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“fahrenheit 451” - ray bradbury - Larun Rayun

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aquella casa vacía, con una mujer desconocida que mañana le olvidaría, que se<br />

había marchado y le había olvidado ya por completo, escuchando su radio<br />

auricular mientras atravesaba la ciudad, sola. Y corno antes era bueno quemar.<br />

Montag se sintió borbotear en las llamas y el insensato problema fue arrebatado,<br />

destruido, dividido y ahuyentado. Si no había solución... Bueno, en tal caso,<br />

tampoco quedaría problema. ¡El era lo mejor para todos!<br />

-¡Los libros, Montag!<br />

Los libros saltaron y bailaron como pájaros asados con sus alas en llamas con<br />

plumas rojas y amarillas. Y luego, Montag entró en el salón, donde los estúpidos<br />

monstruos yacían dormidos con sus pensamientos blancos y sus sueños<br />

nebulosos. Y lanzó una andanada a cada una de las tres paredes desnudas y el<br />

vacío pareció sisear contra él. La desnudez produjo un siseo mayor, un chillido<br />

insensato. Montag trató de pensar en el vacío sobre el que había actuado la nada,<br />

pero no pudo. Contuvo el aliento para que el vacío no penetrara en sus pulmones.<br />

Eliminó aquella terrible soledad, retrocedió y dirigió una enorme y brillante<br />

llamarada amarillenta a toda la habitación. La cubierta de plástico ignífugo que<br />

había sobre todos los objetos, quedó deshecha y la casa empezó a estremecerse<br />

con las llamas.<br />

-Cuando hayas terminado -dijo Beatty a su espalda-, quedarás detenido.<br />

La casa se convirtió en carbones ardientes y ceniza negra. Se derrumbó sobre sí<br />

misma y una columna de humo que oscilaba lentamente en el cielo se elevó de<br />

ella. Eran las tres y media de la madrugada. La multitud regresó a sus casas; el<br />

gran entoldado de¡ circo se había convertido en carbón y desperdicios, y el<br />

espectáculo terminó.<br />

Montag permaneció con el lanzallamas en sus fláccidas manos, mientras grandes<br />

islas de sudor empapaban sus sobacos, y su rostro estaba lleno de hollín.. Los<br />

otros bomberos esperaban detrás de él, en la oscuridad, con los rostros<br />

débilmente iluminados por el rescoldo de la casa.<br />

Montag trató de hablar un par de veces, y, por fin, consiguió formular su<br />

pensamiento.<br />

-¿Ha sido mi esposa la que ha dado la alarma?<br />

Beatty asintió.<br />

-Pero sus amigas habían dado otra con anterioridad. De una u otra manera, tenías<br />

que cargártela. Fue la tontería ponerte a recitar poemas por ahí, como si tal cosa.<br />

Ha sido el acto de un maldito estúpido. Dale unos cuantos versos a un hombre y<br />

se creerá que es el<br />

Señor de la Creación. Cree que, con los libros, podrá andar por encima del agua.<br />

Bueno, el mundo puede arreglárselas muy bien sin ellos. Fíjate adónde te han<br />

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