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Febrero 2012 - Diocese de Ourense

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sensual con la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> sorpren<strong>de</strong>rlo con<br />

una súbita tentación. Su enojo estuvo<br />

justificado porque la ruindad <strong>de</strong>l intento<br />

fue aun peor que su bajeza. Tomás<br />

sabía que sus hermanos sabían que<br />

suponer que faltaría a su palabra por<br />

una provocación tan infame representaba<br />

un insulto para él como caballero,<br />

a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> atentar a su vocación. Ante<br />

aquel hecho, saltó <strong>de</strong> su silla y tomó un<br />

tizón <strong>de</strong>l fuego blandiéndolo como una<br />

espada llameante. Por supuesto, la mujer<br />

pegó un grito y huyó, que era todo<br />

lo que él quería. De seguido, le dio un<br />

portazo y luego <strong>de</strong> trabar la puerta, con<br />

una especie <strong>de</strong> impulso ritual violento,<br />

estampó contra la misma el tizón ardiendo,<br />

marcándola con una enorme y<br />

negra señal <strong>de</strong> la cruz. Se volvió, arrojó<br />

el tizón al fuego y se sentó en su sitial<br />

<strong>de</strong> erudición se<strong>de</strong>ntaria, en su silla <strong>de</strong><br />

estudio <strong>de</strong> la filosofía, en su secreto trono<br />

<strong>de</strong> contemplación <strong>de</strong>l que nunca se<br />

levantaría.<br />

Ahora bien, este asunto no se quedó<br />

reducido al ámbito <strong>de</strong> una disputa<br />

familiar, sino que a<strong>de</strong>más se le pidió al<br />

Papa una intervención discreta e incluso<br />

se le propuso que permitiera a Tomás<br />

llevar el hábito dominico y ocupar<br />

simultáneamente el puesto <strong>de</strong> abate en<br />

la abadía benedictina. A lo que Santo<br />

Tomás respondió que quería ser<br />

un dominico en la Or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> los Predicadores<br />

y no participar en un baile<br />

<strong>de</strong> disfraces. Tomás <strong>de</strong> Aquino quería<br />

ser un fraile. Fue la única cosa práctica<br />

a la que su voluntad se aferró con<br />

obstinación inflexible hasta el día <strong>de</strong><br />

Iglesia Diocesana<br />

su muerte. Nunca permitió que nada<br />

<strong>de</strong>bilitase la férrea inalterabilidad <strong>de</strong><br />

esta <strong>de</strong>cisión, ni pudo ser disuadido <strong>de</strong><br />

su elevada y encumbrada ambición <strong>de</strong><br />

ocupar el lugar más humil<strong>de</strong>.<br />

Superadas estas dificulta<strong>de</strong>s, su vida<br />

se reparte entre el convento y la universidad<br />

<strong>de</strong> París, y los Studia <strong>de</strong> los dominicos<br />

en Italia. San Alberto Magno fue<br />

su maestro. Este gran alemán, conocido<br />

durante su período <strong>de</strong> mayor fama<br />

como profesor en París, fue durante un<br />

tiempo profesor en Colonia. A Alberto<br />

lo llamaron Doctor Universal por<br />

el alcance <strong>de</strong> sus estudios científicos<br />

pero, en realidad, fue un especialista<br />

en las cuestiones más profundas relativas<br />

a los seres humanos y a la moral.<br />

Se llevó consigo a Tomás <strong>de</strong> Aquino<br />

a Colonia en 1248, y cuatro años <strong>de</strong>spués<br />

patrocinó su carrera académica en<br />

París, consi<strong>de</strong>rándolo apto para obtener<br />

el doctorado en Teología, a pesar<br />

<strong>de</strong> las resistencias <strong>de</strong>l maestro general<br />

y superando también la intervención<br />

<strong>de</strong> Hugo <strong>de</strong> San Caro. El patrocinio<br />

<strong>de</strong> San Alberto Magno envuelve toda<br />

la experiencia <strong>de</strong> enseñanza <strong>de</strong> Santo<br />

Tomás, <strong>de</strong> hecho él le sobrevivió y <strong>de</strong>fendió<br />

su memoria, en los difíciles años<br />

<strong>de</strong> 1277, cuando la doctrina tomista<br />

peligraba al verse acusada <strong>de</strong> error y <strong>de</strong><br />

herejía por su relación con el aristotelismo.<br />

Pues bien, allí estaba Tomás, en<br />

París. Por aquella época, París era verda<strong>de</strong>ramente<br />

una “aurora boreal”, un<br />

amanecer en el Norte. Tenemos que te-<br />

FEBRERO <strong>2012</strong> · Boletín Oficial · 167

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