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3)) 50 Sombras liberadas

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Madre mía…<br />

—Creo que ella sabe cuidarse solita —grita el gigante<br />

rubio mientras se toca la mejilla donde le he abofeteado. De<br />

repente, sin previo aviso, Christian le da un puñetazo. Es<br />

como si lo estuviera viendo todo a cámara lenta. Un<br />

puñetazo perfectamente dirigido a la barbilla y a tal<br />

velocidad (aunque con el gasto mínimo de energía) que el<br />

gigante rubio ni siquiera lo ve venir. Aterriza en el suelo<br />

como un saco de arena.<br />

¡Joder!<br />

—¡Christian, no! —chillo asustada, poniéndome delante<br />

de él para frenarle. Mierda, es capaz de matarlo—. ¡Ya le<br />

he golpeado yo! —le grito por encima de la música.<br />

Christian ni siquiera me mira; tiene la vista clavada en el<br />

hombre rubio con una maldad que nunca antes había visto<br />

en su mirada. Bueno, tal vez una vez: cuando Jack Hyde se<br />

propasó conmigo.<br />

Las otras personas de la pista de baile se apartan como<br />

las ondas de un estanque, abriendo un espacio a nuestro<br />

alrededor y manteniéndose a una distancia prudencial. El<br />

gigante rubio se pone de pie en el mismo momento en que<br />

llega Elliot para reunirse con nosotros.

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