong>de</strong> comportamiento y convenciones sociales,<br />

encuentra las vías para cambiar el rumbo <strong>de</strong> las cosas, ejerciendo la seducción y la<br />

influencia como estrategias para afectar y modificar las convicciones que imperan<br />

al trastornar sutilmente sus sentidos.<br />

Señalaba antes que la clasificación es un recurso <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r para vigilar sus límites<br />

y evitar que se <strong>de</strong>sdibujen las reglas que aplica con el objeto <strong>de</strong> validar y cimentar<br />

un or<strong>de</strong>n. Emplearlo entonces implicará <strong>de</strong>tallar categorías <strong>de</strong> quehaceres<br />

y saberes que <strong>de</strong>ben controlarse, oprimirse y negarse para mantener un statu quo,<br />

acción que saca a la luz que el or<strong>de</strong>n ante todo se origina o es el producto <strong>de</strong>l juego<br />

<strong>de</strong> las diferencias. Y, al examinar el vínculo que existe entre construcción material y<br />

simbólica <strong>de</strong> las realida<strong>de</strong>s sociales y <strong>de</strong> los mitos que las sustentan, es la diferencia<br />

sexual la que mejor da cuenta <strong>de</strong> este proceso.<br />

Por ejemplo, al abordar los juicios <strong>de</strong> valor emitidos por los cronistas en los contenidos<br />

<strong>de</strong> un mito <strong>de</strong> origen como la saga <strong>de</strong> los Ayar, en ellos aparece en primera<br />

fila la distinción <strong>de</strong> lo masculino y <strong>de</strong> lo femenino como principios intervinientes<br />

en la creación <strong>de</strong> un mundo o etapa civilizatoria en que no se discuten las lógicas<br />

binarias. Des<strong>de</strong> las mismas, lo femenino asume como espacios <strong>de</strong> manifestación lo<br />

corporal, lo sexual y lo verbal, y cada uno <strong>de</strong> estos aspectos lleva en sí el potencial<br />

<strong>de</strong> suscitar afrentas o quebrantamiento <strong>de</strong> las reglas que sustentan el or<strong>de</strong>n. De<br />

ahí que sean materia <strong>de</strong> control ejercido <strong>de</strong>s<strong>de</strong> las figuras masculinas, i<strong>de</strong>ntificadas<br />

sobre todo con la acción, la fuerza y la <strong>de</strong>cisión.<br />

Esta lectura aparece no solo a nivel andino, sino también al interior <strong>de</strong> otras<br />

culturas, cuyos mitos etiológicos fomentan <strong>de</strong> inicio una interpretación dualista<br />

que ubica lo femenino en el campo <strong>de</strong> lo natural y lo masculino en el <strong>de</strong> lo social,<br />

estableciendo que la diferencia sexual es algo que indiscutiblemente aparece en la<br />

génesis <strong>de</strong> cualquier or<strong>de</strong>namiento <strong>de</strong>l mundo. En consecuencia, la misma <strong>de</strong>be ser<br />

aceptada dando pie a la instalación <strong>de</strong>l patriarcado como forma naturalizada (y, por


tanto, hegemónica) <strong>de</strong> organización social, que introduciría las representaciones<br />

imaginarias para cimentar con ellas la construcción <strong>de</strong> estructuras y prácticas institucionales.<br />

Así, al interpretarse la diferencia sexual en el marco <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r político sin hacer<br />

una lectura <strong>de</strong> la misma como contraste sino como complementariedad, se intenta<br />

empren<strong>de</strong>r el camino <strong>de</strong> su positivización. Sin embargo, ello no basta para politizar<br />

el hecho <strong>de</strong> que, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> lo práctico, esta i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> complemento siga sirviendo para<br />

asignar a las mujeres espacios que resultan ser lugares silenciados <strong>de</strong> subordinación<br />

y, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> lo simbólico, para valorar esos espacios como marginales o tan poco<br />

trascen<strong>de</strong>ntes como para afectar el curso y el sentido <strong>de</strong> la política, <strong>de</strong>terminando<br />

que un eje <strong>de</strong> esa complementariedad es “lo menos” y otro es “lo más”, y que los<br />

espacios <strong>de</strong>s<strong>de</strong> los que cada diferencia actúa se plantean como distintos, pero equiparando<br />

este término como <strong>de</strong>sigualdad (Simón 1999).<br />

En síntesis, dado que, como se explicaba en el primer capítulo, a lo largo <strong>de</strong> la<br />

última década va cobrando forma en Bolivia un proyecto referido a los nuevos comienzos,<br />

en el sentido que propone <strong>de</strong>construir y construir representaciones sociales<br />

bajo las premisas <strong>de</strong> la <strong>de</strong>scolonización y la <strong>de</strong>spatriarcalización, es interesante<br />

explorar —a la luz <strong>de</strong> conceptos como el po<strong>de</strong>r y su vínculo con los mitos, el or<strong>de</strong>n<br />

y el <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>n— si a nivel <strong>de</strong> lo que se <strong>de</strong>scribe como subjetividad femenina predominan<br />

arquetipos que muestran una continuidad o una ruptura con la memoria<br />

i<strong>de</strong>ntitaria diseñada <strong>de</strong>s<strong>de</strong> los mitos <strong>de</strong> origen recogidos en la crónica colonial.<br />

Ello dará cuenta <strong>de</strong> si el or<strong>de</strong>n que intenta posicionar este nuevo tiempo fundante<br />

pue<strong>de</strong>, en efecto, <strong>de</strong>jar atrás los imaginarios patriarcales y <strong>de</strong> imposición que<br />

se proyectan en todas las direcciones, incluida la <strong>de</strong>l campo social emancipatorio.<br />

En este sentido, si para establecer un prisma <strong>de</strong>s<strong>de</strong> don<strong>de</strong> visualizar el patriarcado<br />

como sistema y cultura <strong>de</strong> dominio es preciso <strong>de</strong>limitar los contenidos que<br />

pue<strong>de</strong> asumir el concepto <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r, creo pertinente señalar que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> mi óptica,<br />

y siguiendo a Braidotti (2006), el mismo requiere plantearse sabiendo que ofrece<br />

un rostro bifronte. Es <strong>de</strong>cir, teniendo en mente que pue<strong>de</strong> expresarse y aplicarse<br />

<strong>de</strong> manera <strong>de</strong>spótica, disciplinaria, arbitraria, insertando una i<strong>de</strong>ología dominante,<br />

asumiendo los ropajes <strong>de</strong> la potentia. Pero que también, y paralelamente, pue<strong>de</strong><br />

suscitar respuestas que interpelen los criterios <strong>de</strong> verdad predominantes que<br />

pintan la exclusión como un mal necesario, buscando contrarrestarla a partir <strong>de</strong>l<br />

ofrecimiento <strong>de</strong> una lectura que incluye como marco interpretativo la potestas, que<br />

coadyuva a resistir el influjo negativo <strong>de</strong> la potentia.<br />

Enfoque teórico-conceptual<br />

63


El origen y el or<strong>de</strong>n. Po<strong>de</strong>r simbólico y diferencia sexual en un mito fundante andino<br />

64<br />

Así pues, pensar el campo discursivo como un espacio <strong>de</strong> resistencia obliga a<br />

plantear que en el mismo aparecen también la potestas y la potentia como referentes.<br />

Y que el tema aquí es intentar <strong>de</strong>scubrir si es factible dar con formas afirmativas<br />

<strong>de</strong> po<strong>de</strong>r que expresen otras posibilida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> relacionamiento, <strong>de</strong> opciones y <strong>de</strong><br />

ejercicio <strong>de</strong> libertad, siempre en el marco <strong>de</strong>l <strong>de</strong>venir como escenario <strong>de</strong> fondo.<br />

Para algunas líneas feministas, este proceso se ha <strong>de</strong>nominado “empo<strong>de</strong>ramiento”<br />

y ha apuntado sobre todo a afectar la cultura y la política partiendo, más<br />

que <strong>de</strong> la confrontación con el grupo opositor, <strong>de</strong>l ejercicio <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r sobre uno<br />

mismo, la autoindagación, la autoconciencia y la recuperación <strong>de</strong> las historias <strong>de</strong><br />

vida como ejercicio <strong>de</strong> la memoria que coadyuve a <strong>de</strong>scubrir no solo qué <strong>de</strong>termina<br />

el po<strong>de</strong>r como dominio, sino qué elementos hacen que nos enganchemos con esa<br />

lógica y nos limitemos a reproducirla.<br />

Diferencia sexual, construcción <strong>de</strong> subjetivida<strong>de</strong>s y feminismo<br />

Al iniciar este capítulo, cuando presentaba el enfoque <strong>de</strong> la diferencia sexual como<br />

la teoría general en que se respalda mi investigación, <strong>de</strong>cía que la misma <strong>de</strong>stacaba<br />

como problemática en que <strong>de</strong>svincular las representaciones simbólicas <strong>de</strong> las construcciones<br />

sociales mostrándolas como terrenos separados es un método empleado<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> el po<strong>de</strong>r patriarcal para asegurar su dominio.<br />

Por su parte, el análisis <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r y <strong>de</strong>l mito que he presentado en el acápite<br />

prece<strong>de</strong>nte reafirma esta perspectiva, sobre todo cuando establece que, con el fin<br />

<strong>de</strong> preservar un or<strong>de</strong>n, el po<strong>de</strong>r crea un lenguaje propio, clasificador y binario, que<br />

<strong>de</strong>sconoce cualquier otra discursividad paralela o subterránea que pueda poner en<br />

jaque el esquema <strong>de</strong> or<strong>de</strong>n que impone.<br />

Así pues, al tratar lo lingüístico como un campo que nada tiene que ver o que<br />

no afecta los modos en que se produce la realidad y las relaciones que ésta entraña,<br />

se termina ocultando una cuestión primordial: la que consi<strong>de</strong>ra que discurso, práctica<br />

e institucionalidad sociales son un conjunto inseparable <strong>de</strong> categorías que se<br />

retroalimentan para crear y recrear un sistema <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r, puesto que versan sobre<br />

el modo en que se constituyen las subjetivida<strong>de</strong>s sobre las que tal po<strong>de</strong>r actúa.<br />

Por ejemplo, en el caso <strong>de</strong> un relato religioso tradicional que incluye al género<br />

como elemento, quienes lo escribieron y/o quienes lo interpretan en tanto narración<br />

simbólica seleccionan y emplean las palabras como herramientas para proporcionar<br />

una noción <strong>de</strong> lo femenino y otra <strong>de</strong> lo masculino que incluyen valores, expectativas<br />

y pautas <strong>de</strong> comportamiento social que no <strong>de</strong>ben transgredirse.


Este uso <strong>de</strong>l lenguaje termina mostrando que la asignación <strong>de</strong> significados no<br />

es un ejercicio neutral, ajeno a la producción <strong>de</strong> relaciones <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r. Más bien, el<br />

mismo está lleno <strong>de</strong> una carga intencionada que apunta a presentar imágenes i<strong>de</strong>alizadas<br />

<strong>de</strong> la “mujer” y <strong>de</strong>l “hombre” que pasan a cristalizarse como mo<strong>de</strong>los sobre<br />

los cuales organizar u or<strong>de</strong>nar la sociedad creando instituciones como la familia, el<br />

ejército, la iglesia, etc., que admitirán la presencia y la expresividad <strong>de</strong> unos sujetos<br />

y asegurarán la ausencia y el silencio <strong>de</strong> otros en las distintas esferas <strong>de</strong> interacción<br />

social.<br />

El lenguaje, entonces, encierra intenciones políticas, pues no solo busca <strong>de</strong>scribir,<br />

explicar y comunicar un estado <strong>de</strong> cosas, sino que, al hacerlo, mol<strong>de</strong>a y transmite<br />

a la vez percepciones, representaciones y prescripciones que hacen a una visión<br />

<strong>de</strong> mundo y le asignan <strong>de</strong> antemano límites fijados.<br />

Esta cuestión genera efectos en el modo en que cada cual elabora su subjetividad<br />

y, por tanto, en la forma en que compren<strong>de</strong> cómo su capacidad <strong>de</strong> agencia se<br />

inserta en el entorno. En este sentido, como sujetos y sujetas sociales a<strong>de</strong>cuamos<br />

nuestros pensamientos y conductas a los significados y sentidos prefijados <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

las estructuras <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r (patriarcales, colonialistas, capitalistas) que los plasman.<br />

Esto conduce a encasillar expectativas, comportamientos y <strong>de</strong>mandas a los mo<strong>de</strong>los<br />

que <strong>de</strong>terminan dichas estructuras y a aceptarlos como válidos, interiorizándolos<br />

<strong>de</strong> forma tal que nos autoi<strong>de</strong>ntificamos con sus dictámenes, así sean ambiguos.<br />

Con esta práctica organizamos nuestra realidad interna a<strong>de</strong>cuándola a la que<br />

vemos que se erige fuera <strong>de</strong> nosotros, en una suerte <strong>de</strong> aplicación <strong>de</strong>l propio consentimiento<br />

como recurso <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>l que hablaba Foucault, sin entrar a cuestionar<br />

si el or<strong>de</strong>n social en que nos movemos tiene como una <strong>de</strong> sus bases la opresión<br />

y, por tanto, <strong>de</strong>jando sin consi<strong>de</strong>rar alternativas para cuestionarla.<br />

Los sistemas <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r, entonces, sí utilizan el discurso y sus símbolos con el fin<br />

<strong>de</strong> perpetuarse y justificarse, pero <strong>de</strong>jan en el aire cómo ambos aspectos se articulan<br />

con lo social, precisamente porque al hacerlo ocultan el hecho <strong>de</strong> que los sentidos<br />

que figuran como colectivamente acordados pue<strong>de</strong>n no serlo.<br />

De ahí que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el análisis postestructural se insista en remarcar que preguntarse<br />

cómo se construye un sujeto, qué experiencias se le <strong>de</strong>ja probar y qué i<strong>de</strong>ntidad<br />

se le asigna es una manera <strong>de</strong> rastrear si, efectivamente, el lenguaje empleado<br />

cotidianamente es producto <strong>de</strong> una cocreación, <strong>de</strong> una imposición unilateral que<br />

apunta a modificar conductas, homogeneizarlas y <strong>de</strong>finir un referente universal <strong>de</strong><br />

lo normal o <strong>de</strong> ambas cosas.<br />

Enfoque teórico-conceptual<br />

65


El origen y el or<strong>de</strong>n. Po<strong>de</strong>r simbólico y diferencia sexual en un mito fundante andino<br />

66<br />

Y en la línea <strong>de</strong> explorar en un contexto <strong>de</strong> cambio qué otras opciones <strong>de</strong> recreación<br />

discursiva se le asigna a sus diversos agentes y qué alternativas <strong>de</strong> reconstitución<br />

<strong>de</strong> los contenidos y prácticas <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r proporciona la instauración <strong>de</strong> un<br />

nuevo or<strong>de</strong>n —el <strong>de</strong>l Estado plurinacional—, es central revisar si, en un campo específico,<br />

el <strong>de</strong> la <strong>de</strong>spatriarcalización, se asumen imaginarios y se recurre al rescate<br />

<strong>de</strong> las figuras míticas, viendo el modo en que ellos han plasmado un mo<strong>de</strong>lo <strong>de</strong><br />

subjetividad femenina que interpela o no la asimetría <strong>de</strong> las relaciones que entablan<br />

hombres y mujeres.<br />

Consi<strong>de</strong>rando lo anterior, creo que es fundamental aquí asumir categorías analíticas<br />

<strong>de</strong>sarrolladas por la Teoría <strong>de</strong> la Diferencia Sexual, ya que ésta coadyuva a<br />

<strong>de</strong>sentrañar y evi<strong>de</strong>nciar en las tramas discursivas cómo tal diferencia y su tratamiento<br />

impone una lógica binaria y antagónica <strong>de</strong> relacionamiento, que pue<strong>de</strong> estar<br />

camuflada, naturalizada, cubierta y poco explorada, impidiendo iniciar la re<strong>de</strong>finición<br />

<strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r a través <strong>de</strong>l cuestionamiento <strong>de</strong> los supuestos clave <strong>de</strong> las narrativas<br />

hegemónicas patriarcales.<br />

Así pues, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el enfoque que aquí propongo, la diferencia sexual a la que<br />

aludo no se circunscribe o reduce a la asignación <strong>de</strong> un sexo biológico ni a la <strong>de</strong>finición<br />

cultural y sociológica vinculada con la noción <strong>de</strong> género en tanto elemento que<br />

explica la construcción social <strong>de</strong> tal diferencia.<br />

En consecuencia, siguiendo a Rossi Braidotti, el concepto <strong>de</strong> diferencia sexual<br />

que aquí manejo tiene que ver con la asunción <strong>de</strong> que en el campo simbólico construido<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> la mo<strong>de</strong>rnidad dicha diferencia se ha centrado en <strong>de</strong>scribir la otredad<br />

presentándola como amenazante y catalogable como enemiga, argumento <strong>de</strong>l<br />

que <strong>de</strong>rivaría la necesidad <strong>de</strong> ubicarla como excluida y como el cimiento para construir<br />

la asimetría, siendo sobre todo las mujeres el primer opuesto <strong>de</strong> las asimetrías<br />

(Barrancos 2002).<br />

En este sentido, la Teoría <strong>de</strong> la Diferencia Sexual es una entrada analítica interesante<br />

no solo porque pone el <strong>de</strong>do en la llaga al <strong>de</strong>mandar la revalorización <strong>de</strong><br />

lo simbólico como instrumento recreador <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r y sustento <strong>de</strong> las realida<strong>de</strong>s<br />

sociales, sino porque apunta a validar la diferencia en todas sus manifestaciones,<br />

presentando esta acción como un reto político y un reto expresivo: no basta con<br />

compren<strong>de</strong>r cómo se ha hecho <strong>de</strong> la diferencia sexual y <strong>de</strong> su representación negativa<br />

un justificativo para imponer opresiones.<br />

Es preciso, a<strong>de</strong>más, trabajar sus potencialida<strong>de</strong>s para erigirse como un referente<br />

alternativo que permita rearmar imaginarios pensando el cambio como un


horizonte emancipatorio, que incluye múltiples visiones subjetivas que no luchan<br />

por predominar sobre las otras. La diferencia sexual exige, por tanto, abrirse a la<br />

comprensión <strong>de</strong> “la mujer no como complemento o espejo <strong>de</strong> lo otro sino como<br />

sujeto encarnado, complejo, multi-estratificado que ha tomado sus distancias respecto<br />

a la institución <strong>de</strong> la feminidad” (Braidotti 2005: 214).<br />

Ahora bien, dado que la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> articular un marco teórico implica construir<br />

un prisma interpretativo para examinar el modo en que en el mito <strong>de</strong> origen a analizarse<br />

aparecen vacíos, <strong>de</strong>scripciones y arquetipos <strong>de</strong> i<strong>de</strong>ntida<strong>de</strong>s genéricas que<br />

pue<strong>de</strong>n —o no— estar posicionando una i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> subjetividad femenina que inva<strong>de</strong><br />

los imaginarios actuales o proporcionan pautas para contribuir a reconstruirlos, a<br />

continuación me referiré a las premisas principales que la Teoría <strong>de</strong> la Diferencia<br />

Sexual <strong>de</strong>sarrollada por Rosi Braidotti invoca para mostrar cómo el po<strong>de</strong>r abarca<br />

también la negociación <strong>de</strong> los sentidos que hacen a un universo simbólico.<br />

Una <strong>de</strong> las propuestas básicas presentadas por Braidotti en esa dirección supone<br />

enfatizar en la re<strong>de</strong>finición <strong>de</strong>l concepto <strong>de</strong> diferencia sexual —y no tanto en el<br />

<strong>de</strong> género— con el objeto <strong>de</strong> mostrar por qué la misma es una categoría políticamente<br />

vigente para los feminismos.<br />

Aunque Braidotti no resta méritos al género como noción explicativa que evi<strong>de</strong>ncia<br />

que situar a lo masculino como el centro o la norma y a lo femenino como<br />

“lo otro” que gira como un satélite alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> ese referente universal es algo no<br />

natural, sino más bien el resultado <strong>de</strong> una construcción social y discursiva, la autora<br />

consi<strong>de</strong>ra que existe un foco <strong>de</strong> análisis mucho más prolífico o revelador <strong>de</strong>l que se<br />

pue<strong>de</strong> echar mano para abordar un estudio <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r patriarcal. Esta es, evi<strong>de</strong>ntemente,<br />

la perspectiva <strong>de</strong> la diferencia sexual ya que la misma, más que ubicar las<br />

reflexiones en el campo <strong>de</strong> la relación, que es lo que hace el género, las orienta a<br />

rastrear los modos diferenciados en que se genera, asume y posiciona un tipo <strong>de</strong><br />

subjetividad.<br />

Entonces, si <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el género lo que se posiciona como base <strong>de</strong> discusión es la<br />

existencia <strong>de</strong> representaciones i<strong>de</strong>ntitarias opuestas, confrontadas y antagónicas,<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> la diferencia sexual lo que interesa no es asumir la dualidad como un supuesto<br />

esencial <strong>de</strong> análisis. Pues, aunque la misma pue<strong>de</strong> existir y marcar un terreno <strong>de</strong><br />

po<strong>de</strong>r don<strong>de</strong> las mujeres son catalogadas como “segundo sexo”, la <strong>de</strong>finición <strong>de</strong><br />

la subjetividad es algo eminentemente complejo y no solo binario, ya que engloba<br />

una simultaneidad <strong>de</strong> opresiones, representaciones y permisos que incluso van más<br />

allá <strong>de</strong> lo genérico.<br />

Enfoque teórico-conceptual<br />

67


El origen y el or<strong>de</strong>n. Po<strong>de</strong>r simbólico y diferencia sexual en un mito fundante andino<br />

68<br />

Así lo han reconocido las corrientes feministas que articulan en sus reivindicaciones<br />

aspectos como la raza, la clase, la edad y la diversidad sexual como variables<br />

que se intersectan <strong>de</strong> diferente modo y en distintos tiempos para generar<br />

una i<strong>de</strong>ntidad subjetiva. Pero tanto éstas como aquellas que privilegian el enfoque<br />

<strong>de</strong> género pasan por alto un punto clave en lo que respecta a la configuración y<br />

reproducción <strong>de</strong>l patriarcado como sistema <strong>de</strong> opresión: que las imágenes y representaciones<br />

<strong>de</strong> la diferencia sexual son el producto <strong>de</strong> lo que Braidotti llama sedimentación<br />

histórica.<br />

Dicha sedimentación implica asumir una representación intrínseca con la que<br />

i<strong>de</strong>ntificarse —<strong>de</strong> manera voluntaria pero también inconsciente—, dotando a la diferencia<br />

sexual <strong>de</strong> un sentido generador <strong>de</strong> entornos y prácticas sociales don<strong>de</strong> lo masculino<br />

se muestra como una subjetividad <strong>de</strong>scorporalizada, mientras que, a la inversa,<br />

lo femenino se caracteriza siempre por su sobrecorporalización (Braidotti 2004).<br />

Sin embargo, consi<strong>de</strong>ro necesario matizar esta visión señalando que, al interpretar<br />

los mitos y las realida<strong>de</strong>s que éstos contribuyen a plasmar <strong>de</strong>s<strong>de</strong> una óptica<br />

feminista, es importante tener cuidado <strong>de</strong> no caer en la tentación <strong>de</strong> presentar la<br />

diferencia masculino-femenino <strong>de</strong> forma tal que con ello se llegue a crear nuevamente<br />

un estereotipo que hace <strong>de</strong> lo dicotómico un fetiche, que separa cultura y<br />

naturaleza y asocia a los hombres con la primera mientras que i<strong>de</strong>ntifica a las mujeres<br />

con la segunda 15 .<br />

Por tanto, para la teoría <strong>de</strong> la diferencia sexual, subvertir la opresión necesariamente<br />

obliga a trabajar sobre este esquema simbólico no solo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la interpelación<br />

<strong>de</strong> las relaciones asimétricas que provoca, sino <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la configuración inventiva<br />

y autónoma <strong>de</strong> nuevas imágenes i<strong>de</strong>ntitarias y cambiantes producidas por<br />

los propios sujetos. Es preciso entonces aproximarse a la diferencia abordándola<br />

simultáneamente como aquello que distingue y separa a los actores sociales generando<br />

resistencias y oposiciones, y eso otro que se procesa en su carácter múltiple,<br />

contradictorio y variable <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> cada uno <strong>de</strong> ellos.<br />

15 En su artículo Is Female to Male as Nature is to Culture? (1974), Sherry Ortner rastreaba<br />

los orígenes <strong>de</strong> la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> inferioridad social y cultural <strong>de</strong> la mujer en su asociación con el<br />

mundo natural enmarcada en la realidad biológica, elemento que la i<strong>de</strong>ntificaba con la “baja<br />

cultura”, mientras que los hombres se <strong>de</strong>dicaban a la “alta cultura”, tesis que June Nash y<br />

Eleanor Leacock han cuestionado a partir <strong>de</strong>l impacto <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong>l mundo capitalista<br />

en la vida <strong>de</strong> mujeres y hombres en contextos coloniales, don<strong>de</strong> lo biológico se intersecta<br />

con categorías <strong>de</strong> opresión que dan mayor complejidad al tema.


Lo anterior resalta, sin duda, que sin compren<strong>de</strong>r que “la diferencia adquiere<br />

un significado y una vigencia política solamente si está organizada en y por el discurso”<br />

(Braidotti 2004: 61), es improbable imaginar acciones emancipadoras efectivas,<br />

pues es en el lenguaje en el que las subjetivida<strong>de</strong>s sobre las que actúa el po<strong>de</strong>r<br />

como dominio terminan constituyéndose y proyectándose en la realidad.<br />

En suma, para la teoría <strong>de</strong> la diferencia sexual, es básico compren<strong>de</strong>r que tal<br />

diferencia se produce en lo simbólico-narrativo y que lo que la transforma en un<br />

elemento político es que la misma ha sido atravesada y sometida por las relaciones<br />

<strong>de</strong> po<strong>de</strong>r que la <strong>de</strong>scriben como marca <strong>de</strong> inferioridad natural, esencializada y esencializable.<br />

Transformarla en algo positivo, <strong>de</strong>svinculándola <strong>de</strong> aquellas imágenes que la<br />

presentan como algo peyorativo, es la estrategia propuesta <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el proyecto feminista<br />

<strong>de</strong> la diferencia sexual y que quiere ir más allá <strong>de</strong>l análisis <strong>de</strong> las i<strong>de</strong>ntida<strong>de</strong>s<br />

opuestas, <strong>de</strong>mandando para ello la reapropiación <strong>de</strong>l imaginario femenino <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

las mujeres en su diversidad, bajo la lógica <strong>de</strong> que es a través <strong>de</strong> la construcción <strong>de</strong><br />

autorrepresentaciones como se elabora la propia relación con la subjetividad.<br />

Es necesario, en suma, rastrear genealógicamente <strong>de</strong> dón<strong>de</strong> vienen las imágenes<br />

que <strong>de</strong>scriben lo femenino como complemento y/o ausencia y, a la vez, comenzar<br />

a crear intencional y colectivamente nuevos símbolos emancipatorios alternativos<br />

que, al <strong>de</strong>splazar a los prece<strong>de</strong>ntes, terminen produciendo contramemorias.<br />

Dichos símbolos, no obstante, no <strong>de</strong>ben asimilar la emancipación con la homologación.<br />

Aunque ambos términos expresan la puesta en marcha <strong>de</strong> acciones, la<br />

primera insiste en explorar distintas posiciones subjetivas a través <strong>de</strong> las cuales sea<br />

posible imaginar la autonomía, sin asumir como guión conjuntos <strong>de</strong> valores pre<strong>de</strong>finidos<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> un mo<strong>de</strong>lo preexistente al que habría que imitar, y que, en suma, es lo<br />

que se busca con la equiparación.<br />

Conviene entonces estar atentos para no pasar por alto las implicancias <strong>de</strong> no<br />

hilar fino y quedarse sin hacer esta distinción, pues en ello está el germen <strong>de</strong> la<br />

reproducción <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r, que asemeja modos femeninos <strong>de</strong> actuar y pensar con los<br />

masculinos, cuando la clave es justamente resaltar la positividad <strong>de</strong> la diferencia<br />

sexual.<br />

Asimismo, otro punto que tampoco <strong>de</strong>be <strong>de</strong>jar sin tocarse, y que coinci<strong>de</strong> con<br />

la visión postestructuralista <strong>de</strong> la construcción <strong>de</strong> la subjetividad, tiene que ver con<br />

<strong>de</strong>stacar que existen discursos posicionados <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la ciencia, la historia y la filosofía<br />

Enfoque teórico-conceptual<br />

69


El origen y el or<strong>de</strong>n. Po<strong>de</strong>r simbólico y diferencia sexual en un mito fundante andino<br />

70<br />

que vinculan la diferencia sexual con lo corpóreo y su normalización. En esta línea, la<br />

homologación al mo<strong>de</strong>lo masculino prescribe a la vez el establecimiento <strong>de</strong> analogías<br />

que continúen implantando en los imaginarios lo binario como base <strong>de</strong> explicación.<br />

Es <strong>de</strong>cir, los sistemas sociales patriarcales, en tanto ámbitos transmisores <strong>de</strong><br />

un tipo <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r, establecen una separación bien marcada entre un cuerpo femenino<br />

y un cuerpo masculino, <strong>de</strong>limitando paralelamente comportamientos, pautas <strong>de</strong><br />

actuación, costumbres y hábitos que correspon<strong>de</strong>rían a cada i<strong>de</strong>ntidad.<br />

Si lo masculino es la regla, no parecérsele es estar fuera <strong>de</strong> la norma. De ahí que<br />

lo representado como “femenino” en tanto otredad se asocie con lo monstruoso<br />

por tener características extrañas y no compatibles con el or<strong>de</strong>n regular. De igual<br />

modo, mezclar, <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>nar o complejizar los parámetros bajo los que se asimila el<br />

lugar y la expresividad diferenciada asignada a cada sexo, relativizando la naturalidad<br />

<strong>de</strong> su bifurcación, se lee también como una acción transgresora y, por en<strong>de</strong>,<br />

extraordinaria.<br />

Interpelar estas i<strong>de</strong>as supondrá entonces recurrir, como sugiere Braidotti, a la<br />

conformación <strong>de</strong> una teoría feminista que sacuda la enraizada creencia referida a<br />

la universalidad <strong>de</strong>l sujeto, hilvanando un proyecto que, por otro lado, vaya <strong>de</strong>spejando<br />

el camino para posicionar como alternativa la autocreación, la afirmación y la<br />

actuación <strong>de</strong> otras formas <strong>de</strong> manifestar las i<strong>de</strong>ntida<strong>de</strong>s.<br />

En suma, diferencia sexual y subjetividad requieren articularse para poner en<br />

cuestión e instalar la crítica política frente a lo que ha implicado confirmar una imagen<br />

autorizada <strong>de</strong> “la mujer” como institución y representación, <strong>de</strong>sarrollando con<br />

ello una conciencia feminista que contrasta la política <strong>de</strong> la universalización con la<br />

política <strong>de</strong> la localización, dando cuenta <strong>de</strong> que las mujeres como conglomerado <strong>de</strong><br />

i<strong>de</strong>ntida<strong>de</strong>s complejas, múltiples e incluso fragmentadas poseen agencia histórica,<br />

social y política y <strong>de</strong>ben hacer uso <strong>de</strong> ella.<br />

Es central para los feminismos, por tanto, <strong>de</strong>stacar que las mujeres, casualmente,<br />

en algún momento o <strong>de</strong> manera constante, y en mayor o menor medida, se encuentran<br />

involucradas en la tarea <strong>de</strong> examinar, cuestionar y confrontar esas imágenes<br />

que las representan <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> un mo<strong>de</strong>lo cultural dominante, mostrando con<br />

ello que existe también la posibilidad <strong>de</strong> reconstruir las mismas para que las retrate<br />

como agentes <strong>de</strong> cambio (De Lauretis 1996: 6-34).


Práctica y crítica discursivas<br />

Hasta aquí hemos visto que una <strong>de</strong> las afirmaciones más contun<strong>de</strong>ntes <strong>de</strong> la Teoría<br />

<strong>de</strong> la Diferencia Sexual y <strong>de</strong> la corriente postestructuralista que se ocupa <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r<br />

como fenómeno es aquella que <strong>de</strong>scribe la conformación <strong>de</strong>l or<strong>de</strong>n y <strong>de</strong> la normatividad<br />

sociales en términos <strong>de</strong> entramado <strong>de</strong> las configuraciones materiales y<br />

simbólicas que concretan sus instituciones.<br />

Si esto es así, es <strong>de</strong>cir, si la construcción <strong>de</strong> sentidos y el montaje <strong>de</strong> tipos <strong>de</strong><br />

relacionamiento siempre se imbrican para cristalizar y hacer hegemónica una praxis<br />

política, a partir <strong>de</strong> la conjunción y reorganización <strong>de</strong> ambos procesos pue<strong>de</strong> instaurarse<br />

el <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>n como cuestionamiento y el cambio como alteración <strong>de</strong> las estructuras<br />

sociales vigentes <strong>de</strong>s<strong>de</strong> don<strong>de</strong> se irradian regulaciones, valores, convenciones<br />

y representaciones diferenciadas bajo una lógica jerárquica.<br />

En ese sentido, concentrarnos en el discurso y en sus diferentes géneros como<br />

manifestación y producto <strong>de</strong>l modo en que el lenguaje mo<strong>de</strong>la los procesos mentales<br />

y las volunta<strong>de</strong>s sociales para que se acepte un or<strong>de</strong>n <strong>de</strong>terminado sin cuestionar<br />

sus cimientos y supuestos <strong>de</strong> partida, coadyuva a señalar que la diferencia<br />

pue<strong>de</strong> leerse también como una construcción textual.<br />

Un texto, por tanto, como conjunto <strong>de</strong> signos y significados que se cohesionan<br />

siguiendo una intencionalidad, es un producto social que <strong>de</strong>vela las lógicas y<br />

sentidos con que se ha gestado un proceso histórico en el que confluyen acuerdos,<br />

luchas, resistencias, negociaciones y tensiones.<br />

Y es, como señala Norman Fairclough (1989), la manifestación <strong>de</strong> un cierre, que<br />

termina dando cuenta <strong>de</strong> las relaciones <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r que se establecen en el propio discurso<br />

y <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> él. Las prácticas textuales, entonces, son uno <strong>de</strong> los sitios <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

don<strong>de</strong> se elaboran los sentidos compartidos que movilizan o contienen la fuerza<br />

social, pero que también resisten al po<strong>de</strong>r como potestas, <strong>de</strong> manera consciente<br />

o inconsciente. En esa línea, los textos se erigen como sistemas <strong>de</strong> referencia para<br />

abordar el po<strong>de</strong>r, en unos casos, haciendo referencia al mismo <strong>de</strong> manera explícita<br />

y construyendo lo que comúnmente conocemos como el discurso <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r. Y, en<br />

otros casos, empleando códigos y simbologías que <strong>de</strong>mandan ser interpretadas o<br />

<strong>de</strong>scifradas instaurando lo que llamamos narración mitológica, <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la cual<br />

se elaboran mensajes colmados <strong>de</strong> preceptos, pautas, criterios y máximas que, <strong>de</strong><br />

manera indirecta y velada, conducen a intuir cómo el po<strong>de</strong>r se expresa y <strong>de</strong> qué<br />

recursos se vale.<br />

Enfoque teórico-conceptual<br />

71


El origen y el or<strong>de</strong>n. Po<strong>de</strong>r simbólico y diferencia sexual en un mito fundante andino<br />

72<br />

Consi<strong>de</strong>rando lo anterior, y dado que el mito es la forma <strong>de</strong> textualidad que<br />

analizo aquí para abordar el po<strong>de</strong>r patriarcal como constructo simbólico, creo apropiado<br />

vincular las líneas analíticas ofrecidas por la teoría <strong>de</strong> la diferencia sexual y por<br />

la lectura <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r asociado al or<strong>de</strong>n y <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>n con la teoría crítica feminista <strong>de</strong>l<br />

discurso como lente interpretativo sustantivo.<br />

Ello porque, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> los elementos que dicha teoría brinda, se ve la <strong>de</strong>codificación<br />

<strong>de</strong> símbolos como un campo interesante <strong>de</strong> constitución <strong>de</strong> subjetivida<strong>de</strong>s y<br />

relaciones emancipadas, en el sentido <strong>de</strong> que examina las representaciones sociopolíticas<br />

que éstos posicionan y las vuelve a <strong>de</strong>scribir dándoles una inteligibilidad<br />

para, finalmente, captar cómo se proyectan en nuestra realidad y qué aprendizajes<br />

nos <strong>de</strong>jan respecto a nuestra vinculación con el po<strong>de</strong>r como praxis y efecto.<br />

Así pues, las potencialida<strong>de</strong>s analíticas que ofrece la teoría crítica <strong>de</strong>l discurso<br />

se afincan en que ésta hace hincapié en la utilidad política atribuida a ciertos sistemas<br />

<strong>de</strong> significación y al posicionamiento <strong>de</strong>l lenguaje —veraz o ficticio, sincero o<br />

engañoso— como artefacto que mol<strong>de</strong>a los procesos mentales e imaginarios colectivos<br />

para que acepten una manifestación específica <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r (como dominio,<br />

como imposición, como cocreación).<br />

Por otra parte, es importante resaltar aquí que, al hablar <strong>de</strong> crítica, el análisis<br />

feminista <strong>de</strong>l discurso no la concibe en términos <strong>de</strong> reacción negativa y ruptura dialógica,<br />

sino más bien como un método para examinar a profundidad las condiciones<br />

en que algo existe, poniendo en cuestión los preceptos en que se basa mediante un<br />

ejercicio <strong>de</strong> doble vía que implica cuestionar hacia afuera, pero también hacia a<strong>de</strong>ntro.<br />

Es <strong>de</strong>cir, i<strong>de</strong>ntificando estructuras <strong>de</strong> opresión y sus modos <strong>de</strong> funcionamiento,<br />

pero también el por qué se establece complicida<strong>de</strong>s para garantizar su mantenimiento.<br />

Con ello se termina planteando que enten<strong>de</strong>r la relacionalidad <strong>de</strong> género<br />

en sus justas dimensiones implica poner un pie en el terreno <strong>de</strong>l examen <strong>de</strong> las dinámicas<br />

<strong>de</strong> vínculo entre hombres y mujeres y el otro en el que abarca los modos <strong>de</strong><br />

relacionarse entre las mismas mujeres.<br />

Pero si uno <strong>de</strong> los aportes centrales <strong>de</strong> este análisis consiste en ver al lenguaje<br />

como una institución social y cultural que crea el género, su fuerza innovadora radica<br />

en que baraja la posibilidad <strong>de</strong> flexibilizar, <strong>de</strong>scomponer y recrear el discurso <strong>de</strong><br />

modo tal que ello exprese una forma <strong>de</strong> empo<strong>de</strong>ramiento lingüístico y representativo.<br />

Claro está, sin negar la premisa <strong>de</strong> que la opresión <strong>de</strong> género no se experimenta<br />

material ni discursivamente <strong>de</strong> la misma forma por todas las mujeres, pues en tanto


individuos o grupos éstas no se inscriben <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> las mismas comunida<strong>de</strong>s <strong>de</strong><br />

prácticas i<strong>de</strong>ntitarias, culturales, sociales, políticas y/o económicas.<br />

Tal empo<strong>de</strong>ramiento supondrá entonces compren<strong>de</strong>r el lenguaje como un medio<br />

para organizar la realidad interna y para comunicarla, facilitando la apertura a<br />

nuevas opciones perceptuales y conductuales (Brenson Lanzan s/f) que positivicen<br />

la diferencia sexual, la abor<strong>de</strong>n como producto histórico y se aproximen a ella sopesando<br />

su impacto y consecuencias en la <strong>de</strong>finición <strong>de</strong> un or<strong>de</strong>n social cuyas representaciones<br />

y fijación <strong>de</strong> significados no solo reflejan una realidad preexistente,<br />

sino que contribuyen a su creación.<br />

En ese sentido, puesto que la Teoría <strong>de</strong> la Diferencia Sexual y la Teoría Feminista<br />

<strong>de</strong> la Crítica <strong>de</strong>l Discurso se acoplan <strong>de</strong> manera más estrecha cuando proponen<br />

como acción emancipatoria la reconfiguración autónoma y auto<strong>de</strong>terminada <strong>de</strong> la<br />

propia representación subjetiva, es preciso ir vislumbrando cómo <strong>de</strong>bemos aproximarnos<br />

a la discursividad <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r simbólico para que, al reinterpretarla, logremos<br />

sacudir sus bases <strong>de</strong> dominio y opresión naturalizadas.<br />

Al respecto, el trabajo <strong>de</strong> Linda Tuhiwai Smith ofrece pistas relevantes que<br />

quiero exponer aquí, ya que ayudan a poner en jaque las creencias y suposiciones<br />

subyacentes que alimentan los imaginarios coloniales y patriarcales. Des<strong>de</strong> su propuesta,<br />

que entra también en el campo <strong>de</strong> la crítica discursiva, la autora nos invita<br />

a probar como prácticas, en esta suerte <strong>de</strong> re<strong>de</strong>finición i<strong>de</strong>ntitaria, la narración <strong>de</strong><br />

historias, la representación, la “generización”, el nombramiento y el reencuadre.<br />

Así, recuperar y contar las historias <strong>de</strong> una cultura y la historia <strong>de</strong> las mujeres<br />

que son parte <strong>de</strong> ella es una acción liberadora puesto que insta a elegir y <strong>de</strong>scribir<br />

el lugar y el papel que en esas narraciones se quiere asumir, sabiendo que al hacerlo<br />

revitalizamos imaginarios que alimentan las historias colectivas <strong>de</strong>s<strong>de</strong> don<strong>de</strong> establecemos<br />

diálogos con otras cosmovisiones. Narrar, entonces, es uno <strong>de</strong> los pasos<br />

que lleva a un nuevo terreno, el <strong>de</strong> representar y apropiarse responsablemente <strong>de</strong><br />

las imágenes que los mismos pueblos indígenas generan y con las que asocian su<br />

i<strong>de</strong>ntidad cultural, para <strong>de</strong>batirlos críticamente <strong>de</strong>s<strong>de</strong> ese nivel <strong>de</strong> empo<strong>de</strong>ramiento.<br />

Respecto a la “generización”, consi<strong>de</strong>rar esta categoría implica escarbar en la<br />

viabilidad <strong>de</strong> articular la <strong>de</strong>scolonización con la creación <strong>de</strong> un feminismo indígena,<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> el cual se apliquen las otras prácticas planteadas por Tuhiwai —nombrar y<br />

reencuadrar— en la veta que indica que nombrar no solo potencia la presentación<br />

<strong>de</strong> una visión particular <strong>de</strong>l mundo como ejercicio expresivo, sino que otorga el po<strong>de</strong>r<br />

para controlar los significados que ésta posiciona, encuadrándolos <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong><br />

Enfoque teórico-conceptual<br />

73


El origen y el or<strong>de</strong>n. Po<strong>de</strong>r simbólico y diferencia sexual en un mito fundante andino<br />

74<br />

los parámetros en que se instala una acción que, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> dar cuenta <strong>de</strong> un contexto<br />

como el que grafica qué implica ser mujer e indígena, aspira a cuestionar la<br />

reproducción <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r como dominación (Tuhiwai Smith 2010).<br />

En síntesis, al sostener que el po<strong>de</strong>r como imposición o el empo<strong>de</strong>ramiento<br />

como estrategia emancipatoria se <strong>de</strong>finen <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la construcción imaginaria, el análisis<br />

feminista <strong>de</strong>l discurso adopta como perspectiva básica la crítica a las relaciones<br />

sociales <strong>de</strong>siguales que se sostienen mediante el uso <strong>de</strong>l lenguaje, explorando<br />

cómo se pasa <strong>de</strong> una textualización <strong>de</strong> las relaciones <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r a su traducción en<br />

relaciones concretas. Y es esto lo que le asigna un carácter político, ya que interpela<br />

todas las formas <strong>de</strong> inequidad social e injusticia.<br />

Ahora bien, en la vía para profundizar en el análisis <strong>de</strong> las relaciones <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r,<br />

la teoría feminista crítica <strong>de</strong>l discurso ha posicionado algunas proposiciones que es<br />

útil consi<strong>de</strong>rar al abordar la <strong>de</strong>construcción o la interpretación <strong>de</strong> un texto, siendo<br />

las más relevantes las siguientes:<br />

Primero, que la base <strong>de</strong>l establecimiento <strong>de</strong> la diferencia como elemento negativo<br />

sobre el cual construir asimetrías sociales, económicas, culturales y políticas es<br />

la construcción <strong>de</strong> taxonomías, generando sistemas <strong>de</strong> clasificación que <strong>de</strong>limitan<br />

un or<strong>de</strong>n siempre basado en las jerarquías y en el ejercicio <strong>de</strong> la comparación como<br />

parámetro para ver qué se asimila o qué se aleja <strong>de</strong> lo que se <strong>de</strong>fine como normal<br />

o válido. Así, clasificar se vuelve un recurso <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r en la medida en que i<strong>de</strong>ntifica<br />

distinciones relevantes, las resalta, les asigna un valor y las relaciona consi<strong>de</strong>rando<br />

este último punto.<br />

Segundo, que las palabras y los silencios son asimismo metáforas y aspectos<br />

sustanciales <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r, pues las primeras prescriben, nombran, <strong>de</strong>signan y crean<br />

entornos y reglas <strong>de</strong> juego y los segundos ocultan, prohíben e imponen tabúes. De<br />

ahí que, como argumenta Richard B. Lee, el acto <strong>de</strong> nombrar “no solo da cabida<br />

a reflexionar sobre realida<strong>de</strong>s preexistentes o a imponer etiquetas arbitrarias sin<br />

relación con la realidad, sino que mo<strong>de</strong>lan una forma cultural <strong>de</strong> fijar lo que cuenta<br />

como realidad, en un universo preñado con una multitud <strong>de</strong> realida<strong>de</strong>s posibles”<br />

(Lee 1979: 32. Traducción propia).<br />

Tercero, que el uso <strong>de</strong>l lenguaje y <strong>de</strong> las representaciones no es algo que ocurre<br />

simplemente, ya que implica una acción que busca provocar un efecto: hacer manifiesta<br />

la separación entre gobernantes y gobernados e influir en las subjetivida<strong>de</strong>s<br />

sobre las que se ejerce el po<strong>de</strong>r, produciendo un discurso político que se vale <strong>de</strong> la


epetición, la ambigüedad y la abstracción para evitar ser interpelado, enmascarando<br />

diferencias y divergencias, recurriendo incluso a la polisemia.<br />

El lenguaje político <strong>de</strong>signa por tanto una relación calculada alimentada igualmente<br />

por el uso <strong>de</strong> las palabras y el manejo <strong>de</strong>l silencio, que muchas veces no expresa<br />

un vacío, sino que más bien hace un énfasis en la <strong>de</strong>mostración <strong>de</strong> la conquista<br />

<strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r, sin tocar las aristas que aparecen cuando los cambios pluralizados se<br />

abordan a su vez como confrontaciones, y no como simples procesos <strong>de</strong> transición,<br />

para <strong>de</strong>sentrañar las historias <strong>de</strong> dominación y explotación <strong>de</strong> las que <strong>de</strong>viene tal<br />

cambio (Spivak 1997).<br />

Por último, dado que las prácticas discursivas producen textos o narraciones<br />

que se consumen o asimilan bajo la forma <strong>de</strong> representaciones que concluyen contribuyendo<br />

a la constitución <strong>de</strong>l or<strong>de</strong>n social y <strong>de</strong> sus sistemas <strong>de</strong> significación, es<br />

central examinar en ellas el lugar que se asigna a las i<strong>de</strong>ntida<strong>de</strong>s y a las relaciones<br />

sociales 16 que éstas establecen. Sobre todo porque, como afirmábamos en líneas<br />

previas, en el escenario actual don<strong>de</strong> <strong>de</strong>sestructurar y estructurar el po<strong>de</strong>r colonial<br />

y patriarcal aparecen como acciones superpuestas, las i<strong>de</strong>ntida<strong>de</strong>s han entrado<br />

también a una etapa <strong>de</strong> construcción y reconfiguración, <strong>de</strong> contrastación subjetiva<br />

individual y colectiva, que lleva a plantearse si la consolidación <strong>de</strong> lo plurinacional es<br />

un problema <strong>de</strong> <strong>de</strong>finición <strong>de</strong> i<strong>de</strong>ntida<strong>de</strong>s o <strong>de</strong> i<strong>de</strong>ntificación y reafirmación <strong>de</strong> roles<br />

sociales, funciones asignadas, papeles protagónicos imaginados y símbolos revalidados<br />

que terminan imbricándose en una lucha también hermenéutica (Dri 20<strong>08</strong>).<br />

16 Para profundizar en el tema, véase Lazar 2005 y Fairclough 1996.<br />

Enfoque teórico-conceptual<br />

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