07.05.2013 Views

“fahrenheit 451” - ray bradbury - Larun Rayun

“fahrenheit 451” - ray bradbury - Larun Rayun

“fahrenheit 451” - ray bradbury - Larun Rayun

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

En una ocasión, mucho tiempo atrás, Clarisse había andado por allí, donde él<br />

andaba en aquel preciso momento.<br />

Media hora más tarde, frío, moviéndose cuidadosamente por la vía, bien<br />

consciente de su propio cuerpo de su rostro, de su boca, con los ojos llenos de<br />

negrura, los oídos llenos de sonidos, sus piernas cubiertas de briznas y de ortigas,<br />

vio un fuego ante él.<br />

El fuego desapareció, volvió a percibirse, como un ojo que parpadeara. Montag se<br />

detuvo, generoso de apagar el fuego con un solo suspiro. Pero el fuego estaba<br />

allí, y Montag se fue acercando cautelosamente. Necesitó casi quince minutos<br />

para estar muy próximo a él y, entonces, lo observó desde un refugio. Aquel<br />

pequeño movimiento, el calor blanco y rojo, un fuego extraño, porque para él<br />

significaba algo distinto.<br />

No estaba quemando. ¡Estaba calentando!<br />

Montag vio muchas manos alargadas hacia su calor, manos sin brazos, ocultos en<br />

la oscuridad. Sobre las manos, rostros inmóviles que parecían oscilar con el<br />

variable resplandor de las llamas. Montag no había supuesto que el fuego pudiese<br />

tener aquel aspecto. Jamás se le había ocurrido que podía dar lo mismo que<br />

quitaba. Incluso su olor era distinto.<br />

No supo cuánto tiempo permaneció de aquel modo, pero había sentido una<br />

sensación absurda y, sin embargo, deliciosa, en saberse como un animal surgido<br />

del bosque, atraído por el fuego. Permaneció quieto mucho rato, escuchando el<br />

cálido chisporroteo de las llamas.<br />

Había un silencio reunido en torno a aquella hoguera ra, y el silencio estaba en los<br />

rostros de los hombres, y el tiempo estaba allí, el tiempo suficiente para sentarse<br />

junto a la vía enmohecida bajo los árboles, con el mundo y darle vuelta con los<br />

ojos, como si estuviera sujeto en el centro de la hoguera un pedazo de acero que<br />

aquellos hombres estaban dando forma. No solo era el fuego lo distinto. También<br />

lo era el silencio. Montag se movió hacia aquel silencio especial, relacionado con<br />

todo lo del mundo.<br />

Y entonces empezaron a sonar voces, y estaban hablando, pero Montag no pudo<br />

oír nada de lo que decían, aunque el sonido se elevaba y bajaba lentamente, y las<br />

voces conocían la tierra, los árboles y la ciudad que se extendía junto al río, en el<br />

extremo de la vía. Las voces hablaban de todo, no había ningún tema prohibido.<br />

Montag lo comprendió por la cadencia y el tono de curiosidad y sorpresa que<br />

había en ellas.<br />

Entonces, uno de los hombres levantó la mirada y le vio, por primera y quizá por<br />

séptima vez, y una voz gritó a Montag:<br />

128

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!