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RAFAEL RABADÁN ANTA<br />
Aullidos. Saltos. Suaves empujones. Voces sepulcrales con expresiones<br />
ininteligibles. Cacofonía. Pasos a oscuras entre cuerpos a la deriva. Chocar a<br />
veces. Sonreír. Tocar. Exclamar. Reír. Y un astro alrededor del cual todos y<br />
todas orbitamos: David.<br />
Son las diez de la mañana del martes 19 de julio de 2011. Estamos realizando<br />
un taller sobre el poder del oído y el tacto en el curso Creatividad y Sentidos<br />
organizado por David de Prado y su equipo en Ponte de Lima. He llegado la<br />
tarde anterior tras un largo viaje en mi coche desde Murcia y, tras pasar la<br />
noche en la cercana y acogedora Quinta do Casal, me he presentado en las<br />
dependencias de la Universidad Fernando Pessoa para realizar el curso, que<br />
durará hasta el sábado. No conozco todavía en persona a nadie del Proyecto<br />
IACAT, dirigido por David, y no tengo idea de qué ni a quién voy a encontrarme<br />
allí; sólo sé que, como profesor de cursos sobre creatividad y coautor –junto a<br />
Javier Corbalán– de un manual reciente acerca del tema, no he podido<br />
resistirme a algo de título tan sugerente como Encuentros Creadores, con el<br />
valor añadido de realizarse en Ponte de Lima, un bonito pueblo del norte de<br />
Portugal que he conocido en un viaje anterior.<br />
Así que, cerrando el contextualizador párrafo previo para volver a David, al<br />
llegar aquella mañana a la sala de Casa da Garrida donde acaba de comenzar<br />
el citado taller encuentro a un hombre enjuto y vigoroso que explica las<br />
técnicas del Teatro del Oprimido. Me estoy preguntando si será David de Prado<br />
cuando cerca del orador y tumbado sobre el suelo descubro un cuerpo grande<br />
y relajado coronado por una poderosa cabeza con barba y gafas que me<br />
recuerda a… a… Ya caigo: a Francis Ford Coppola. Me dejo guiar por la<br />
intuición y acierto: ése es David. Quien imparte el taller en marcha es Tomás<br />
Motos, otra enriquecedora persona entre las varias que tendré la fortuna de<br />
conocer gracias a este curso, como Paula Vázquez, Rosa Cazón, Cristina<br />
Pinto, Jovita Kemelmajer...<br />
Durante la práctica con cuyas impresiones y movimientos abría este escrito, la<br />
veintena de participantes llevamos puesto un antifaz que nos impide ver: sólo<br />
podemos oír y tocar mientras caminamos sin rumbo aparente por la sala,<br />
sumidos en una ceguera que pretende ayudarnos a explorar las posibilidades<br />
del tacto y el oído. Es una experiencia nueva, al menos para mí, y tras la<br />
inquietud inicial por la oscuridad acechante nos desinhibimos y empezamos a<br />
disfrutar de nuestro vagabundeo, de este breve y pedagógico ensayo sobre la<br />
ceguera en el mismo país natal de Saramago.<br />
Dentro de este clima de confianza y espontaneidad creadora va a transcurrir el<br />
resto del curso, alejado de los corsés académicos. Así, una tarde recuerdo a<br />
David quedándose en paños menores con toda naturalidad para un taller sobre<br />
masaje hawaiano y, coherente como pocos consigo mismo, darnos en otra<br />
sesión una amena charla sobre la conciencia corporal multisensorial.<br />
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