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Febrero 2012 - Diocese de Ourense

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interior, la virtud que anima y guía la<br />

vida espiritual <strong>de</strong>l presbítero en cuanto<br />

configurado con Cristo» (Juan Pablo II,<br />

Pastores dabo vobis, 23). De hecho, es<br />

indispensable la integración armoniosa<br />

entre el ministerio, con sus múltiples<br />

activida<strong>de</strong>s, y la vida espiritual <strong>de</strong>l presbítero.<br />

«Para el sacerdote, que <strong>de</strong>berá<br />

acompañar a otros en el camino <strong>de</strong> la<br />

vida y hasta el momento <strong>de</strong> la muerte,<br />

es importante que haya conseguido un<br />

equilibrio justo entre corazón y mente,<br />

razón y sentimiento, cuerpo y alma, y<br />

que sea humanamente “íntegro”» (Carta<br />

a los seminaristas, 6). Estas son las<br />

razones que impulsan a prestar mucha<br />

atención a la dimensión humana <strong>de</strong> la<br />

formación <strong>de</strong> los candidatos al sacerdocio.<br />

De hecho, en nuestra humanidad<br />

nos presentamos ante Dios, para ser<br />

ante nuestros hermanos auténticos hombres<br />

<strong>de</strong> Dios. En realidad, quien quiera<br />

llegar a ser sacerdote <strong>de</strong>be ser ante todo<br />

un «hombre <strong>de</strong> Dios», como escribe san<br />

Pablo a su discípulo Timoteo (cf. 1 Tm<br />

6, 11). Por tanto, lo más importante en<br />

el camino al sacerdocio y durante toda<br />

la vida sacerdotal es la relación personal<br />

con Dios en Jesucristo (cf. Carta a los<br />

seminaristas, 1).<br />

El beato Papa, Juan XXIII, al recibir<br />

a los superiores y a los alumnos <strong>de</strong>l<br />

seminario campano con ocasión <strong>de</strong>l<br />

50º aniversario <strong>de</strong> su fundación, en<br />

vísperas <strong>de</strong>l concilio Vaticano II, expresó<br />

esta firme convicción así: «A esto<br />

tien<strong>de</strong> vuestra formación, a la espera<br />

<strong>de</strong> la misión que se os confiará para la<br />

gloria <strong>de</strong> Dios y para la salvación <strong>de</strong><br />

Iglesia Universal<br />

las almas: formar la mente, santificar<br />

la voluntad. El mundo espera santos,<br />

sobre todo esto. Antes aún que sacerdotes<br />

cultos, elocuentes, actualizados,<br />

se requieren sacerdotes santos y santificadores».<br />

Estas palabras siguen siendo<br />

actuales, porque en toda la Iglesia, al<br />

igual que en vuestras regiones particulares<br />

<strong>de</strong> proveniencia, hoy es más fuerte<br />

que nunca la necesidad <strong>de</strong> obreros <strong>de</strong>l<br />

Evangelio, testigos creíbles y promotores<br />

<strong>de</strong> santidad con su vida misma.<br />

Que cada uno <strong>de</strong> vosotros responda a<br />

esta llamada. Para ello os aseguro mi<br />

oración, mientras os encomiendo a la<br />

guía materna <strong>de</strong> la santísima Virgen<br />

María, y <strong>de</strong> corazón os imparto una especial<br />

bendición apostólica. Gracias.<br />

Discurso <strong>de</strong>l Papa, Benedicto XVI,<br />

a los participantes en la Plenaria <strong>de</strong><br />

la Congregación para la Doctrina <strong>de</strong><br />

la Fe<br />

Sala Clementina. Viernes, 27 <strong>de</strong> enero<br />

<strong>de</strong> <strong>2012</strong><br />

Señores car<strong>de</strong>nales, venerados hermanos<br />

en el episcopado y en el sacerdocio,<br />

queridos hermanos y hermanas:<br />

Para mí es siempre motivo <strong>de</strong> alegría<br />

po<strong>de</strong>r encontraros con ocasión <strong>de</strong> la<br />

sesión plenaria y expresaros mi aprecio<br />

por el servicio que lleváis a cabo por la<br />

Iglesia y especialmente por el Sucesor<br />

<strong>de</strong> Pedro en su ministerio <strong>de</strong> confirmar<br />

a los hermanos en la fe (cf. Lc 22, 32).<br />

FEBRERO <strong>2012</strong> · Boletín Oficial · 243

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