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3)) 50 Sombras liberadas

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onca. No deja de darme besos en el pelo—. Ana,<br />

perdóname, por favor.<br />

Giro la cara para ocultarla en su cuello y sigo llorando.<br />

Siento una liberación catártica. Han pasado tantas cosas en<br />

los últimos días: incendios en salas de ordenadores,<br />

persecuciones en la carretera, carreras que han planeado<br />

otros por mí, arquitectas putonas, lunáticos armados en el<br />

piso, discusiones, la ira de Christian y su viaje. No quiero<br />

que Christian se vaya… Utilizo la esquina de la sábana para<br />

limpiarme la nariz y gradualmente vuelvo a oír los tonos<br />

clínicos de Bach que siguen resonando en la habitación.<br />

—Apaga la música, por favor —le pido sorbiendo por<br />

la nariz.<br />

—Sí, claro. —Christian se mueve, sin soltarme, saca el<br />

mando a distancia del bolsillo de atrás de los vaqueros,<br />

pulsa un botón y la música de piano cesa y ya solo se oye<br />

mi respiración temblorosa—. ¿Mejor? —me pregunta.<br />

Asiento y mis sollozos se van calmando. Christian me<br />

enjuga las lágrimas tiernamente con el pulgar.<br />

—No te gustan mucho las Variaciones Goldberg de<br />

Bach, ¿eh? —me dice.<br />

—No esas en concreto.

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